A pesar de la complicada situación sanitaria que vive nuestro país a causa del coronavirus, Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa no renuncian a su vida social. En esta ocasión, salieron de casa para disfrutar de una cena romántica en uno de los restaurantes más selectos del centro de Madrid. Ante la proximidad de San Valentín, la pareja acudió a celebrar su amor a uno de sus establecimientos favoritos. Después de varias horas en el interior, Isabel y Mario salieron justo a tiempo para regresar a casa cumpliendo con el toque de queda establecido a las 10 de la noche.
El escritor y su pareja, que en unos meses celebrarán el sexto aniversario del comienzo de su historia de amor, viven un gran momento personal. Aunque han disminuido notablemente sus apariciones públicas debido a la pandemia, disfrutan en casa de la compañía de las dos hijas de Isabel, Tamara y Ana, así como de su yerno, Fernando Verdasco, y de los dos hijos de estos, Miguel y el pequeño Mateo, de mes y medio.
Cuando menos se lo esperen, el nobel de Literatura e Isabel tendrán la casa para ellos solos. Ana y los niños empezarán a acompañar a Verdasco en las diferentes competiciones de tenis en cuanto les sea posible. Y a esto se une la noticia de que Tamara acaba de comprarse un piso cerca del domicilio de su madre, en el que piensa independizarse en cuanto estén terminadas las obras. Si su intención es mudarse a la nueva vivienda con su novio, Íñigo Onieva, el tiempo lo dirá.
Lo que está claro es que, de momento, no tienen planes de boda, tal y como informamos en nuestro número anterior y tal y como Isabel confirmó a los reporteros que la aguardaban en la puerta del restaurante. Al preguntarle por el supuesto anillo de compromiso que lució en El Hormiguero , respondió con rotundidad: “Eso ya son invenciones vuestras”. Por su parte, Mario reconoció que Tamara está en uno de los mejores momentos de su vida: “Le va muy bien y está muy contenta”.