“Sí, es cierto, nos hemos separado”, son las primeras palabras que Julio Iglesias, Jr., ha concedido a ¡HOLA! tras conocerse la noticia de su separación de Charisse Verhaert . Después de ocho años de casados y diez más de relación, el cantante y la modelo belga han decidido poner fin a su matrimonio, tal y como adelantó el programa Suelta la sopa, de Telemundo. De acuerdo con este medio, Charisse habría presentado la demanda de divorcio , en Miami, el pasado agosto, por lo que la pareja está tratando de llegar a un acuerdo desde entonces.
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En conversación telefónica desde su casa de Florida, el hijo de Julio Iglesias e Isabel Preysler declara a nuestra revista: “Charisse y yo mantenemos una relación muy buena, además de cariño y respeto, por ambas partes, y así seguirá siendo”. Sin embargo, según hemos podido saber de fuentes cercanas, la pareja atravesaba una crisis desde hace tiempo, aunque, de acuerdo con las mismas fuentes, no existen terceras personas que hayan influido en la decisión de Julio y Charisse.
La modelo se encuentra en estos momentos “en Bélgica, cuidando de su madre, que está enferma”, nos ha confirmado el artista, que también nos ha expresado su deseo de no hacer más declaraciones y su intención de no hablar más de este tema.
Un flechazo
Con esta decisión, Julio y Charisse ponen fin a una bonita historia de amorque comenzó hace casi veinte años. Lo suyo fue un flechazo: “Coincidimos en el mismo restaurante de Miami y la vi de lejos. Ya no pude mirar hacia otro sitio”, contaba el cantante en una entrevista. Desde ese momento, se volvieron inseparables, y aunque a veces sus respectivos compromisos laborales les hacían estar a miles de kilómetros de distancia, no podían vivir el uno sin el otro. “He encontrado una mujer que es buena, sincera y que, aparte de ser una chica fantástica, es mi mejor amiga. Le consulto todo, le pido consejo, se lleva bien con todo el mundo. No concibo la vida sin ella”, nos decía Julio, exultante, sobre su novia.
Dos bodas
Románticos empedernidos, no se casaron una sola vez, sino en dos ocasiones. La primera fue el 3 de noviembre de 2012. Julio, Jr., y Charisse contrajeron matrimonio religioso en el palacio El Rincón, en una celebración inolvidable que reunió a toda la familia. Isabel Preysler ejercía por primera vez de madrina y Julio Iglesias asistía emocionado al enlace de su hijo, que también estuvo acompañado por sus hermanas Tamara, Ana y Chábeli. Enrique y los hijos de Julio Iglesias y Miranda no pudieron acudir.
La segunda fue en noviembre de 2016. Al cumplir cuatro años de casados —lo que se conoce como las bodas de lino—, el cantante y la modelo belga volvieron a jurarse amor y fidelidad eternos, renovando sus votos matrimoniales, en una ceremonia íntima en su casa del lago Tahoe (California). “Hemos cumplido un sueño, nos hemos vuelto a casar como nosotros queríamos. Los dos solos, únicamente con ‘Molly’, nuestra perrita, de testigo”, confesaba entonces el artista.
“Sí, es cierto que nos hemos separado”, declara el cantante a ¡HOLA!. “Pero mantenemos una relación muy buena, además de cariño y respeto, y así seguirá siendo”, añade
Su deseo de ser padres
En ese momento nos anunciaban también su deseo de ser padres, otro sueño que anhelaban cumplir: “ Nos encantaría tener hijos, pero no es tan fácil, dado el ritmo de vida que llevamos ambos. Me va a terminar dando vergüenza porque soy el más mayor de los chicos y ya veo a Chábeli con sus dos hijos, Enrique con otros dos y a mi hermana pequeña, Ana, esperando un bebé... Cuando menos os lo esperéis, Charisse y yo os daremos la noticia”, nos decía Julio, con su habitual tono bromista, hace tres años, durante una visita a Madrid. Pero sus ganas de formar una familia no se hacían realidad, aunque no estaban preocupados al respecto: “Muy a nuestro pesar, el bebé aún no ha llegado a nuestras vidas, pero no estamos traumatizados ni preocupados, no hemos pensado que podamos tener problema alguno. Seremos padres cuando Dios quiera”, nos decía Julio, Jr., rotundo, en otra ocasión.
El deseo no se cumplió y su romántica historia de amor, tristemente, no ha tenido un final feliz.