En febrero de 2020, Ágatha Ruiz de la Prada recibía a ¡HOLA! en su casa de campo para anunciar su ruptura con Luis Miguel Rodríguez, el propietario de Desguaces La Torre, quien había sido fotografiado semanas antes con una mujer por las calles de Madrid. Escéptica a la hora de pensar en rehacer su vida sentimental, la diseñadora, también marquesa de Castelldosríus y baronesa de Santa Pau, no sabía entonces que, pocos días después, Luis Gasset entraría en su vida.
“Nuestra celebración de San Valentín ha sido superromántica. Encima, lloviendo y estrenando la ‘suite’ del hotel. Ha sido impresionante”, asegura Ágatha
Su historia de amor con el director general de Ansorena ha sido especialmente intensa desde el inicio. A las dos semanas de conocerle, estalló la pandemia y, entre los infortunios ocasionados por el maldito coronavirus, Luis terminó hospitalizado, debatiéndose entre la vida y la muerte. En los quince días que permaneció ingresado, Ágatha siempre estuvo pendiente. “Era como lo que El viento se llevó”, nos apunta la diseñadora, que prefiere recordar aquellos momentos tan inciertos como “una película romántica”.
A punto de cumplir su primer año juntos, Ágatha y Luis celebran San Valentín por todo lo alto. Lo hacen con una romántica cena en el restaurante del Four Seasons, uno de los hoteles más lujosos del centro de Madrid, y pasando la noche en una de sus exclusivas suites. A la mañana siguiente de su idílica velada, ambos reciben a ¡HOLA! “Ha sido la bomba”, confiesa la diseñadora, que no duda en mostrar lo prendada que se encuentra de su novio al verlo arreglado para la ocasión: “Está espectacular”.
“Soy extremadamente detallista. Lo mejor del mundo es una mujer detallista con un hombre. Ella lo demuestra con su humanidad”, apunta Luis
—Vaya celebración de San Valentín.
—Es la primera vez que duermo en un hotel en Madrid. Y, quizá, en la mejor habitación de la ciudad. No se puede viajar, pero en Madrid sí y se pueden hacer cosas extraordinarias.
—¿Ha sido una noche romántica?
—Superromántica. Ha sido una gozada pasar la noche. Además, han dicho que hemos estrenado la suite.
—Como una marquesa, lo que eres.
—(Ríe). Es un planazo. Encima, lloviendo. Ha sido impresionante.
—¿Te consideras romántica?
—No me considero nada romántica. Nunca lo he sido. Da pena porque tendría que serlo.
—¿Te gusta San Valentín?
—No me gusta San Valentín, pero me gusta este año. Estoy aprendiendo a celebrar. También es verdad que mi vida es tan apoteósica que nunca he necesitado celebrar ni cumpleaños. En mis desfiles, venían mil personas y gente de toda España, hasta de Argentina, México… Después de eso, un cumpleaños parece una mierda. Encima, hacía setenta y cuatro desfiles al año, como si fuera un cumpleaños diario.
“Me entran celos. Creo que siempre he sido celosa, pero es que se le acercan todas. Pobre, se queda un poco agobiado”, reconoce ella
—Entonces, es Luis quien pone el romanticismo en la relación.
—Seguramente. Es que Luis está muy bien educado, aunque yo también. Este año ha sido muy especial y he tenido la inmensa suerte de tener un plan muy guay. Estar con Luis ha sido una gozada.
—¿Él es detallista? ¿Cuál es el regalo más especial que tienes?
—Mira, soy la persona más difícil de regalar del mundo. Aunque en este reportaje salga con joyas de Ansorena, soy poquísimo de joyas. No son algo que me dé placer. Reconozco que es muy difícil acertar conmigo. Ni yo misma sé lo que quiero.
El arte de subastar
—Pero, por su trabajo, Luis tiene acceso a piezas de arte…
—Me parece que tiene el trabajo más divertido del mundo, hay tanta marcha... Mientras que todo ha ido fatal este año, las subastas han ido genial. Todas. Es un fenómeno que nadie se lo explica y es lo que me divierte.
—¿Te has animado a participar en subastas?
—Sí, he comprado y he vendido. Por primera vez en mi vida, vendí, en julio, en una subasta de Christie’s. Fueron dos esculturas de Franz West que había en mi casa… Invité a comer a Pilar Medina Sidonia, que era la presidenta de Christie’s, y me comentó si quería hacer una valoración de todo lo que tenía. Aunque dije que no en un principio, me convenció, porque soy muy facilona. A los quince días, estaba vendiendo las piezas en Nueva York. Fue una experiencia interesante, aunque muy rápida.
“Él no se deja ‘agathizar’ nada. Cero. Tampoco lo intento, porque me divierte que sea así el contraste. Lo bonito son los mundos distintos”, nos cuenta la creadora
—¿Has querido vender más?
—De momento, no. Es que, eso, tampoco quería vender las esculturas, pero me hicieron una oferta que no podía rechazar.
—Ahora se cumple el primer año de tu historia de amor con Luis, ya que lo conociste el cuatro de marzo, justo antes de estallar la pandemia. ¿Qué balance haces?
—Qué suerte he tenido con Luis. Ha sido como un milagro en este año tan difícil. Me han pasado cosas mágicas, pero, sin duda, lo más mágico ha sido conocerlo. Antes, cuando se ha puesto el jersey azul clarito, como sus ojos… Era una cosa espectacular.
—¿Es lo que más te gusta de él?
—Sí. Me encantan.
—¿Quién te iba a decir que consolidarías una relación en plena pandemia?
—Ha sido como muy romántico. Me acuerdo que tuve a Cósima muy malita de pequeña, por bronquiolitis, y estuve una noche durmiendo con ella en una especie de UVI. La vida en los hospitales es superrerótica. Es la vida o la muerte. Ya todo da igual. Van a tope los médicos. Es todo muy romántico y pasional.
—Pues Luis estuvo a punto de morir.
—Por eso. Conoces a alguien que te encanta y, de repente, está a punto de morirse. No me lo podía creer. Era como Lo que el viento se llevó.
—¿No sois de dos mundos distintos?
—Pero lo bonito son los mundos distintos. Si no, me enamoraría de alguien que trabaje en mi estudio. Pero Luis me da una envidia cuando me cuenta lo que es su trabajo… Es tan divertido… También me divierte cotillear las casas, los objetos de arte… Desde una tacita o una cucharilla a un cuadro, una escultura o tapiz. Todo, lo antiguo y lo moderno.
—Siendo él tan formal vistiendo y tú, un estallido de color, ¿nunca has llegado a pensar: “Qué hacemos juntos”?
—El ir tan formal es un sacrificio para él y agradezco mucho que lo haga. Es muy mono. Siempre me han gustado los señores bien vestidos y cuidados.
‘Me divierte el contraste’
—Hoy se ha puesto una corbata tuya. ¿Se deja “agathizar”?
—Cero. Tampoco lo intento porque me divierte que sea así, el contraste.
—¿Tus amigas no se mueren de envidia por tu relación con Luis?
—Sí, me voy a quedar sin amigas y sin clientas por culpa de Luis (ríe).
“Me voy a quedar sin amigas y sin clientas por culpa de Luis —bromea sobre la envidia—. Todas me dicen que es un cañón. Tiene muy buen cuerpo”, confiesa Ágatha
—Después de las fotografías que os hicieron a los dos en las playas de Canarias, le habrán visto sin camiseta.
—Es una faena porque me quedo sin amigas (ríe). Todas me dicen que es un cañón. Tiene muy buen cuerpo, le gusta correr y se cuida.
—¿Tenéis planes de futuro?
—Ninguno. El único, ir al teatro el domingo.
—¿Os planteáis vivir juntos?
—Es que estamos tan contentos así que estamos felices. Además, vivimos cerca, no hace falta.
—¿Y si te pide que te cases con él?
—Ya sabéis que soy poco de casarme. Mira que estuve años con el “innombrable” y, cuando me casé, se fue todo al traste.
—Después de separarte, ¿pensabas que tendrías una vida sentimental tan intensa?
—Nunca, porque soy totalmente impredecible. A Luis me lo presentó mi amiga Olivia Herbosch. Más o menos, estaba abierta al tema.
—¿Fue una cita a ciegas?
—No, porque vino mi amiga. Pero, bueno, llámalo como quieras. Era una cita para conocernos. Ahora estoy presentando a mogollón de amigos entre sí. Una de las cosas que más me gusta es hacer relaciones.
“Conoces a alguien que te encanta y, de repente, está a punto de morirse. No lo podía creer. Era como ‘Lo que el viento se llevó’”, dice Ágatha sobre el ingreso de Luis por COVID
—Con lo bien que te ha ido con Luis, normal que quieras buscar novio a tus amigas.
—Calla, que no sabes la de gente que ha llamado a Olivia para que les presentara a alguien (ríe).
—Luis ha congeniado con tus hijos.
—Tristán y Cósima están encantados con él. Y yo estoy entusiasmada con las hijas de Luis. Son la bomba. Educadísimas y adorables.
—Alucinarán con que su padre tenga una novia tan única…
—Conmigo se han portado fenomenal. Luis también está muy pendiente de Cósima y Tristán. Los dos le quieren muchísimo.
“He pasado del ‘más allá’ al más acá y soy muy afortunado —ríe—. Ha sido extraordinario conocerla. Es una experiencia de vida única”, añade el novio de la diseñadora
Toma partido entre María Teresa e Isabel Gemio
—No sé si eres como María Teresa Campos y te molesta que te mencionen la edad, pero…
—(Interrumpe). No me molesta, pero, aquí, estoy muy del lado de María Teresa. He concedido miles de entrevistas y la más antipática que me han hecho nunca fue la que me hizo esa periodista…
—¿Te refieres a Isabel Gemio?
—Sí. Nunca me he sentido más incómoda en una entrevista. Un amigo mío me pidió, como favor, que me entrevistara ella en la radio… Nunca me han tratado peor. Nunca. ¡Menos mal que me pidieron el favor! Así que estoy totalmente al lado de María Teresa. Al cien por cien. No es lo que preguntas, sino cómo las dices, con cariño o de una forma ofensiva y antipática. Y conmigo, Isabel Gemio fue antipatiquísima.
—En realidad, la pregunta era si te molestaba que te mencionaran la edad, por preguntar cómo se vive el amor a los sesenta años.
—Genial, la verdad. Una gozada.
—¿Con más pasión que de joven?
—Muchísima más. Esto es un milagro. Cuando te llega de joven, es como una cosa impuesta: tener hijos, no sé qué… Es un rollo. Ahora es mucho mejor.
—¿El sexo deja de ser importante con la edad?
—Para mí, nunca había sido muy importante, pero cada día lo es más, dentro de que no es lo más importante para mí.
—¿Y a qué le das más importancia en una relación?
—Depende, hay épocas en tu vida. Pero tener alguien que te dé compañía, que te puedas ir a otras partes… Eso es superimportante.
—¿Cuál es la clave para que no se apague la llama?
—Ese es el milagro. Quizá hay que currárselo, no lo sé.
“Es el mejor año de mi vida. Este ha sido muy dinámico, en todos los sentidos”, asegura Luis
—Pero también es importante la creatividad y en eso tienes mucho que decir.
—Bueno, no sé… La verdad es que me lo he pasado fenomenal, pero no le daba ninguna importancia a eso. Ninguna.
—Cuando lean tus anteriores parejas la entrevista…
—Sí, sí (ríe). Es verdad que no le daba ninguna.
—Con los predecesores que tienes, ¿te entran celos con Luis?
—Bueno… Sí… Creo que siempre he sido celosa.
—¿Y lo exteriorizas?
—Creo que sí…
—¿Has tenido algún ataque de celos con Luis?
—De momento, no, porque él es muy mono. Pero lo podría tener…
—¿Acaso notas si se le acerca alguien con intenciones?
—Ostras, ¡se acercan todas!
—¿Y cómo reaccionas?
—Reacciono mal.
—¿Y Luis, con lo educado y caballeroso que es?
—Pobre, es muy mono y se queda un poco agobiado.
La relación entre Luis Gasset y Luis Miguel Rodríguez, ex de Ágatha
—Hace justo un año hablábamos de tu ruptura con Luisimi. Cómo ha cambiado tu vida en tan poco tiempo.
—Todo esto lo planeas y es difícil que te salga, porque la vida es una tómbola.
—A pesar de dejarlo con Luismi, mantenéis la amistad. ¿Le has presentado a Luis Gasset?
—Se conocían, qué casualidad. Antes de estar con Luis, Luismi iba a hacer la subasta de coches con Ansorena. Cuando se lo comenté a Luis, me dijo que Luismi le parecía simpatiquísimo.
—¿Y qué te ha dicho Luismi de él?
—No me ha dicho nada.
—¿Cómo va la relación con el padre de tus hijos? ¿Ha mejorado?
—Nada. Mi relación con él es poca y mala.
—Te amenazó con denunciarte. ¿Lo llegó a hacer?
—No, gracias a Dios.
—¿Tuvieron que intervenir Tristán y Cósima?
—No hizo falta, pero fatal, fatal… Es una relación muy mala.
—¿Crees que podréis encontrar la paz?
—No creo. Se ha estropeado mucho.
“No tenemos planes de futuro. Ya sabéis que no soy de casarme. Estuve años con el ‘innombrable’ y, cuando me casé, se fue todo al traste”, recuerda la diseñadora
—¿Cómo estás viviendo la pandemia?
—Una cosa que he hecho ha sido ordenar mis cosas, además de leer más. También mantener vivos a tus amigos y a la gente que conoces y quieres. Es muy, muy, muy importante. Más que nunca. Durante el confinamiento, dejaba el teléfono a las nueve, pero todo el día estaba pendiente de amigos míos de Colombia, Argentina, Sevilla… Algunas amigas no han salido desde marzo. Entonces, al menos, cada semana o diez días, hablo con ellas. (De repente, se oye la sirena de una ambulancia desde la «suite», en la que transcurre la entrevista). Mira, ahora una ambulancia. Lo que más se ha gastado la gente es en farmacias para comprar medicinas. (Se oye otra sirena). Otra ambulancia, qué horror. Menos mal que, en la época terrible del confinamiento, me encontraba en el campo y no oía a las ambulancias, porque se te ponen los pelos de punta.
‘Casi una pérdida diaria’
—¿Eres aprensiva o hipocondríaca?
—Cero hipocondríaca. Este año, he viajado cuando he podido, he ido al teatro, a la ópera, a la zarzuela… A todas partes. Pero mantengo mucha distancia social de toda la vida. Por ejemplo, antes del coronavirus, llevaba diez años con gel en mi bolso.
—Antes de la pandemia, ¿ya te echabas el gel después de saludar a alguien?
—Desde luego. Ahora no paro de hacer planes. En la exposición —recientemente celebrada en Vitoria, con cuarenta diseños suyos—, me agobié porque se acercaba la gente y eso que no había público. Eso es aterrador, porque se te acercan tanto… Pero siempre he sido poquísimo hipocondríaca.
—A lo largo de este año, has tenido que lamentar muchas pérdidas.
—Muchísimas. Por coronavirus y por no coronavirus. Por ejemplo, Carlos García Calvo, mi mano derecha, un amigo mío que se llamaba Cesare Romiti… —miembro fundador de la Fundación Ágatha Ruiz de la Prada—. También conocía bastante al marqués de Griñón y le consideraba amigo. Luego, fallecieron su hermano y Cortina, que vino a mi primer desfile. El caso de Cortina me impresionó mucho porque ese sí que lo tenía todo: qué casas, qué cuadros, qué vinos… Tenerlo todo y morirte así, en una semana, es una cabronada. En estos últimos meses, he tenido casi una pérdida diaria.
—También has perdido a “Perro Jota”.
—No lo quería decir, pero sí. Pobrecito. Me ha dado una pena… Era un perro superjoven y estaba perfecto, pero, de repente, se le retorcieron las tripas y se murió. Los chow chow son muy delicados.
—¿Te ha afectado a nivel emocional tanta pérdida?
—Bastante. Quedarte sin amigos es muy duro.
—¿Has necesitado ayuda psicológica?
—Nunca he recurrido y eso que siempre he soñado con ir al psicoanalista. De momento, nunca he ido. Bastante lío tengo ya.
—¿Cómo llevas que Cósima ahora esté en Londres?
—Aunque me moleste que esté fuera, ha sido una buena idea que estudie allí Literatura —un máster, en University College London— porque ahora tampoco hay tanto trabajo. Está estudiando Lacan, que es indescifrable, con Freud.
—En Gran Bretaña, está disparado el índice de contagios. ¿No estás preocupada por tu hija?
—No sale de casa, está todo el día estudiando. Preferiría que estuviera en Madrid, porque tengo muchos amigos médicos, aunque esto no entiende ni de amigos ni de nada. Aquí te pillo, aquí te mato.
—¿Cómo afecta la pandemia a tus negocios?
—Brutal. Creo que va a ser un cambio brutal. Están cerrando muchas tiendas y el comercio electrónico está siendo muy importante. Dentro de dos años, el mundo de la moda no tendrá nada que ver.
Su situación económica
—¿Piensas cerrar tu tienda?
—No lo barajo, pero tampoco me chocaría porque están pasando cosas tan raras… La mía me sirve también para organizar las ventas de Internet, pero viene muchísima menos gente. Antes, venían del extranjero, mucha gente de provincias… Y luego muchas amigas están asustadísimas.
—¿Son importantes las pérdidas como para hablar de problemas económicos?
—Bueno, he tenido suerte porque me he pasado todo el año en la televisión. De momento, he hecho el pino puente.
—Entonces, ¿no es un divertimento?
—Un divertimento, no. La tele ayuda a estar presente, a que la gente te vea, te conozca y que se venda lo que llevas. Además, es una fuente de ingresos, que ayuda también.
—Hace un año, por estas mismas fechas, presentabas colección en la Semana de la Moda de Madrid. ¿Y este año?
—Se va a hacer en abril, esperemos. Pero la colección ya la tengo hecha. Si me dijeran de desfilar mañana, podría perfectamente. Claro, como estoy todo el día en Madrid, no hago más que trabajar. Podría hacer ocho colecciones.
—¿Qué ha pasado con la colección que te robaron en septiembre? ¿Hay novedades en el caso?
—No se sabe nada.
—Y eso que tú también estuviste investigando.
—Lo malo es que te pones a investigar y puedes acabar en la cárcel. Tengo mis propias teorías. Alguna vez me ha llamado la Policía dándome expectativas, pero, de momento, nada.
—En septiembre, también desvelaste que tenías una hermana secreta. ¿Cómo es la relación?
—Bien. Hablo con ella por teléfono, pero todavía no la he visto en persona porque no vive en Madrid. Espero conocerla este año.
—Debe de ser muy fuerte que te salga una hermana desconocida a los sesenta años.
—Tampoco le doy muchísima importancia, pero sí.
—Por último, estos días se está hablando mucho de las canas de Letizia. ¿Qué opinión tienes?
—Me encanta la gente con canas. Me chiflan las canas.
Habla Luis Gasset
Igual que Ágatha se muestra tan enamorada, Luis Gasset no puede ocultar su felicidad al lado de “la Marquesa”, que es como se refiere cariñosamente a la diseñadora. “Me gusta celebrar San Valentín todos los días, y más viviendo con Ágatha, que cada día es como si fuera el último y tiene que ser el mejor”, confiesa a ¡HOLA! el director general de Ansorena, que cumplirá cincuenta y cuatro años, el próximo día 21.
—¿Te consideras detallista?
—Extremadamente detallista. Observo, miro… También disfruto cuando la gente es detallista. Lo mejor del mundo es una mujer detallista con un hombre.
—Ágatha no se considera muy detallista. ¿Qué detalles ha tenido?
—Lo demuestra con la humanidad que tiene, conmigo y con la gente a su alrededor, familiares y amigos.
—Habiendo visto ella tanto mundo, será muy difícil de sorprender.
—Es muy difícil. Casi imposible. Ella es la sorpresa. Lo que más le apasiona es el mundo del arte y nuestra vida gira en torno al arte: viajes juntos, un museo nuevo… Tanto en España como fuera, aunque ahora no se pueda viajar tanto.
—Estáis a punto de celebrar un año de vuestra historia de amor.
—Es el mejor año de mi vida. Cada año es mejor y este ha sido muy dinámico, en todos los sentidos; muy extremo.
—Con la edad, dejamos de esperar nada de la vida. Por eso, la aparición de Ágatha habrá sido toda una sorpresa.
—Sí, he sido muy afortunado. He pasado del “más allá” al más acá (ríe). Ha sido extraordinario conocerla. Es una experiencia de vida única.
—¿Qué es lo que más te sorprende de Ágatha como persona?
—Su alma. Es una persona tridimensional. Tiene una dimensión física, una espiritual y el alma, que está por encima de todo. También su bondad.
—¿Qué te aporta en tu vida?
—Una estabilidad fantástica. Cada día es un buenos días y cada noche es un buenas noches. No sé si suena un poco cursi, pero es así.
—¿Cómo reaccionaron tus hijas cuando se enteraron de la relación?
—Con sorpresa (ríe). Con precaución (vuelve a reír). Pero Ágatha ocupa un sitio estupendo en mi vida.
—Tus hijas están alucinadas con ella.
—Ágatha, para las chicas más jóvenes, es un referente y un espectáculo en la forma de vivir e interpretar los colores. Están apasionadas con ella. Tristán y Cósima también son estupendos. Son brillantes intelectual y culturalmente. Son unas personas con una calidad humana espectacular. Han encajado con mis hijas estupendamente también.
—Ágatha apareció en tu vida pocos días antes de tus momentos más críticos.
—Sí, estaba a punto de morir y me enviaba fotos todos los días. Tenía una preocupación por mí y muchísima gente. Me une amistad con ella que va por encima, simplemente, del afecto emocional.
—Estuviste muy enfermo.
—Estuve quince días hospitalizado, al borde de irme al más allá. Tuve neumonía bilateral y el día que me iban a bajar a la UCI, empecé a saturar y me recuperé. Tuve la suerte de no pasar por todo lo que está pasando mucha gente, pero fue muy duro.
—Encima, en la primera ola de la pandemia, cuando la incertidumbre era máxima.
—Fui uno de los mil primeros enfermos recuperados que salimos del hospital. Sufrimos muchísimo porque estábamos aprendiendo a tratar la enfermedad.
—¿Llegaste a temer por tu vida?
—Sí. Perdí el conocimiento y me desmayé, por el sufrimiento extremo. Por eso, les mando un fuerte abrazo a todos los que lo estén pasando ahora.
Su historia con Corinna
—Sabemos que conociste a Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
—Hace unos años, en Roma, en una fiesta de Bvlgari. Ella es una asidua a estas fiestas de alta joyería. También estaba la baronesa Thyssen.
—¿Ya era pública su amistad con don Juan Carlos?
—Entonces, se acaba de terminar.
—¿Tuviste ocasión de hablar con Corinna? ¿Qué impresión te dio?
—Sí, un poco. Es una mujer estupenda, brillante, de mirada fija, convincente, persuasiva, elegantísima… Muy divertida y muy atractiva, en todos los sentidos. Comprendo a quien ella haya conquistado. La debilidad humana existe, ¿no?