Ahora, ya con su padre en casa, sus hijas, Verónica y Paloma Cuevas , han empezado con los preparativos para una celebración muy importante: las bodas de oro de sus padres . Será el próximo mes de octubre cuando cumplan cincuenta años de matrimonio y esperan que la situación sanitaria haya mejorado para poder festejarlo y reunirse toda la familia. No es la única fecha importante para la familia este año; unos meses antes, en mayo, el extorero y empresario taurino cumplirá noventa años.
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Las hermanas están muy ilusionadas y quieren hacer algo muy especial para sus padres, que para ellas son todo un ejemplo de amor, después de estar cinco décadas queriéndose y respetándose, unidos contra viento y marea y haciendo frente juntos a todos los vaivenes y momentos duros de la vida, como la pérdida de su hijo Nano, que falleció en 2014 de un infarto.
Lo suyo es una bonita historia de amor que comenzó cuando apenas eran unos niños y se materializó cuando llegaron a la adolescencia. “Nos conocemos desde que yo tenía nueve años. Por entonces, ya me gustaba Victoriano”, nos confesaba Paloma Díaz en estas mismas páginas, en octubre de 1967, en un reportaje donde el torero y abogado nos la presentaba como su novia.
Cuatro años más tarde, en octubre de 1971, se convertían en marido y mujer en una ceremonia religiosa que tuvo lugar en la iglesia de la Concepción de Madrid. Una boda a la que asistieron cerca de mil invitados, entre los que estaban varias figuras del toreo, artistas como Lola Flores y su marido, Antonio González el Pescaílla, y personalidades de la crónica social como Carmen Martínez-Bordiú, que se celebró en la finca Cortijo blanco. En octubre, quieren revivir este día junto a la bonita familia que han formado y jurarse otros cincuenta años de amor incondicional.