La llegada de los Biden a la Casa Blanca traerá consigo cambios políticos y sociales que los distanciará de la legislatura de los Trump y no gustarán a todos, pero hay ya algo en lo que seguramente tanto demócratas como republicanos estarán de acuerdo y aplaudirán: que la vieja mansión, la más importante de América, vuelva a tener como inquilinos a los dos “Primeros Perros” de EEUU: Champ y Major. Ya lo dijo el expresidente Harry S. Truman: “Si quieres un amigo en Washington, consigue un perro”.
Desde su inauguración en 1801, la Casa Blanca ha sido el hogar de ovejas, cabras, vacas (que incluso concedían entrevistas), gallos (de usa sola pata), pájaros, loros (el más famoso al que Andrew Jackson enseñó palabrotas); gatos, gusanos de seda, mapaches -Rebecca se paseaba con una correa-; serpientes, cerdos, caballos, burros, osos, tigres, cachorros de león, hipopótamos… Sin olvidar el poni de los Kennedy que inspiró la canción Sweet Caroline, de Neil Diamond; y por supuesto el caimán de John Quincy Adams, que le regaló el Marqués de Lafayette… Pero ni contando 300 animales en los registros, su fama y su efecto podría compararse con la leyenda que dejaron atrás los perros presidenciales.
Héroes, estrellas de cine, protagonistas de libros y de páginas dedicadas a sus vidas y sus hazañas en los periódicos. Desde los doce perros que tenía George Washington al primero que alcanzó la fama, Laddie Boy, quien “asumió” el cargo el mismo día que su dueño, el presidente Warren G. Harding, (4 de marzo de 1921) y asistía a las reuniones del gabinete sentado en su propia silla… Desde Pushinka, el hijo de la perrita espacial Strelka, que el presidente ruso Jruschov regaló a los Kennedy poniendo una gota de paz en la Guerra Fría, a los dos perros de la familia Biden, y sin olvidar a las mascotas de los Obama.
Del Air Force One al Despacho Oval
A lo largo de los mandatos presidenciales, los “primeros perros” se han fotografiado con Reyes, Reinas y Jefes de Estado de todo el planeta; han viajado en el Air Force One; han asistido a encuentros históricos en el Despacho Oval, pero sobre todo han sido los fieles compañeros y el apoyo de los mandatarios y sus familias… Y, también el entretenimiento de los estadounidenses para los que los medios de comunicación han narrado con todo detalle sus vidas y sus aventuras… Hasta que la tradición fue interrumpida por Donald y Melania Trump, después de casi 150 años.
Terminado su mandato, 2021 no sólo arranca con los Biden, Joe y Jill, en la Casa Blanca, sino también con dos perros en el hogar presidencial: Champ (Campeón), de 12 años; y Mayor, de dos. Y esa es una buenísima noticia para los amantes de los animales.
En el año 2008, la familia Biden acogió a Champ, se encariñaron con él y decidieron comprárselo al criador cuando era un cachorro de tres meses. Las nietas del presidente, Maisie, Naomi y Natalie, se encargaron de ponerle el nombre, que tenía un significado sentimental. En los discursos de campaña para las elecciones de 2008, recordó cómo su padre decía: “¡Siempre que te derriben, campeón, levántate!” Champ, un experto en la búsqueda de titulares, que reparte peluches a los niños se cree que es “del Servicio Secreto, y lo es”, le gusta decir al presidente.
Diez años después, en 2018, la familia Biden adoptó a Mayor en Delaware Humane Association promoviendo el: “Adopte, no compre”. Y, según informaciones de los medios estadounidenses, este hecho lo convierte en el primer perro de un refugio en vivir en la Casa Blanca, aunque con una puntualización: Yuki, el perro de Luci, hija del presidente Lyndon B. Johnson fue recogido en una gasolinera, después de que su dueño lo abandonara.
Tienen agenda y se identifican como DOTUS
Major y Champ tienen agenda, han protagonizado anuncios de campaña con el lema: “Devolvamos a los perros a la Casa Blanca” y cuenta en la Redes Sociales, donde se identifican como DOTUS: Dogs of the United States (“Perros de los Estados Unidos”) haciendo referencia al acrónimo POTUS, con el que se refieren al presidente de los Estados Unidos.
Champ y Major volverán a ocupar la residencia que dejaron Bo y Sunny, los perros de aguas portugués de la familia Obama. Bo se convirtió en inquilino de la Casa Blanca en abril de 2009, gracias a un regalo del fallecido senador Edward M. Kennedy, quien fue un apoyo clave de la campaña presidencial de Obama en el 2008 y ayudó para que mantuviera una promesa que le hizo a sus hijas Malia y Sasha de que podrían tener un perro si ganaba las elecciones. Y Sunny llegó a su vida, en 2012.
La Primera Dama admitió que a Bo le faltaba compañía e interactuar con otros perros, “Por lo que ahora no solo tendrá que atender a las ceremonias de rigor en las que acompaña a la familia presidencial sino también deberá cuidar a su hermanita Sunny.”
Bo se ha convertido en una estrella entre los niños y se han publicado libros infantiles como First Dog (Primer Perro) y Bo, America’s Commander in Leash (Bo, Líder Americano con correa).