El pasado abril, causó una gran revolución la salida de España del Mata Mua , el famoso cuadro de Gauguin y buque insignia de la colección de la baronesa Thyssen , quedando así fuera del préstamo gratuito que llevaba renovando, desde el año 1992, con el Estado español. Diez meses después, la obra, una de las más importantes del mundo, volverá al Museo Thyssen, de Madrid, como parte del histórico acuerdo alcanzado el pasado viernes, dos días antes de que expirara el enésimo plazo, en casa de Carmen Cervera, en La Moraleja. El pacto aclara, por fin, el futuro de una de las colecciones privadas más importantes del mundo, ya que supone el alquiler, por quince años, de las 427 obras que conforman el préstamo, a razón de seis millones y medio anuales. Al final de ese período, se dará una opción de compra al Estado. También se ha acordado que Cultura y la Fundación Thyssen-Bornemisza colaboren con la baronesa en la ordenación del museo de pintura que está organizando en San Feliu de Guíxols y que tiene prevista su inauguración en 2023.
Hace ya años que Tita reclamaba un fee por los cuadros, así lo recordaba a finales del pasado septiembre en esta revista: “Pido un alquiler anual. Lo quiero para mis herederos. No puedo pretender que ellos hagan el mismo sacrificio que yo”, nos decía. Ahora, cumplido su deseo, nos cuenta cómo ha vivido este momento y sus planes de futuro.
“Ha sido una lucha muy larga, pero ya estoy tranquila porque la colección se queda en España y por el futuro de mis herederos”
—¿Cómo estás tras haber llegado, por fin, a un acuerdo que llevabas tantos años esperando?
—Estoy muy feliz y, sobre todo, muy tranquila porque la colección se queda en España y por el futuro de mis herederos. Parte de mi colección está prestada al Museo Thyssen desde mil novecientos noventa y dos, cuando se firmó un préstamo por diez años, y después he pasado muchos firmando prórrogas de diferente duración: un año, dos, tres meses…
—¿Cuándo se llegó al convenio?
—Bueno, ha sido un proceso de muchos meses y reuniones, pero el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, y la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, han estado predispuestos a llegar a un acuerdo. Dos días antes, habíamos estado con ellos y mis abogados, Ángel Acebes y José María Michavila, en mi casa de La Moraleja, y el viernes, ya con el ministro y el secretario general de Cultura, Javier García Fernández, reunidos desde las doce de la mañana hasta las ocho de la tarde. Aún falta firmar el contrato, pero las cosas importantes ya se han puesto sobre la mesa. Terminamos celebrándolo. La apertura va a ser espectacular, se va a recolocar la colección para que el público tenga acceso a verla fácilmente, con el Mata Mua a la entrada.
—Así que ¡regresa el Mata Mua! ¿Cuándo estará en España?
—Cuando firmemos el contrato, vuelve. Después, la rueda de prensa se hará con la presentación del Mata Mua, porque vamos a estar preparando las salas.
—Es un acuerdo histórico, Tita.
—Absolutamente, para nosotros lo es. Muchos periódicos han dicho que la colección está valorada en mil cuarenta millones de euros, pero es más, porque, al final, en este tiempo he tenido dos o tres ofertas serias por el Mata Mua, de entre doscientos cincuenta y trescientos millones de euros.
—Y con esas cantidades, ¿se te pasó por la cabeza venderlo?
—Siempre he pensado en España, esa es la realidad. Después de lo que luché para traer la colección de mi marido, no podía privar a España de una pieza tan importante a nivel mundial. Se ha publicado que su importancia es solo comparable con Las Meninas, de Velázquez, y el Guernica, de Picasso.
‘¡Lo he comprado tres veces!’
—¿Lo has pasado mal?
—Lo estaba pasando mal en el sentido de que la colección es de lo más importante que tengo y, durante todos estos años, una colección tan valiosa no me ha generado ningún ingreso. Se compone básicamente de cuadros que mi marido y yo teníamos en nuestras casas privadas. Y, como todo el mundo sabe, tuve que renunciar a todo para que la colección de Heini viniera a España. Fueron ocho años de lucha, porque los herederos no querían para nada que estuviera aquí… y aquí está. De hecho, el Mata Mua lo compré en subasta a los herederos, no me lo regaló Heini. Se ve que mi destino está con el cuadro y el del cuadro estar conmigo.
—¿Lo dices porque lo has comprado tres veces?
—¡Sí, tres veces! La primera, con Heini, lo compramos a medias con Jimmy Ortiz Patiño en una subasta, porque Patiño nos dijo que no pujásemos el uno contra el otro. Nos propuso comprarlo juntos y tenerlo un tiempo cada uno. Al cabo de tres años, Jimmy nos dijo que ya no era más coleccionista, porque se iba a dedicar al polo, y que se lo quedara Heini, pero mi marido pensó que lo justo era que saliera a subasta. Yo tenía mucho miedo porque era una subasta telefónica y el cuadro me gustaba con locura, y a Heini también. Gracias a Dios, lo conseguimos, aunque pagando diez veces más, porque todo lo que tocaba Thyssen se revalorizaba una barbaridad. Y la tercera vez fue, como digo, en el reparto con los herederos, cuando se lo tuve que comprar a ellos. Pero bueno, está en mi colección, así que está claro que el cuadro no se quiere separar de mí; es impresionante, porque ya son tres veces y ha superado muchas pruebas.
—¿Esta última prueba ha sido la más importante?
—Esta última es la más importante de todas, porque, desde luego, las ofertas que me han hecho son para pensarlas detenidamente. Pero sé la importancia que el cuadro tiene para España.
“Borja y Blanca están muy contentos, la niña se llama India, que me parece un nombre muy bonito, y estoy deseando conocerla. Será un poco más adelante, cuando todo esto del coronavirus pase un poco”
—¿Sientes que ha sido este un segundo gran éxito, entonces, después de traer a España la colección del barón Thyssen?
—Ha sido una lucha, pero al final siento que la lucha ha merecido la pena y me siento muy feliz y con muchas ganas, con el ministro Rodríguez Uribes, Carmen Calvo y el Museo Thyssen, de hacer la apertura de mi colección con el Mata Mua como estrella.
‘Iba a comenzar a embalar’
—Siempre has dicho que querías que la colección se quedara en España, pero ¿se te pasó por la cabeza tirar la toalla?
—Te digo una cosa, el lunes pasado (uno de febrero) iba a comenzar a embalar la colección. Llega un momento en que no puedes luchar tanto. Otros museos estaban interesados en tener la colección con una remuneración bastante más alta e incluso sin el Mata Mua como parte del acuerdo. Había otras ofertas tentadoras y, además, creyendo que no se apreciaban lo suficiente mis esfuerzos de todos estos años para mi país y para el Museo Thyssen. Pero, al final, he sabido que sí, que se me aprecia y saben lo mucho que ha significado para mí. Estoy feliz con este final, porque, de verdad, creo más en las cosas bien hechas que en el egoísmo. Llevarme la colección hubiera sido un egoísmo muy remunerado, sí —ríe—, pero sopesas la balanza de la vida y dices: “Esto es lo que mi corazón deseaba de verdad”. Como siempre, he tratado de ser leal a mí misma y a mis principios.
“El ‘Mata Mua’ vuelve. En este tiempo, he tenido dos o tres ofertas serias por él, de entre 250 y 300 millones de euros, pero está claro que no se quiere separar de mí”
—¿Dirías que has logrado un sueño?
—Desde luego. Sí, es un gran triunfo y se lo agradezco mucho a las personas que han contribuido, como te he dicho antes.
—Nunca has escondido que tenías problemas de liquidez.
—No me importa decirlo otra vez, yo tengo cuatro casas hipotecadas. Una, en propiedad, y dos casas, en Andorra, y una, en Barcelona. Me ha llevado a esto el haber renunciado a mi herencia para que el Museo Thyssen exista en Madrid. En el museo de Málaga, todo se ha hecho gratuito, jamás he percibido nada, ni tampoco del museo de Madrid. Al contrario, me ha costado los viajes que hago para atender mis obligaciones como vicepresidenta vitalicia del patronato del Museo Thyssen de Madrid y presidenta del Museo Carmen Thyssen de Málaga. Trabajo en ello, viajo… Estoy dedicada. Entonces, todo eso… No vives del aire.
‘Borja firmará conmigo’
—Además de la liquidez, siempre has dicho que tenías que pensar en tus herederos. ¿El acuerdo soluciona esto?
—Eso es. Me siento tranquila porque tienen asegurada una cantidad que los va a ayudar a vivir bien.
—Tita, ¿qué te ha dicho Borja del acuerdo?
—Borja está contento, muy contento, ha hablado también dos o tres veces con el ministro y firmará el contrato conmigo.
—Algunos dicen que “te has salido con la tuya”.
—Todos los que sabemos de qué va el arte nos hemos salido con la nuestra. Absolutamente. Los que hemos cooperado, tanto el ministro como la vicepresidenta, los abogados y yo, hemos luchado por la palabra ‘arte’. Las ganancias no son tan espectaculares como las propuestas que yo tenía, y el valor de la colección calculo que estará ya en unos mil doscientos cincuenta millones, con las ofertas que he recibido por el Mata Mua. Hace tres años que no se chequea y ahora tendré que hacerlo para revalorizarla. El arte y la cultura son los que han triunfado, nadie más.
“¿Qué haré ahora? Pues no lo sé —ríe—, pero, desde luego, vivir más tranquila, seguro, y disfrutar de esa tranquilidad. Me encanta leer, me encanta caminar… Como digo siempre, me gusta vivir”
—En cuestión de los días que puedes estar en España, ¿cambia algo?
—Solo quiero tener seguridad de que no me perjudica la cesión de la colección por los días que trabajo en España en tareas en beneficio de la cultura y de las instituciones que albergan mi colección. He pedido, en ese sentido, tranquilidad para mí y mis herederos. Muchos periodistas han dicho que este acuerdo es una inyección de optimismo para la situación en la que estamos. Además, se había hablado de una cantidad un poco mayor, pero se ha rebajado porque yo entiendo la pandemia y el sufrimiento de todos con lo que está pasando.
Su residencia
—Pero ¿tu residencia seguirá estando en Andorra?
—Sí, me siento muy feliz en Andorra. Es un país estupendo, donde hay mucha seguridad y la gente es muy agradable. Me hice residente en el año noventa y dos junto con mi marido. Éramos entonces residentes en Inglaterra, pero fuimos a visitar a mi hermano, que vivía allí, y a Heini le encantó. Nos compramos un terreno y, mientras nos hacíamos una casa, teníamos un apartamento grande. Así que conozco el principado desde hace muchos años. Y me siento muy orgullosa también del Museo Thyssen en Andorra, que abrimos hace tres años. Es un país muy agradable donde la vida es fácil. Todo está cerca. Y, en invierno, con la nieve, es un sitio para esquiar precioso y donde siempre brilla el sol.
—Sin olvidar que Carmen y Sabina están felices.
—Las niñas están estudiando muy felices. Después de varios meses sin ir presencialmente al colegio, volvieron y cada lunes les hacen un test a todos los alumnos. Tienen muy buenas amigas y sacan buenas notas. Entonces, me siento muy tranquila y muy bien, me gusta muchísimo y nunca dejaré de ser residente. Y Borja también es residente y también le gusta muchísimo.
—Borja ha sido padre de nuevo.
—Están muy contentos, la niña se llama India, que me parece un nombre muy bonito, y estoy deseando conocerla. Borja me ha invitado a ir a su casa, pero será un poco más adelante, cuando todo esto pase un poco. Ellos pasaron el coronavirus, pero yo no y los niños van al colegio… Le dije a Borja: “Me hace muchísima ilusión conocer a vuestra hija, pero más adelante, cuando esta gran pesadilla pase”, y él lo ha entendido. Cuando he estado en Madrid, no he salido, todas las reuniones con el ministro las hemos hecho en mi casa, con las medidas de seguridad.
—¿Cuál será tu próxima gran felicidad ahora que has conseguido tu objetivo de tantos años?
—¡Eso digo yo! —Ríe—. No lo sé, pero, desde luego, vivir más tranquila, seguro, y disfrutar de esa tranquilidad. Me encanta leer, me encanta caminar… Como digo siempre, me gusta vivir. Lo que deseo es tiempo para vivir tranquila y no tener que estar todos los días entre papeles, como me pasa desde hace muchísimos años, que cada día tengo un aluvión para revisar y firmar y de cosas que hacer.
—Sinceramente, ¿te has quitado un dolor de cabeza?
—Sí. Hombre… una colección así… Una vez que decidimos que la colección no iba a estar en el museo de Villa Favorita, en Lugano, que es donde yo la conocí, empecé a luchar para que viniera a España. Y, desde entonces, no he parado. Así que, como digo, vivir tranquila es lo que quiero. Me encantan mis perritos, cuido mucho del jardín, me gusta podar y mover la tierra, me da mucha energía.
—En sus Memorias, Margaret Thatcher te echa la culpa de que la colección no esté en Inglaterra.
—Sí, según las Memorias de Margaret Thatcher, por mi culpa no está la colección en Inglaterra. Vino aquí el príncipe Carlos con su avión privado a convencernos y le prestamos el Enrique VIII, de Holbein, hoy en día, en el Museo Thyssen de Madrid, durante ocho o nueve meses, en Windsor. Para Inglaterra, ese cuadro es muy importante, posando en directo para el pintor el Rey Enrique VIII y está en España.