Suena sorprendente, pero Genoveva Casanova conoció a Natalie Portman en 2005 gracias la duquesa de Alba. Pero a través de su suegra, la desaparecida Cayetana Fitz-James Stuart, sino por la antepasada, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Silva-Bazán, la misma que retrató Francisco de Goya a finales de siglo XVIII. La amistad comenzó en la época en la que Genoveva se encontraba casada con Cayetano Martínez de Irujo, ya que la mexicana ayudó a Miloš Forman a buscar documentación para la película Los fantasmas De Goya, que protagonizaron la actriz israelí y Javier Bardem –y en la que Genoveva realizó un pequeño cameo–.
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Así, nació una bonita amistad entre Natalie y la mexicana, que ha perdurado en el tiempo. De hecho, la exmujer de Cayetano Martínez de Irujo le ayudó a buscar una sala de ballet en Madrid para que la estrella de Hollywood pudiera prepararse para El cisne negro, trabajo por el que que Natalie ganó su Oscar. Ahora es la propia Genoveva quien nos relata, en primera persona, toda esta historia, que es realmente fascinante.
“Hace unos días que ha fallecido Jean Claude Carrière, que fue uno de los mejores guionistas de cine y fue quien escribió casi todas las películas de Buñuel. Pues él era muy amigo mío. Por eso, cuando estaba trabajando en un guión para una película de Miloš Forman, que se llamaba Los fantasmas de Goya –también director de películas como Alguien voló sobre el nido del cuco, Amadeus o El escándalo de Larry Flint–, Jean Claude me llamó para que le buscara información, en los archivos del palacio de Liria, sobre la relación entre el pintor y la duquesa de Alba de la época. No sólo encontré bastante documentación y varios libros, sino también localicé la finca en la que Goya vivió una temporada con la duquesa.
Entonces, Jean Claude me invitó al viaje que estaba organizando con Miloš y el productor, Saul (Zaentz) para buscar las localizaciones de la película por España. Todos vieron conmigo y con sus esposas a Sevilla. Recorrimos Andalucía en coche y les llevé a la finca donde vivió Goya con la duquesa. Ahí nos hicimos íntimos, íntimos, íntimos. La verdad es que me involucré un montón en en el guión de la película y le ayudé un montón, así que me volví medio aprendiz de Jean Claude.
Finalmente, cuando comenzó la grabación, Miloš, Jean Claude y Saul organizaron una cena para que yo conociera a Natalie. Las dos nos caímos hiper, híper, hiperbien. Desde el primer segundo. Fue increíble. Por eso, al día siguiente, invité a Natalie a que se viniera unos días a Liria, que en ese momento yo estaba viviendo en el palacio, y le enseñé el archivo y las obras de arte. A partir de ahí, nos veíamos todos los días y cenábamos juntas todas las noches, con el equipo de cine. Luego, también la invité al palacio de Monterrey, en Salamanca, y a la finca de Sevilla.
Nos hicimos tan amigas que Natalie se vino conmigo a México y estuvo en casa de mis abuelos. Otra vez vino a un cumpleaños mío en Madrid. Después de eso, le fui a visitar varias veces a Los Ángeles y nos vimos en Nueva York. En una de las veces que me quedé en su casa de Los Ángeles, ella me invitó a una comida en casa de Reese Witherspoon. Además, cuando estaba grabando Las hermanas Bolena en Inglaterra, Natalie se encontraba muy sola, muy sola en Londres, así que yo iba a visitarla. En ese rodaje, fue cuando conocí a Scarlett Johansson, que era su compañera en la película.
Ahora que me acuerdo, Natalie también me invitó a ver El lago de los cisnes en Londres y con Lord Rothschild. Todos cenamos en el restaurante del ballet de Londres. También me acuerdo que una vez me llamó porque estaba aprendiendo ballet y me dijo que iba a pasar una temporada en Madrid. Entonces, ya había cogido un piso muy lindo aquí, pero me pidió que le ayudara a localizar una sala de ballet, para que pudiera practicar. Me contó que estaba preparando un personaje y que estaba aprendiendo ballet. Estaba fascinada porque le encantaba el ballet. La película era El cisne negro y, luego, le dieron el Oscar por ese papel.
La verdad es que quiero muchísimo a Natalie Portman. Es muy linda. Es de las mujeres más inteligentes, más cultas y más nobles que conozco. Extremadamente culta e inteligente. Ella se graduó con honores en Harvard. Las dos hablábamos muchísimo de cultura e historia. También es de una calidad humana increíble, una mujer supercongruente con su forma de pensar y sus valores. Natalie es muy humilde y sencilla. No le importa nada figurar ni la fama ni las tonterías. Nada. Siempre está buscando que todas sus acciones tengan un impacto positivo en causas. Por ejemplo, en los últimos Oscar, llevó un vestido con los nombres de las mujeres que no habían sido reconocidas en el cine. También es bastante tímida, además de ser muy cariñosa y muy sensible. Súper, supereducada. Siempre está cuidando que ningún gesto moleste.
Hace tiempo que no veo a Natalie Portman en persona, porque ella luego tuvo a sus hijos y no hemos podido vernos, pero sí que seguimos teniendo trato. Una vez, cuando tuvo a sus hijos, me invitó al festival de Cannes, pero no pude ir. Me ido mucha rabia, la verdad. Sin embargo, todas, todas las Navidades me manda una tarjeta de felicitación y, cada año, la tarjeta es más graciosa. Sus regalos son donaciones a fundaciones, sobre todos, que ayudan a la protección de la naturaleza. ¡Un año adoptó un pingüino a mi nombre! Es muy chistosa”.