Assumpta Serna es una mujer polifacética. Actriz con más de cuarenta años en el cine español e internacional (ha interpretado unas 200 películas y 50 series de televisión, entre ellas, ocho episodios de Falcon Crest), hace algo más de veinte puso en marcha la Fundación First Team , que ampara la edición de libros de cine y comunicación, la producción de cortos y audiovisuales y una escuela de actores que, con el tiempo, ha ido evolucionando a un centro de comunicación online (www.escuelaassumptaserna.com) para intérpretes, profesores, empresarios y ahora, también, para... clérigos. Sesiones personalizadas, individuales o en grupos reducidos donde ella y su marido, el también actor escocés Scott Cleverdon, ejercen de tutores de sacerdotes y seminaristas. “Me sorprende su humanidad, su humildad y sus ganas de aprender”, afirma la actriz. Tal ha sido su tirón que esas clases han tomado forma en un libro, Entre la espada y la pared , que han escrito al alimón con el sacerdote Juan Carlos Sánchez.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
—¿Cómo surgió la idea de esta guía práctica de comunicación para quienes tienen la misión de transmitir la Palabra de Dios?
—Juan Carlos y yo trabajamos juntos en Red de libertad, una de las películas de las que estoy más orgullosa de las últimas que he hecho, donde encarné el papel de una hija de la caridad. Un trabajo que me dio la oportunidad de conocer la compañía como una persona que lleva muchísimos años alejada de la Iglesia. A raíz de eso, Juan Carlos me dijo: “¿Por qué no estudias un poco nuestra comunicación y ves si podemos hacer talleres?”. Y así hicimos. A partir de ahí, organizamos algunos cursos para seminaristas y curas, y de esos encuentros nació Entre la espada y la pared. En sus páginas hablamos, evidentemente, de cómo comunicar mejor la Palabra de Dios, aunque no va dirigido exclusivamente a los religiosos.
—¿Las claves que ofrecéis son muy diferentes a las técnicas del actor?
—No. En realidad nosotros siempre abogamos por la comunicación honesta con el público, sea cual sea el área. También a que el temor a hablar en público se transforme en ganas de comunicar. Se tiene que romper el miedo a predicar con pasión aquello en lo que se cree. Si desde fuera no se percibe esa pasión por lo que se comunica, el mensaje es irrelevante. Por otra parte, la Iglesia tiene que dejar de lado esa comunicación paternalista y autoritaria y empezar a salir a la calle, a Internet, a las redes sociales…
—¿Lograrán así unas homilías más eficaces que lleguen no solo a creyentes, también a los descreídos?
—Sí. A aquellos que creen los ayudamos a contar su creencia. Ahora bien, si por la otra parte no hay voluntad de escuchar, apaga y vámonos. Yo creo que escuchar al otro es fundamental y el interés, en este caso, tiene que surgir cuando oyes los testimonios de personas que son creyentes y descubres que lo que cuentan les funciona.
—¿Vuestras recetas valen también para los obispos?
—Bueno, hasta ahora, no hemos tenido ninguno, pero la verdad es que hay bastantes obispos que comunican bien.
“Mi objetivo no es ganarme el cielo, sino portarme bien conmigo misma y con los demás en la tierra”, afirma la intérprete, que también ha fundado con otros cineastas la Familia de Cine, para la creación y promoción de proyectos audiovisuales y de teatro
-En la comunicación, ¿qué importa más: lo que se dice o cómo se dice?
-Yo creo que hay que saber cuando se habla y porqué se habla. Tenemos que saber porqué hablamos, porqué decimos algo y muchas veces no lo hacemos. Si no sabes lo que quieres, no puede empezar a hablar. Primero es el por qué, luego el qué y, por último, el cómo. Ese cómo es la forma que te hace embellecer el qué.
—En vuestro libro, un diálogo a tres, ¿dais cabida también a los ateos?
—Precisamente está hecho para los ateos como yo y como Scott, que se define a sí mismo como ‘ateo cristiano’.
—¿Confías en ganarte con esto el cielo?
—Mi objetivo no es tanto ganarme el cielo, sino portarme bien conmigo misma y con los demás en la tierra. Lo que realmente te hace más feliz es el dar amor y recibirlo.
—Otro de tus últimos proyectos ha sido la Familia de Cine, que habéis creado el año pasado.
—Sí, es una comunidad de casi doscientos profesionales (www.familiadecine.com) que se ha creado en el confinamiento a partir de los coloquios de nuestro canal en Youtube (youtube/com/escuelaassumptaserna) y cuya misión es ofrecer obras teatrales y audiovisuales relevantes. Y, a través de patreon.com, fomentamos el networking y el trabajo en equipo y ayudamos a la creación y distribución de nuevos proyectos de teatro, cine y televisión. En mi caso, la obra El ángel de la información, que dirigiremos Scott y yo y protagonizarán los actores Rebeca Valls, Francesc Albiol y Marc Rivera. En principio, se estrenará el próximo mes de junio, en el MADFeria, de Madrid.
-Actualmente estás casada con el actor escocés Scott Cleverdon, doce años menor que tú, con quien llevas veintiocho de matrimonio. ¿Cuál es la clave para la feliz convivencia de la pareja?
-En la vida todo cuesta, así que yo pienso que una de las primeras claves es trabajar para ello y pensar que esa persona está a tu lado porque la quieres; si no, la cosa empieza a torcerse, a tener aristas.