“Para vivir la vida hay que mirar hacia delante, para entenderla, hacia atrás”, dijo Antonio Banderas en su emotivo monólogo inicial —minuto de silencio incluido— como anfitrión de la 35 edición de los Premios Goya . Málaga, el cine y su teatro, todos los ingredientes del sueño del actor se unían el 6 de marzo, pero también se convertían en la receta de su mayor desafío en estos tiempos de pandemia. No es Antonio alguien que se deje asustar por los retos, a los hechos… y a cuarenta años de carrera rompiendo barreras, nos remitimos. Así que hizo filigranas, hasta 15 cambios de planteamientos diferentes desde el pasado verano, para darle al cine español su noche. ¿Que no era la fiesta ideal con la que, a priori, uno visualiza una ceremonia? Vale. ¿Que fue mucho mejor de lo que se esperaba? También. Son los mismos premios y en la misma ciudad, pero, en solo un año, ha cambiado radicalmente el panorama de la edición anterior . Veinte metros de alfombra roja, frente a los cien habituales; poco más de cuarenta personas, en lugar de las doscientas que suelen pasear por ella, y el patio de butacas prácticamente vacío, en comparación con los 3.200 invitados que llenaron las gradas del Martín Carpena en 2020. Parecía que esta fórmula híbrida, medio presencial, con los 166 nominados en pantalla (en conexión desde 130 puntos diferentes), iba a perder ritmo y emoción, pero sucedió, paradójicamente, lo contrario. Fue una gala muy diferente, innovadora, corta —casi una hora menos— y… muy emotiva.
Juana Acosta, nominada como mejor actriz de reparto, se convirtió en una sofisticada bailarina, con uno de los ‘looks’ más comentados
Zoom abrió una ventana directa a los abrazos y lágrimas de los premiados, a las anécdotas con los nominados, que nos dejaron compartir con ellos momentos en familia, entre amigos, en casa, en hoteles… Fuera del rigor y la presión del escenario: la celebración a lo grande de la familia de Mario Casas (su hermano pequeño incluido, con el Iron man que le regaló por haber ganado su primer Goya por No matarás), la pizpireta hija de tres años del director de Adú , el perro ‘ladrador’ de Mabel Lozano colándose en pantalla, la divertida cara de Natalia de Molina cuando sus amigos comenzaron a celebrar el premio al escuchar Nata… y resulta que era para Nathalie Poza… Y todo el frío del teatro del Soho vacío lo calentó la sonrisa de Ángela Molina , Goya de honor y la única que pudo abrazar su ‘cabezón’ en directo. “Cuando hablo de mis padres me invade una ola de amor que me devuelve la vida. Quiero dar las gracias a mi padre por mi madre, y a mi madre por mi padre. Este Goya es vuestro, con todo mi amor”, dijo emocionada.
Hiba Abouk, que entregó uno de los premios, y Milena Smit, una de las nuevas sensaciones del cine, aportaron su toque de ‘glamour’ entre los nervios y la ilusión
Los invitados presenciales pasaron por la alfombra roja del Gran Hotel Miramar, uno de los más emblemáticos de la ciudad, convertido, además, en el perfecto enclave para las celebraciones del mundo del cine, después de haber acogido también la del Festival de Málaga. Un entorno único, en pleno centro, a pocos pasos de la emblemática playa de La Malagueta y muy cerca del teatro del Soho Caixabank que ha servido de escenario en ¡HOLA! para espectaculares reportajes, como el que realizamos a su decoradora, Aneta Mijatovic, en los rincones más espectaculares. El mensaje de todos a su paso por los salones reales fue claro: hay que plantar cara a los tiempos oscuros y demostrar que el cine y la forma en que lo hemos disfrutado hasta ahora terminará regresando.
Paz Vega, que pronto estrenará ‘La casa del caracol’, donde debuta su hija, Ava, impactó con su vestido joya de alta costura
Los anfitriones pasearon los primeros por la alfombra roja más atípica —con pantallas que también dejaban compartir la particular pasarela virtual de los candidatos— entre la ilusión, los nervios y la expectación. No era para menos. Hace casi un año que María Casado recibió la llamada de Antonio, en un momento complicado, y le dijo ‘sí’ sin pensarlo para dirigir la sección audiovisual de la productora del actor, Soho Tv, un cambio de vida que la ha llevado a convertirse ya en casi una malagueña (o malaguista, como le gusta decir) más. Para la periodista, acostumbrada a la dureza del crossfit y de la competición Spartan Race, también la noche suponía un gran reto “ilusionante, la vida es para vivirla” decía. Para aparecer sobre el escenario en la gala, optó por recoger su cabello en una coleta baja y un vestido de Pedro del Hierro, confeccionado a medida, en crepé negro con escote en ‘V’ en la parte delantera y triangular en la espalda, y falda cortada al bies.
María Barranco y Natalia Verbeke pusieron el toque primaveral con sus ‘looks’, mientras que Marta Etura llenó la noche de rojo, su color estrella, con el que recogió el Goya hace once años
Banderas contaba lo complicado del momento porque habían tenido que “ir improvisando. Hemos tenido como doce o quince galas desde junio. Ha sido duro, pero se trataba de dar un servicio al cine español. En este momento hay que estar ahí, a las duras y a las maduras”, señalaba el actor, presentador, director y guionista de la ceremonia junto a su compañera. “No queremos volverle la espalda a la vida, pero sí apuntar un rayo de esperanza. Hay gente en el cine que está sufriendo muchísimo —continuaba—... Queremos poner de relieve a nuestra gente. Los protagonistas de esta noche son los nominados”, comentaba Antonio, ganador el pasado año por Dolor y gloria , refiriéndose a que la participación de sus amigos de Hollywood —a través de multitud de mensajes— no iban a quitar relevancia a las verdaderas estrellas de la velada.
Marisa Paredes contó, emocionada, que va a ser abuela: “Me han dicho que te pones a tope con esto de ser abuela y estoy que no puedo. Cada día me lo imagino y estoy ensayando con una Mariquita Pérez”
Una mirada diferente
¡HOLA! compartió con algunos de los nominados, desde sus casas y los lugares donde se conectarían, y con varios de los encargados que arroparon a los maestros de ceremonias en Málaga para anunciar los nombres de los ganadores, los preparativos y momentos previos al inicio de la gala más diferente de la historia de los Premios Goya. Una mirada diferente e imágenes únicas en una noche también muy distinta.
Tan espectacular como siempre, estaba Paz Vega . La actriz sevillana llegaba al teatro del Soho veinte años después de recibir su Goya por Lucía y el sexo. Y lo hacía desde la perspectiva de ser una de las intérpretes más reconocidas en nuestro país y fuera de nuestras fronteras. Multitud de proyectos esperan este año a la intérprete. Desde hace años, un referente de elegancia y buen gusto —sus looks son siempre los más esperados—, eligió un vestido joya de alta costura del diseñador libanés Georges Hobeika, cuajado de cristales negros que revelaba su espectacular figura y se ajustaba a la cintura, y joyas de Bulgari. En junio estrena La casa del caracol , ‘opera prima’ de la directora novel Macarena Astorga, basada en la novela homónima de Sandra García Nieto, que se encarga del guion. Paz protagoniza la película junto a Javier Rey, un proyecto muy especial para ella porque supone el debut cinematográfico de su hija, Ava Salazar , de once años, que sigue sus pasos. Llegará a las pantallas también El lodo, junto a Raúl Arévalo, rodada en la Albufera; ¡A todo tren! Destino Asturias, la nueva película de Santiago Segura, y suma y sigue porque también están las películas internacionales American Night, con Jonathan Rhys Meyers, y 13 Minutes.
“Ha sido duro, pero se trataba de dar un servicio al cine español. En este momento hay que estar ahí, a las duras y a las maduras”, decía Antonio Banderas junto a María Casado
Hiba Abouk también llevó alta costura a los premios. La actriz, que regresa a la televisión en la serie Madres , cinco años después de El príncipe , según nos contaba en estas mismas páginas la semana pasada, preparó muy ilusionada su look de Giambattista Valli, de un favorecedor color rosa: “Ha habido tan pocos eventos y tan pocas alfombras rojas donde te puedas poner de verdad un traje que sea un sueño que me hacía especial ilusión”, nos decía la actriz poco antes de acaparar flashes, ahora también con nueva imagen, flequillo y el pelo más oscuro. Completaba su outfit con joyas de Messika.
Natalia Verbeke llegó con su eterna sonrisa, vestida con un primaveral y alegre Oscar de la Renta con escote palabra de honor, un soplo de aire fresco en tiempos de pandemia. Y las flores fueron el motivo del look de María Barranco, todo simpatía en su ‘posado’ con ¡Hola!. La actriz llevó uno de los vestidos más alabados, de la primera colección de Jorge Vázquez como director creativo de Pertegaz, y joyas de oro y brillantes de Roberto Coin y sandalias diseñadas exclusivamente para ella por Just-Ene Couture, al igual que su bolso.
Penélope Cruz acudió a la llamada de su amigo Antonio e hizo su reaparición estelar para entregar uno de los primeros Goya
Ver a Marta Etura recorrer los pasillos del Gran Hotel Miramar fue una alegría para la vista: sonriente, con su vestidazo rojo, uno de sus colores fetiche (el mismo que llevaba la noche de aquel 2010 en que recogió su Goya por Celda 211). Elegancia, y siempre magnetismo, el de Najwa Nimri, de Loewe, con la mascarilla más glamurosa de la noche y maquillada por Chanel. En contraste, en blanco radiante, de Adolfo Domínguez, la directora Gracia Querejeta, una de las grandes de nuestro cine, y con traje también Emma Suárez. Marisa Paredes nos cuenta que está emocionada porque en pocos días va a ser abuela de una niña: “Me han dicho que te pones a tope con esto de ser abuela y estoy que no puedo. Cada día me lo imagino y estoy ensayando con una Mariquita Pérez”, dice tras salir de la sala de maquillaje de Dior.
Aitana acudió a la ceremonia para cantar una petición especial de Antonio Banderas: el tema de Barbra Streisand ‘Happy days are here again’ (’Los días felices han vuelto’)
Y nos quedamos con la elegancia y saber estar de dos caballeros del cine, que nos atienden con su amabilidad habitual, Antonio Velázquez y José Coronado , que nos dice, “más que nunca, es importante dar la media cara (por la mascarilla), los ojos, pero dando el alma, y se resurge. Es el treinta y cinco aniversario de los Goya y empecé justo mi carrera cuando nacieron”.
Todo el frío del teatro vacío lo calentaron la sonrisa y la emoción de Ángela Molina, Goya de honor y la única que pudo abrazar su premio esa noche
Mientras, Juana Acosta comparte, desde la distancia del hotel donde sigue la ceremonia, su impresionante look de bailarina confiado al estilista Freddy Alonso. Con top joya, falda de tul y sandalias metalizadas, todo de Miu Miu, conseguía uno de los estilismos más especiales de la noche. Completaba el look con joyas de Dinh Van, un moño alto —también al estilo de las bailarinas— y un maquillaje de larga duración (tuvo que comenzar a las 13:00) de Gabriel Llano para Dior centrado en la mirada y donde también se resaltaba el relieve natural de los pómulos de la actriz colombiana.
No pasaron por la alfombra roja ni Penélope y Pedro Almodóvar. La actriz, embajadora de Chanel, y el director están en pleno rodaje de Madres paralelas y extreman toda precaución. En un momento tan distinto, los académicos prefirieron mirar al confortable pasado de Las niñas, una mirada cargada de nostalgia y reivindicación de las mujeres que le valió a su directora, Pilar Palomero, convertirse en la primera mujer y quinta cineasta que gana el Goya a dirección novel, mejor película y de guion original. Solo Agustín Díaz Yanes, Alejandro Amenábar, Achero Mañas y Raúl Arévalo lo hicieron antes.