Isabel Gemio tiene carácter, es una persona “incómoda”, en sus palabras, pero también valiente, fuerte y, sobre todo, una luchadora que cuida de los suyos como una leona, aunque, en este momento, a lo que aspira de verdad es a poder vivir en paz. Lo explica todo en estas líneas, casi lo pide “a gritos”, y parece decidida a conseguirlo, después de ser blanco de críticas y el centro de una gran polémica. Isabel Gemio y María Teresa Campos, unidas por el periodismo y enfadadas por una entrevista . Lo que prometía ser un cara a cara memorable entre dos titanes de la comunicación, no tuvo el final deseado. La conversación emitida en Charlas con alma, de su canal de YouTube, Isabel Gemio Next TV, ha sido uno de los temas ‘estrella’ en el inicio del año. La otra tormenta.
—¿Cómo te sientes después de tantos días en el centro de la polémica?
—Perpleja, asombrada y un poco triste, son tsunamis unimediáticos muy desagradables. Nunca me ha gustado la polémica y he tratado de no alimentarla, de mantenerme al margen, pero no me dejan. Estos últimos días, mi vida se ha visto alterada por factores que no puedo controlar. Yo solo vivo como puedo y quiero. Es desorbitado todo, teniendo en cuenta lo que está pasando esta sociedad. Yo acepto perfectamente las críticas de quienes ven la entrevista y sacan su conclusión. No estoy nada satisfecha con esa charla. Imaginé y preparé una entrevista distinta de la que salió. Me descolocó, estuve insegura, acelerada, pero fui con la mejor predisposición y complicidad. Y teníamos programada la emisión. Después, en privado, las dos nos dijimos lo que pensábamos. Y ahí debió quedarse ese desencuentro.
“Llevo quince años de acoso y derribo, y me han investigado como a una delincuente, pero me ha emocionado tanta solidaridad”
Duelen las mentiras y la manipulación
—¿Qué es lo que más te ha dolido?
—Duelen las mentiras, la manipulación, Que se descontextualice para hacer daño y enfrentar a dos compañeras. Dolieron los insultos que jamás pensé que escucharía de una persona como ella. Duele ver sufrir a mi familia, a mis hijos. Duele la impunidad con la que se puede hacer tanto daño. Llevo quince años sufriendo un terrible acoso y derribo por parte de un programa que lleva a cabo una campaña de desprestigio, daño moral y maltrato personal y profesional. Lo legitiman las leyes, pero también los jueces y sus interpretaciones. Así como la publicidad y la audiencia que tienen: me han investigado como si yo fuera una delincuente, han investigado a mi familia, a las personas que han trabajado conmigo o que pasaron un segundo por mi vida. Han investigado mi patrimonio, que, poco o mucho, he ganado con mi trabajo. Han diseccionado mi vida sentimental y sexual. Han llamado a personas que han trabajado en mi casa y a vecinos de mi pueblo, Albuquerque, para grabarlos sin avisarles induciendo un relato maledicente. Se han reído de mi origen humilde con desprecio y clasismo. Han inventado historias que ni el guionista más perverso. Me han matado de un infarto y he denunciado al guardia de seguridad que me salvó la vida. Esta vez se han pasado.
“Claro que me gustaría tener una conversación tranquila con ella (María Teresa Campos). Pero lo que pase en el futuro no solo depende de mí”
—¿Y qué vas a hacer?
—Desde un programa de tv se me declaró la guerra, advirtiendo que solo podía haber un vencedor. Ellos tienen el poder de la televisión y yo, ningún gran medio detrás. Lo tengo asumido. Me han acusado de maltratadora, dictadora, prepotente, déspota, mala madre, mala compañera, mala jefa, mala tía, mala persona. Ponen un teléfono para que voces anónimas, sin nombre ni identidad, cuenten lo que quieran sobre mí. Quienes han intentado conectar con ese teléfono para defenderme, no son atendidos. Han sacado testimonios falsos, peluqueros que me acusan de bullying y cuentan infamias. Tendrán que demostrarlo en un tribunal. Allí sí estoy dispuesta a defenderme y mirarlos a la cara. Ya hemos reunido bastante de lo vertido en ese programa sobre mí desde dos mil nueve. Lo va a estudiar mi abogada, vamos a consultar con juristas, a pedir amparo a la Academia de la Televisión y a la Asociación de la Prensa. Pero también me dirigiré a las asociaciones de mujeres maltratadas. Les contaré lo que he vivido y vivo. A ver si esto no se llama maltrato. Han hecho de mí un retrato perverso, una caricatura en la que no me reconozco. Convierten el carácter en delito, la rebeldía en prepotencia, la sinceridad en divismo, la personalidad en altivez. Solo quienes me conocen de verdad saben cómo soy.
‘Soy insegura, sensible, poco sociable’
—¿Y cómo eres realmente?
—Soy una persona solitaria, introvertida, insegura, transparente, sensible, poco sociable... Y solo me da miedo no estar a la altura de lo que necesite la gente que quiero.
—¿No hay una parte positiva en todo esto que ha pasado?
—Me han sorprendido los miles de mensajes recibidos. Me emociona el cariño y el respeto de la gente. Me ha hecho llorar la respuesta de mi familia, de compañeros del pasado, compañeros que han escrito en medios, blogs y plataformas y hasta mojándose sobre el linchamiento que recibo. Lo de Internet es asombroso. Se expande el mal, pero también mucha solidaridad. Me ha sorprendido que esta vez la gente haya reaccionado en contra de lo que muchos consideran un linchamiento televisado. Nadie, ni el peor de los criminales, lo merece. Y la gente normal, con buena voluntad, ve la diferencia entre información y linchamiento. Cuando se vive algo así, se aprende mucho de la naturaleza humana. Para bien y para mal. Es bueno descubrir dónde está cada cual.
“No siento que haya hecho daño. Conscientemente, no. Habré cometido errores, y lo siento, pero nada que ver con esa persona de la que hablan”
—¿Dirías que hay posibilidad de reconducir tu amistad con María Teresa Campos?
—No éramos amigas. Teníamos muy buena relación, de respeto mutuo y cariño, al menos por mi parte. Claro que me gustaría tener una conversación tranquila con ella, para que las dos demos nuestro parecer. Pero lo que pase en el futuro no solo depende de mí. Si me llama, yo sí le cogeré el teléfono.
—¿Cómo afecta o ha afectado todo esto a tu fundación?
—Afortunadamente, la gente que nos apoya sigue haciéndolo, pero no me extrañaría que la polémica termine afectando. Y sería muy injusto porque la situación es tan difícil que no sé si sobreviviremos. Eso sí que me causaría mucho dolor, porque la investigación es la única esperanza de gente con enfermedades incurables. Hemos tenido que dejar de dar dinero a cuatro de nuestros proyectos de investigación y estamos ingresando muy poco, pero seguiremos adelante. Duele que se dedique tanto tiempo a cosas que no aportan nada bueno a la sociedad y que a fundaciones y asociaciones que trabajamos por los demás nos cueste tanto colocar un mensaje en los medios.
“Me encanta vivir en pareja cuando estoy enamorada, pero, si no, prefiero vivir sola. Necesito la pasión como el aire”
—¿Qué es lo que te preocupa de verdad?
—Personalmente, que mis hijos, mi familia, mis amigos, no sufran. Como ciudadana, además del sufrimiento de los más vulnerables, me preocupa que aumenten las revueltas sociales, los conflictos, el odio, los extremos. El todo vale. Todos tenemos una responsabilidad como ciudadanos. Hay días en los que creo que el mundo se ha vuelto loco. Y como persona de los medios, me preocupa que no admitamos la mucha credibilidad que estos han perdido ante la ciudadanía. Deberíamos analizar por qué. Y, por supuesto, también, me preocupa muchísimo el drama de la Covid, con tantas muertes diarias, sin despedidas, sin tiempo para el duelo, dejando tantas secuelas. Tardaremos en asimilar todo esto, y la salud mental se resentirá. Vienen tiempos muy difíciles.
‘Me siento orgullosa de mis hijos’
—¿De qué te sientes más orgullosa?
—De mis hijos, de mis raíces, de mi familia, de mis amigos, de mis principios... De la carrera tan maravillosa que he tenido, del cariño y el respeto de mucha gente. No necesito nada más. Vivo una de las mejores etapas de mi vida y nadie me la va a robar.
—Personalmente, ¿qué es lo mejor que te ha pasado este año?
—Que ni mi hijo ni ninguno de quienes lo rodeamos hayamos tenido que ir a un hospital. Tener salud, ilusión, más tiempo para estar con mis hijos y hacer todo lo que me gusta.
—¿Quién te ha dado la lección más importante de tu vida?
—Lo conté en el libro Mi hijo, mi maestro . Mi hijo mayor ha sacado mi mejor yo, me ha hecho fuerte y paciente. Ha conseguido que la catarsis que supuso y supone su enfermedad no me derrumbe. También lo que aprendo diariamente de mi hijo pequeño, con su madurez y grandeza.
—¿Te arrepientes de algo?
—Sí, cambiaría algunas cosas, pero a todos nos conforma el presente. Y lo importante es aprender, mejorar, crecer. Ojalá hubiera puesto en marcha la fundación mucho antes, haber hablado más con mi madre. En fin, lo importante es ser consciente, escucharte. Analizarte. Yo me autopsicoanalizo mucho.
—¿Sientes que has hecho daño?
—Rotundamente, no. Conscientemente, no. Habré cometido errores, y lo siento, pero nada que ver con esa persona de la que hablan. Es cierto que nunca tuve piel para personas negativas o hipócritas. Tengo un radar para detectar la falsedad, la falta de autenticidad. He evitado a las personas que halagan por delante y critican por detrás o hablan mal de alguien ausente.
‘No echo nada de menos del pasado’
—En los noventa eras un hada madrina capaz de hacer realidad todos los sueños desde tu programa de televisión… ¿Echas de menos esos momentos en un plató?
—No echo nada de menos del pasado. Lo viví, lo agradezco, fue maravilloso hacer feliz a tantas personas. He hecho la radio y la televisión que me gusta como espectadora, pero lo único que importa es lo que vivo ahora. La radio sí hay días que la echo de menos. Catorce años haciendo Te doy mi palabra me permitió conectar muy profundamente con los oyentes. Me lo recuerdan por mis redes.
—Hace casi dos décadas que te separaste (con mucha lucha y dolor ‘público’) del padre de tus dos hijos, el escultor cubano Julio Nilo Manrique, ¿cuál es ahora vuestra relación?
—Inexistente. Me ha pedido perdón y, por mis hijos y por mi paz, le he perdonado. Pero cada uno por su camino.
—¿No te hubiera gustado rehacer tu vida?
—Mi vida siempre ha estado rehecha. Vivo como quiero, como siento. Me encanta vivir en pareja cuando estoy enamorada, pero si no, prefiero vivir sola. Necesito la pasión como el aire.
—Acabas de cumplir sesenta años (cinco de enero). ¿Cómo ves el futuro, la vida…? ¿Cuál es el plan?
—Estoy muy acompañada y con mucho amor y solo aspiro a vivir en paz. Nunca tuve ambición de nada. Y mi profesión me ha dado lo que nunca soñé ni planeé. Doy mi carrera por terminada, ya no espero nada. Solo quiero disfrutar de la calidad de vida que tengo, pasar mucho tiempo con mis hijos, mis amigos. Trabajar para la fundación. Seguir con mi canal de YouTube, Isabel Gemio Nextv, que me permite escuchar a gente que aporta mucho. Voy a vivir, en definitiva. Solo echo de menos poder viajar.
‘Me gusta cocinar, ocuparme del huerto…’
—En tus momentos libres, ¿qué te gusta hacer ahora?
—Tengo poco tiempo libre. Me gustaría leer más, ver más películas. Pero me encanta estar en casa, cocinar, ocuparme del huerto, del jardín, las perras, pasear por la Naturaleza. Practicar meditación, hacer ejercicio... Quizás, por la vida que tuve tan estresada y volcada en mi trabajo, ahora disfruto tanto esta nueva etapa.
—¿Crees que conseguirás la paz que has pedido?
—No lo sé, pero lo que no depende de mí, no me va a restar paz ni energía. En esta profesión, me siento respetada por quienes respeto y solo me ocupo de lo que me aporta felicidad y crecimiento interior. Ya he conquistado la paz y les deseo a todos que sean felices. Namasté.