En 1961, cuando se estrenó Desayuno con diamantes , Truman Capote no disimuló su descontento ante la adaptación cinematográfica, de Blake Edwards: “Holly no es flaca, ni es “chic”, ni de cara huesuda como esta Holly Golightly”, se quejó el autor quien, desde el principio, había querido que Marilyn Monroe interpretara ese papel. Seis décadas después de aquello, la Holly encarnada por Audrey Hepburn , vestida por Hubert Givenchy , fumadora sofisticada de boquilla kilométrica, frágil y juguetona, se ha convertido en todo un icono de la cultura popular. Finalmente, tras una serie de exabruptos y encontronazos, Truman Capote dio su brazo a torcer y reconoció que Hepburn había aportado unos matices desconocidos, y atrayentes como los diamantes que rodeaban su cuello, al personaje.
Cuando se convirtió en Holly, Audrey Hepburn ya tenía treinta y un años, una carrera próspera en Hollywood, y una vida sentimental en apariencia estable. Se casó con Mel Ferrer en 1954, el mismo año que ganó su Oscar a Mejor Actriz por Vacaciones en Roma , coprotagonizada por Gregory Peck quien, por cierto, actuó de Cupido entre ella y Ferrer. Sin embargo, con el ‘sí’ a Mel Ferrer, la actriz renunciaba a una de las historias de amor que más marcaron su vida: ella y William Holden. Ambos rodaron, junto a Humphrey Bogart, Sabrina, una película de rodaje complicado, estrenada en ese 1954, un año que parece un parteaguas en la vida de Audrey. William Holden y Audrey Hepburn se enamoraron y vivieron una historia de amor ajena a la pantalla desde el primer día; se escondieron de los ojos del público, pero no del elenco; se enfrentaron a la cólera y a los celos profesionales del ‘duro’ de Humphrey Bogart, lograron sacar adelante la película de Billy Wilder a pesar de la guerrilla sin cuartel que auspició Bogart.
Bob Thomas, biógrafo del actor, escribió lo siguiente sobre este amor más poderoso que el de pantalla (Sabrina, perdonen el spoiler, acabó con el personaje de Humphrey Bogart): Audrey encarnaba todo cuanto él admiraba en una mujer. Ella era joven, once años menor que él; lo consideraba el hombre más guapo que había conocido y estaba fascinada por su encanto masculino y su buen humor. Sin embargo, Audrey Hepburn, poco después, puso tierra de por medio.
Adiós a un amor sin futuro
“Yo estaba muy enamorado de Audrey Hepburn, pero ella no quiso casarse conmigo . De manera, que me dediqué a viajar por el mundo”, comentó Holden años más tarde. En sus días de amor y rosas, Audrey Hepburn había creído que él se divorciaría de su esposa –Brenda Marshall, con quien Holden mantenía un matrimonio lleno de infidelidades por parte de ambas partes–; también soñó con la posibilidad de iniciar una vida en común de la mano de Holden, pero su cuento de hadas se rompió en mil pedazos tan pronto como supo que él no podía tener hijos. Aunque el corazón se negaba, la razón imperó y lo dejó, porque su enamoramiento no nubló su deseo más profundo: convertirse en madre. Fue entonces, cuando inició un desdichado matrimonio de catorce años con Mel Ferrer ; también, cuando William Holden siguió sumando nombres a su lista de conquistas, entre quienes se añadió a Grace Kelly, la rubia impenetrable, aristócrata y bellísima, que acabó con un príncipe de los de verdad.
El siempre perspicaz Billy Wilder, quien había trabajado con Audrey Hepburn y con William Holden, aseguró: “Sus trayectorias profesionales fueron formidables, pero nunca llegaron a ser felices en su vida personal”.
Diez años después, encuentro en París
Lo que la vida real no pudo (un reencuentro entre ellos, fuegos artificiales, amor), lo logró la magia del cine. En 1964, William Holden y Audrey Hepburn volvieron a trabajar juntos. Él, se puso en la piel de un guionista, que camina inexorablemente hacia el fracaso, de la mano del alcohol; ella, interpretó a la joven mecanógrafa que detona la creatividad del guionista en crisis. Frente a la cámara, ambos dejaron de lado sus dolores, bailaron como si no hubiera mañana, regalaron al espectador un conmovedor final feliz, y sellaron un futuro común (el de sus personajes) con un beso en primer plano. Después del rodaje, y de esa conmovedora ternura que trascendió el set de rodaje, William Holden siguió batallando con su alcoholismo y con su soledad. Y ella acabó divorciándose de Mel Ferrer, el hombre que la hizo madre, pero no feliz. El resto -como su segundo y complicado matrimonio de la actriz con el psiquiatra italiano Andrea Dotti , nueve años menor que ella- es historia. “Nací con una enorme necesidad de recibir afecto y una terrible necesidad de darlo”. Así era Audrey Hepburn, como Holly. Su amor por William Holden se quedó en el territorio nostálgico y triste de lo que podía haber sido.