Inés Sastre ha recibido estos días el cariño de sus amigos, que no la han dejado sola en un momento tan difícil, tras la pérdida de su padre, Eduardo, el pasado 30 de enero. Y si ha sido importante su apoyo para la modelo, imprescindible es el amor de su hijo. Diego, de catorce años, abrazó a su madre y fue su aliento y su consuelo en su momento más duro, el pasado martes, cuando lo despidieron en el cementerio de Ávila, donde depositaron sus cenizas en el panteón familiar de los Sastre. Fue un adiós en la más estricta intimidad debido a la situación de la pandemia, pero Inés estuvo rodeada por su familia paterna, que la ha arropado en su duelo.
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El pasado septiembre, la modelo se instaló en Madrid con su hijo, después de treinta años viviendo en París, y uno de los motivos fue estar cerca de su padre, una acertada decisión que le ha permitido pasar más tiempo junto a él y a Diego disfrutar de su abuelo, con el que tenía una gran complicidad.