Lo primero es lo primero: si vamos a dejarnos conquistar por Regé-Jean Page , debemos saber cómo se pronuncia su nombre. El actor británico, de treinta y un años, dio hace poco las instrucciones a sus fans: “Regé como en ‘reggae’, Jean con la pronunciación francesa, como Wyclef Jean, y Page como… página (en inglés), ¿no?”. Siguiendo los pasos del Sr. Darcy de Colin Firth y del Heathcliff de Tom Hardy, Regé-Jean Page (más conocido como el duque de Hastings) es el último donjuán de serie de época dispuesto a conquistar al público. Es uno los principales personajes de Los Bridgerton , el nuevo fenómeno de Netflix, donde interpreta a un atractivo y testarudo aristócrata decidido a no casarse, lo cual no significa que sea inmune a la atracción del sexo opuesto. Se colocan bajo el foco las tórridas escenas entre Regé-Jean y la coprotagonista, Phoebe Dynevor , de veinticinco años (hija de la actriz Sally Dynevor), que da vida a la debutante en sociedad Daphne Bridgerton.
Nacido en Reino Unido, el actor pasó sus primeros años de vida en Harare, Zimbabue, tras los que regresó a Londres junto a su familia en su adolescencia. Decía sentirse fuera de lugar en la ciudad hasta que formó una banda de punk con su hermano pequeño, Tose, cuyo sonido describe como “gritar a gente y música de guitarra estridente, rabiosa e indignada con el pelo teñido de varios colores”. Desde entonces, se ha vuelto más moderado y se vuelca en su nueva vocación. Ahora, el nuevo duque del momento nos habla sobre su repentina conversión en sex symbol, clases de bailes de salón y su sugerente química con Phoebe. “Todo lo que necesitáis saber está grabado”, bromeó Regé-Jean respondiendo a los rumores sobre si su romance ha transcendido a la vida real.
—¡Felicidades por el éxito de la serie! Dado tu nuevo estatus de galán, ¿has visto a la gente desmayándose a tu paso?
—¡No, todavía no! Quizá, uno de estos días, descubra lo que es, pero, hasta ahora, no es algo que haya experimentado. Creo que la gente es más fuerte de lo que se suele pensar —dice riendo—.
—Pero ¿dirías que el éxito de Los Bridgerton ha cambiado tu vida?
—En pleno confinamiento, mi vida son básicamente las mismas cuatro paredes. Me deja distanciarme de todo ello, lo cual tampoco me parece tan mal.
—Debe resultar extraño volverse famoso en una época en la que no podemos salir de casa, por lo que no estás viviendo la experiencia de que te reconozcan por la calle.
—Es genial que no te pase eso de ir al supermercado y tardar treinta minutos de más en llegar a la caja. He podido conservar mi vida personal aquí y tener una vida profesional allí, lo cual me parece perfecto. Sin embargo, al mismo tiempo, como no podemos estar juntos, es fantástico contar con esta comunidad en línea en torno a la serie. Estoy encantado de que la gente la esté disfrutando tanto a una escala tan grande, pues eso significa que hacemos feliz a la gente.
—¿Cómo describirías la serie a quienes no la han visto?
—Es como las series de época de toda la vida que nos encantan, solo que más rápida, divertida, ingeniosa, sexi e infinitamente más glamurosa, como una mezcla entre Jane Austen y Gossip Girl.
“Tener química fue lo más sencillo porque Phoebe es un encanto”
—¿Por qué crees que ha tenido un éxito tan enorme?
—Te muestra sin ningún tipo de rodeos su alegría e indulgencia. Creo que eso es algo que echamos en falta en la actualidad: queremos un lugar en el que podamos ser felices, estar cerca de las personas en un ambiente social y donde existan esas grandes historias románticas que nos faltan en nuestras vidas.
—La química entre tú y Phoebe es más que patente, ¿cómo surgió?
—La química fue, probablemente, la parte más sencilla ya que Phoebe es un encanto. Además, esa gran química también puede verse en el libro, así que todo lo que teníamos que hacer era canalizarla.
—Entre los dos perfeccionasteis ocho coreografías de bailes de salón. ¿Cuál es el secreto de vuestro éxito?
—¡Ensayar! Tras pasarnos una semana ensayando, Phoebe y yo nos llamábamos durante el fin de semana y decíamos: “Oye, tengo el domingo libre, ¿te parece que practiquemos el baile un poco más?”. Así que quedábamos y nos pisábamos los pies el uno al otro durante un par de horas, lo que es una maravillosa manera de conocer a alguien y coger confianza.
—¿Y cómo enfocasteis las escenas de amor de las que tanto se habla?
—Al principio es un tanto incómodo. Teníamos un coordinador de intimidad y tuvimos muchísimo tiempo para prepararnos. Así, tienes un plan y lo repites muchísimas veces hasta que deja de ser incómodo. Al final, son solo escenas del guion, como el resto, solo que en ocasiones llevas algo más de ropa y en otras menos.