El palacio de Liria ha sido testigo silencioso de muchas calamidades en sus 251 años de historia: revoluciones, invasiones, guerras civiles, saqueos, incendios y bombardeos… Sin embargo, el hogar de la familia Fitz-James Stuart nunca había tenido que hacer frente a una pandemia. En el año del coronavirus, España recibió un 77% menos de viajeros extranjeros y los museos -desde el Prado hasta el Thyssen, pasando por el Reina Sofía y el Guggenheim de Bilbao- lo han sentido con una caída del 70% de sus visitantes. Liria, otra de las grandes atracciones turísticas de nuestro país, también está sufriendo los estragos de la crisis sanitaria.
“Estamos aguantando, como todos”, reconocen a ¡HOLA! desde la Fundación Casa de Alba. “Como todos los edificios culturales, se ha reducido el número de visitas, no solo debido a la caída del turismo, sino también a las restricciones de aforo y a las nuevas medidas sanitarias”, añaden. “Pero estamos aguantando. Nos hemos adaptado a esta nueva situación y seguimos recibiendo visitas”, apuntan. Liria, que abrió al público en septiembre de 2019 y tuvo que cerrar sus puertas en marzo de 2020 por la pandemia, recibe ahora a visitantes todos los días, pero con un horario reducido y en turnos controlados para mantener la distancia de seguridad. Los lunes, martes y miércoles no abre por las tardes, y los jueves y viernes lo hace, pero con cinco pases para recibir a los visitantes con todas las garantías sanitarias e higiénicas.
El palacio madrileño cuenta con su propio comité de “Gestión Covid-Safe”, que se reúne quincenalmente para controlar y analizar la suficiencia de las medidas adoptadas en relación a la evolución de la pandemia. Han creado un riguroso protocolo: todo el personal está formado en materia de prevención y salud, se realizan rutinas diarias de limpieza y desinfección complementarias a las habituales, hay puestos con gel hidroalcohólico para que el lavado de manos sea frecuente, se mide la temperatura de los visitantes al acceder al palacio…
La Fundación Casa de Alba apunta que Liria sigue recibiendo muchos visitantes durante los fines de semana. “Es cuando más gente viene y por eso tenemos más turnos. Los sábados, los domingos, y los festivos tenemos siete pases por la mañana, y seis por la tarde”, explican. El apoyo de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento a la llamada “cultura segura”, permitiendo que las instituciones culturales sigan abriendo sus puertas, ha ayudado a que destinos como Liria puedan continuar enseñando sus tesoros al público, incluso en tiempos de pandemia.
El Palacio de Las Dueñas
La situación es muy distinta en Andalucía, y eso se siente en la otra joya de la corona de los Alba: el Palacio de Las Dueñas. En esa comunidad, las medidas sanitarias están siendo más estrictas y eso ha afectado al funcionamiento de la residencia sevillana del duque de Alba. “Ahora, Dueñas solo está abriendo los fines de semana”, explican desde la Fundación. La que fue la casa preferida de Cayetana de Alba abre al público los sábados y domingos de 10:00 a 15:00, y cierra su taquilla y acceso a las 14:15. “Tomamos esta medida dada la situación actual de cierre perimetral en Andalucía y la mayoría de sus municipios con la idea de prevenir la propagación del coronavirus en la ciudad”, aclaran desde la Fundación, que está siguiendo todas las medidas recomendadas por las autoridades gubernamentales y sanitarias de esa comunidad.
Dueñas cuenta con el certificado Responsible Tourism , un distintivo del que gozan aquellos establecimientos que siguen las guías de medidas establecidas por el Ministerio de Sanidad para la reducción del contagio por COVID-19 en el sector turístico. También ostenta el sello Save Travels que entrega el Consejo Mundial del Viaje y el Turismo. Al igual que el palacio sevillano, el palacio de Monterrey, en Salamanca, solo está abriendo durante los fines de semana.
La Fundación Casa de Alba esperará a que termine el estado de alarma, el 9 de mayo, para comenzar a normalizar las visitas en los palacios de la familia Fitz-James Stuart. Confían en que, si la pandemia lo permite, se puedan ampliar los horarios de visita y los aforos y, en definitiva, “volver a la normalidad”.