El pasado 29 de enero Carmen Thyssen llegaba a un acuerdo con el Estado para la permanencia de su colección en España, a tan solo dos días de expirar la última prórroga del préstamo que viene renovando desde 1992. Lo que supone el segundo gran triunfo de la baronesa después de lograr traer a nuestro país la colección de su marido, Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza. Lo que no se sabe (y tampoco ha contado The Crown ) es que hubo entonces un curioso encuentro con el príncipe Carlos, que podía haber cambiado el destino de una de las colecciones más importantes del mundo.
“Una vez que decidimos que la colección no iba a estar en el museo de Villa Favorita, en Lugano, que es donde yo la conocí, empecé a luchar porque viniera a España. Y desde entonces no he parado” nos contaba Tita hace unos días en su primera entrevista tras alcanzar el pacto en su residencia de La Moraleja de Madrid. “Como todo el mundo sabe, tuve que renunciar a todo para que la colección de Heini viniera a España, fueron ocho años de lucha porque los herederos no querían para nada que estuviera aquí…y aquí está”, añadía.
¿Dónde y por qué se produjo ese encuentro con el hoy Príncipe de Gales? ¿Cómo fue y qué sucedió? Hasta su traslado definitivo a España en 1992 con la apertura del Museo Thyssen en el palacio de Villahermosa (uno de los mayores traslados de obras de arte realizados en el siglo XX), la sede y baluarte de la colección era el museo de Villa Favorita, en Suiza, la histórica residencia del siglo XVII que el padre del barón adquirió en 1932. Un tesoro arquitectónico a orillas del lago de Lugano, con ocho edificios en los más de treinta y cinco mil metros cuadrados por los que se extendía a lo largo y alto del monte Bré. La pinacoteca de Villa Favorita llegó a albergar más de ochocientas obras de arte y la propiedad fue testigo mudo de reuniones, grandes exposiciones, fabulosas fiestas…y visitas de personalidades de todos los ámbitos —realeza, política, cultura, arte— y llegados de todas partes del mundo. Y entre ellas estuvieron el príncipe Carlos y también la princesa Margarita, aunque el objetivo con el que viajaba el hijo de Isabel II no era solo de cortesía. Era el momento en que Inglaterra aun luchaba por quedarse con la colección Thyssen.
“Vino aquí el príncipe Carlos personalmente con su avión privado a convencernos. Le dimos las gracias pero le dijimos que ya estaba en marcha que la colección fuera a España” nos cuenta Tita. “Heini yo habíamos estado en negociaciones con la señora Thatcher y, como no llegaron a ninguna parte, en sus memorias dio a entender claramente que yo fui la culpable de que la colección Thyssen-Bornemizsa no hubiera ido a su país”.
De aquel encuentro, de solo unas horas, porque “estuvo solo almorzando y se marchó, me pareció muy agradable y encantador”, el heredero al trono británico no se marchó con las manos del todo vacías. “Pensamos que la colección no podría ir a Inglaterra pero le prestamos el Enrique VIII de Holbein, hoy en día en el Museo Thyssen de Madrid, durante ocho o nueve meses en Windsor. Para Inglaterra ese cuadro es muy importante, posando en directo para el pintor el rey Enrique VIII y está en España”, nos desvela Carmen.