El último fin de semana de enero Kiko Rivera anunciaba públicamente que daba un paso adelante en el enfrentamiento con su madre poniendo en venta su parte de Cantora, la finca familiar que perteneció a Paquirri y en la que vive desde hace algunos años Isabel Pantoja en compañía de doña Ana y su hermano Agustín. Desde que dijo que está dispuesto a deshacerse de lo que le corresponde de esta vivienda son varias las ofertas que ha recibido, pero lo cierto es que el DJ ha desmentido que haya vendido su parte, tal y como ha podido saber HOLA.com. Por el momento la viuda y el hijo pequeño de Paquirri son los dos únicos propietarios de esta hacienda situada entre las localidades gaditanas de Medina Sidonia y Vejer.
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En estas semanas han surgido algunos compradores que están interesados en adquirir un porcentaje de Cantora, finca que se extiende a lo largo de 500 hectáreas y cuenta no solo con la vivienda sino también con bodegas, huerta, piscina, cuadras para caballos e incluso una plaza de toros en la que solía entrenar Paquirri. La venta no se ha llevado a cabo a pesar de la información adelantada en Sálvame, donde aseguran que el 8 de febrero el intérprete de temas como Chica loca, Cicatriz o Quítate el top recibía un cuantioso cheque al firmar un contrato de arras en una notaría del centro de Sevilla a la que acudía también el empresario y ganadero José María Garzón. De hecho, el propio Kiko ha entrado casi a final del citado programa para desmentir la noticia. "Ojalá fuera verdad", ha afirmado antes de explicar que le han llegado varios compradores por parte de sus hermanos Francisco y Cayetano, pero que aún no ha tenido ninguna reunión para tratar el asunto. Del mismo modo, el Dj ha negado que los dos hijos mayores de Paquirri le hayan dicho que quieran quedarse con Cantora.
De este modo, el marido de Irene Rosales sigue siendo oficialmente copropietario de Cantora, una casa llena de recuerdos buenos pero también malos, y es que allí se sitúa el origen del conflicto con su madre. Aunque la paz familiar saltó por los aires en octubre tras una entrevista televisiva de Kiko, él mismo contaba que todo empezó a complicarse en verano. En agosto el DJ se desplazó hasta la finca con su mujer y sus hijas para celebrar el cumpleaños de Isabel Pantoja, pero lo que comenzó como un día de felicidad se empañó cuando el artista abrió una habitación que habitualmente estaba cerrada y comprobó que en su interior estaban las pertenencias de su padre que supuestamente correspondían a los hijos mayores de Paquirri, nacidos de su matrimonio con Carmen Ordóñez.
Un cambio radical
La relación de Kiko e Isabel está rota y parece que no hay vuelta atrás. De hecho personas tan cercanas a ambos como Anabel Pantoja consideran que, llegados a este punto, no hay solución posible. Entre ellos no hay comunicación alguna y tampoco hablaron para el 37 cumpleaños del DJ, quien solo días después de soplar las velas iniciaba nueva etapa laboral con el programa de entrevistas En casa con Kiko, en el que recibía a Bertín Osborne como primer invitado. Aunque madre e hijo no hablan, la artista sí ha tenido últimamente contacto con sus nietas, las pequeñas Ana y Carlota, con las que hacía una videollamada para felicitar a la benjamina de la familia.
Mientras Kiko intenta acostumbrarse a esta nueva situación y está dispuesto a cumplir con las últimas voluntades de su padre, su mujer también atraviesa una etapa complicada. Irene Rosales ha dado un paso al frente para pedir ayuda profesional tras un año que difícilmente olvidará. Cabe recordar que la colaboradora de Viva la vida ha perdido a su padre con escasos meses de diferencia (Mayte Vázquez fallecía en febrero de 2020 y Manuel Rosales en noviembre), un duro golpe tras el cual tiene por delante la difícil misión de recomponerse y acostumbrarse a vivir sin sus dos referentes.
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