La vida de Quique San Francisco es digna de un guión cinematográfico que podría superar a muchos de los que él mismo ha protagonizado. Desde su infancia, pasando por su problemática juventud a una madurez en la que su estilo directo, llano y sin tapujos conquistó a buena parte del público. Nunca ha tenido inconveniente en revelar los episodios más duros y difíciles de su vida, historias que siempre ha contado con las pinceladas de ese humor canalla que siempre le ha definido y que lo ha convertido en un auténtico referente del mundo de la comedia. "Mi vida es un poema y bastante divertida, aunque ha habido momentos muy duros", afirmaba el actor en una conversación con ¡HOLA! días antes de fallecer.
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Su vocación de actor marcó sus pasos desde una edad muy temprana. Debutó en el cine a los 6 años y a los 13 decidió irse a Madrid para intentar labrarse un futuro en el mundo de la interpretación. Llegó desde Barcelona, donde se crió con su madre, Queta Cobo, a la capital de España prácticamente con lo puesto y así comenzó una vida nómada que mantuvo durante toda su vida. De pensión en pensión -en una de ellas coincidió con Imanol Arias- fue pasando su adolescencia hasta que a los 17 años conoció a su padre, Vicente de Haro, también actor, y se fue a vivir con él. Hasta entonces su madre se había guardado para ella la identidad de su progenitori y el apellido San Francisco es de una de las parejas de Queta. Estuvo dos años conviviendo con su padre, del que siempre ha dicho que tenía un gran talento, y no hay duda de que su hijo lo heredó.
Su pasado como militar
Su juventud fue especialmente intensa, tanto que parece corresponder a varias vidas. A partir de 1975 decidió aparcar su carrera interpretativa para hacer el servicio militar obligatorio en Canarias. Allí le costó adaptarse a la férrea disciplina castrense, por eso pensó que la Legión, un cuerpo mucho más de acción encajaría mejor. Ingresó voluntariamente en esta famosa fuerza terrestre del Ejército, donde se formó como francotirador. No pocas noches en el calabozo después, como él mismo confesó en varias ocasiones, su madre le convenció para que volviese a retomar su carrera como actor.
Corrían los años 80 y Quique San Francisco, como tantos otros de su generación, pensó que el coqueteo con las drogas no tendría mayores consecuenciias a largo plazo. Sin embargo, siempre ha admitido en sus entrevistas que es mentira que sea algo que se pueda controlar y ha arremetido durante contra quienes se lucran del narcotráfico. "Salir de la adicción es horrible. Cuando veo que puede volver a pasarle a otros me dan ganas de llorar" confeso a El País hace dos años.
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La historia de amor con Rosario Flores
Fueron precisamente sus adicciones las que echaron al traste su relación con Rosario Flores, sin duda, su romance más mediático. Se conocieron a través del hermano de la cantante, Antonio Flores, y estuvo cuatro año al lado del actor. "Nos quisimos mucho, ha sido uno de los hombres que mejor me ha tratado", decía en el programa Mi casa es la tuya. El actor tuvo hasta cuatro relaciones estables, todas ellas sin hijos, aunque en alguna ocasión ha confesado que le hubiese gustado tener descendencia. “He tenido mujeres que me han querido mucho y me han enseñado mucho. Me siguen llamando, aunque sea para regañarme. El problema es que yo me despisto”, dijo en una entrevista sobre sus exparejas.
Durante la década de los 80 y 90 también aprovechó para viajar, tanto por Estados Unidos como por el continente asiático, donde tuvo lugar algunos de los sucesos más sorprendentes que ha contado sobre su vida. Según ha contado, estuvo hasta dos veces en prisión en Nepal. La primera por tocar un mono, un animal sagrado en el país, con el que se enzarzó después de que el primate le robase la comida de su plato. La segunda fue tras un altercado con un dependiente de una tienda. En Ven a cenar conmigo. Gourmet edition confesó con el humor sarcástico que le caracteriza que había dormido "muchísimas veces en el calabozo", asegurando que el resto de los comensales (Suso Álvarez, María José Cantudo y Topacio Fresh) deberían ir una temporada para "curtirse".
Los últimos años de su vida estuvieron marcados por los problemas económicos, sobre los que siempre se mostró muy sincero, como siempre que tenía un micro delante. Hace dos años confesó en Sábado Deluxe que estaba viviendo en un hotel después de ser desahuciado de su casa. Eso sí, matizaba con su particular sorna: "Me fui yo antes de que me la quitarán". A pesar de todos los baches a los que se ha enfrentado, incluido el grave accidente de tráfico que en 2002 le postro durante año y medio en una silla de ruedas, hay algo que nunca le faltó: el cariño del público. “Tengo suerte. Veo que la gente tiene un profundo respeto por mí porque saben que tengo más principios de lo que parece por mi imagen de bandarra y, por otro lado, le gusto a los jóvenes porque creo que se han dado cuenta de que me entusiasman”, afirmaba en 2018 en una entrevista en El País. Durante todo este tiempo ha estado viviendo con Tatiana - compañera y aliada desde hace 19 años-, y el hijo de ésta, Pedro. Heredero de una casa en Comillas, podría haberse ido a Cantabria, pero optó por quedarse en Madrid porque, aunque sabe estar solo, le gusta más estar acompañado.
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