Este jueves, 18 de febrero, Laura Valenzuela , uno de los rostros del mundo del espectáculo que evocan más cariño, simpatía y cercanía, cumple noventa años . Lo hace completamente desaparecida, ya que la gran presentadora y actriz lleva retirada de la vida pública casi una década, tras recoger el Premio Iris Toda una Vida que le entregó el Consejo de la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión en reconocimiento a su trayectoria profesional. De hecho, incluso hace tres años se llegó a hablar de que Laura estaba atravesando un delicado estado de salud. Una noticia que corrió como la pólvora pero que su única hija, Lara Dibildos , nacida de su matrimonio con el productor José Luis Dibildos, se encargó de desmentir, afirmando que, aunque había sufrido una caída “un poco fea”, se encontraba estupendamente, como siempre.
Aún así, lo cierto es que la inolvidable Laura, vive alejada de la popularidad y volcada en sus dos nietos: Fran, de veintitrés años y Álvaro, de trece, con los que ahora, a causa del pandémico virus, no podrá celebrar un aniversario tan redondo. “No, este año es imposible. No podremos celebrarlo como le gustaría a ella por culpa de la pandemia y no te puedes imaginar lo enfadada que está. Es la primera vez que la he oído decir tacos”, nos cuenta Lara, que está inmersa en los ensayos de su nueva obra de teatro, Más frío que aquí, que representará los próximos 6 y 7 de marzo en el Teatro Zorrilla de Valladolid.
¿La ves a diario?
Sí, vivimos muy cerquita la una de la otra y procuro comer o merendar con ella todos los días.
¿Cómo se encuentra de salud?
Va a cumplir noventa años y tiene los achaques lógicos de su edad, como la tensión y el colesterol, que controla con una alimentación sana, pero, en líneas generales, se encuentra muy bien. De hecho, nos hicimos unos análisis juntas hace unos días y los resultados de su analítica han sido mejores que los míos, porque yo tengo el hierro por los suelos. De verdad, firmaría ahora mismo por estar como ella a sus años. No ha perdido ni el sentido del humor ni nada.
Decidió desaparecer de la vida pública hace casi diez años y por sorpresa, ¿qué le llevó a tomar esa decisión?
Estaba cansada de ir de evento en evento todos los días, porque tenía muchos amigos que la seguían llamando. Como se veía incapaz de aceptar unas invitaciones y rechazar otras, acudía a todos, hasta que un día se plantó y dijo: “¡Se acabó! Quiero que sigan recordando como Laurita Valenzuela, así que a partir de ahora me dedicaré a ser la “nona” Laura”.
¿Nunca se arrepintió de tomar esa decisión?
¡Nunca! En aquel momento, yo no paraba de hacer giras de teatro y ella pensó que había llegado el momento de cuidarme a mí y a sus nietos. Gracias a ella, he podido dedicarme a lo que me gusta, y no a algo que por horarios podía compaginarlo con la maternidad, pero que no me llenaba. Nunca podré agradecer lo suficiente el apoyo que me prestó.
¿Tampoco echa de menos el trabajo?
Para nada. Cuando me comentó que lo dejaba, no la creí, porque tenía setenta años y estaba estupenda, pero se sentó conmigo y me lo dijo súper convencida. Además, cuando toma una decisión, lo hace después de meditarlo mucho y para siempre. Igual que cuando decidió casarse con mi padre y tenerme a mí.
No nos equivocamos, entonces, si decimos que tu madre lo es todo para ti.
Tú lo has dicho. Aparte de la vida, le debo todo. Enviudó hace casi veinte años y, desde entonces, ha hecho de madre, padre y abuela. En mi casa, ha sido siempre la valiente, la que tomaba decisiones aunque fueran algo arriesgadas. Espero haber heredado algo de su forma de ser.
¿Qué crees que tienes de ella? ¿Qué te dicen?
Pues no lo sé, pero cualquier cosa que me caiga, bienvenido será. No sé si es cierto, pero últimamente me dicen que cada vez me parezco más a ella. De hecho, hace poco, un señor me dijo: “Con el permiso de mi mujer, le diré que tiene las mismas piernas que la Valenzuela” ¡Ya me gustaría, ya!
Como madre, ¿ha sido siempre muy exigente?
Exigente no, era un sargento de caballería. Tenía mucho carácter y, cuando se enfadaba, no era miedo lo que sentías sino lo siguiente. Esa educación tan estricta que recibí tanto de ella como de mi padre, no la entendí en su momento, pero ahora se la agradezco todos los días de mi vida. Lo que me sorprendió es que, al nacer sus nietos, se convirtió en la abuelita de Heidi. A mí no me dejaba hacer ni la mitad de lo que les deja hacer a ellos.
¿Los ve mucho?
A Fran lo vio en navidades, porque está viviendo en Murcia, y con Álvaro mantiene ahora el contacto a través de las videollamadas.
¿Ella cómo se entretiene ahora en su casa, porque salir saldrá poco a la calle?
Antes de la pandemia salíamos a comer a un restaurante cercano a su casa, pero un día nos dijo que se encontraba más a gusto en casa y ahora no sale nada, solamente cuando tiene consulta con el médico. Lo que más le gusta es que la vayamos a ver a su casa, donde se dedica a escuchar canciones de antes como las de Sara Montiel y a hacer crucigramas, que son buenos para ejercitar la mente.
Aunque ha vivido toda su vida en Madrid, a donde se mudó la familia cuando la niña Rocío Espinosa López-Cepero (Laura Valenzuela) sólo tenía un año, siempre ha pregonado su raíz andaluza: “Andaluza, y de Sevilla, por los cuatro costados”. Como Rocío estudió Comercio y como Rocío empezó a trabajar de secretaria en una empresa de automóviles y de vendedora y modelo en una tienda de moda pero cuando, en los 50, surgieron las ofertas de cine y televisión eligió de nombre artístico el de su madre, Laura, y uno de sus apellidos. Valenzuela. De Rocío Espinosa pasó a Laura Valenzuela.
Es de las primeras caras que la televisión -TVE- metió en nuestras casas desde que inició sus emisiones el 28 de octubre de 1956. Joven, alta, guapa, con estudios, con idiomas (un francés perfecto), y con estilo, fue incorporada de inmediato como presentadora “de todo”, al igual que Blanca Álvarez. En el otoño de 1957, las dos intervenían en el primer concurso de la tele, Preguntas al espacio. Otro de los primeros programas de Laura, entonces Laurita , fue Festival Marconi.
Simpática, muy natural en la comunicación, su popularidad fue a más y alcanzaría la cumbre a partir de 1968 presentando los programas Cantamos contigo, Galas del sábado y Canción 71, estos dos en pareja con Joaquín Prat, sin duda alguna una de las parejas más queridas de la televisión. Esa popularidad y el dominio de idiomas llevó a TVE a elegirla para presentar en Madrid el Festival de Eurovisión 1969 con más de trescientos millones de audiencia y cuatro países ganadores por empate de votos, entre ellos España que repetía con el Vivo cantando de Salomé tras haber ganado Massiel en 1968 con el La, la, la.
Alejada nueve años de la pequeña pantalla, volvió a TVE en 1990 con el Feliz nochebuena. Vivió una etapa en Telecinco, Se acabó la siesta con Agustín Bravo y Las Mañanas de Telecinco con José M. Iñigo. De nuevo en TVE, la vimos en Mañanas de primera con su hija Lara Dibildos.
En la celebración de los 50 años de TVE, Laura Valenzuela actuó de presentadora emblemática con Anne Igartiburu y Paula Vázquez .
Por esas cosas y muchas más, es una histórica de la televisión en España, pero aunque de ahí, de su magnífico trabajo de presentadora le venga la fama, no hay que olvidar a la actriz de cine. Porque su entrada en el mundo del espectáculo la hizo precisamente en el cine, con papeles de reparto en las películas El pescador de coplas de Antonio del Amo, Alta costura de Luis Marquina y La ciudad de los sueños de Enrique Gómez, las tres estrenadas a lo largo de 1954. A partir de entonces, interpretó cerca de cuarenta películas, producciones españolas y coproducciones en las que coincidió con figuras como Alain Delon y Sophia Loren.
Perfeccionista y exigente consigo misma, ella valora mucho más su carrera en televisión, pero en su vida es indiscutible la importancia de su cinematografía desde esos primeros filmes hasta el de su despedida Españolas en París hace 50 años. Suele contar Laura que esta su última película es la única en la que se ve bien. “Por ser la última, rodé feliz y tranquila, sin los nervios que me impedían disfrutar en los rodajes”.
Hay un título que marca un hito en su biografía: Ana dice sí de Pedro Lazaga. En esa comedia de enredo con Fernando Fernán-Gómez y Analía Gadé de pareja estelar es donde Laura, en papel de reparto, pero que le permitía lucir su belleza esplendorosa, conoce a José Luis Dibildos, guionista y productor (Agata Films), que será el hombre de su vida. Curiosamente, Dibildos no la contrató porque a él le gustase sino por sugerencia de su padre que la admiraba de verla en TVE. Como la propia Laura, con humor, cuenta: “De entrada, quien se fijó en mi no fue mi marido sino mi suegro”. José Luis Dibildos la contrataría para trece películas, pero él hizo que el amor fuera para siempre. Vivieron un largo noviazgo, cerca de los catorce años, hasta que el 27 de marzo de 1971 se cruzaron el “sí quiero” . El 23 de septiembre de ese mismo año nació su hija única Lara Paula , la ahora popular actriz Lara Dibildos. El 12 de abril de 2002, a los 73 años, fallecía en Madrid Dibildos, uno de los grandes cineastas de España como guionista y productor, premiado con el Goya de Honor. Sin su marido, pero muy feliz con el amor de su hija y de sus nietos. Laura Valenzuela cumplirá y celebrará los noventa en la intimidad.