Loas constantes, halagos, homenajes, exaltación de sus virtudes. Es algo a lo que Rafa Nadal está acostumbrado desde joven. No es fácil encontrar gente que tenga una mala percepción de él. Hombre elegante, marido ejemplar y uno de los mejores tenistas de la historia. Pero lo que hace a una persona exitosa no sólo son sus victorias o su físico. En el caso del trece veces campeón de Roland Garros , ambas cosas son evidentes, pero si además se cultivan también las virtudes interiores, el conjunto es perfecto. Y lo que convierte a Nadal en una persona especial es esa combinación.
Demostrando que es un deportista comprometido con las causas sociales y que sabe utilizar su fama para ayudar a los demás, demuestra que su buen hacer en las pistas también se traslada lejos de ellas, a través de una Fundación que lleva su nombre y que cada año incrementa su importancia y radio de acción. “No deja de asombrarme ver como somos capaces de mejorar la vida de tantos niños y jóvenes a través del deporte y la educación. El verdadero mérito es suyo, pero formar parte de su camino y contribuir a su crecimiento personal y social es una satisfacción en mayúsculas”, dice el manacorí, que fundó la organización junto a su madre, Ana María Parera, con un claro objetivo: reforzar la integración y el desarrollo personal y social de niños y jóvenes y facilitar la igualdad de oportunidades a través del deporte y de la educación.
-¿Esta Fundación es algo con lo que siempre soñó y que en 2008 se hizo realidad?
-La verdad es que en el mundo del deporte y, en concreto en el tenis, siempre tenemos muchas peticiones para participar en actos o hacer actividades en beneficio de organizaciones. Yo recibía muchas para colaborar con causas e iniciativas benéficas de todo tipo. Fue a partir de ahí que mi familia y yo nos planteamos crear nuestra propia Fundación y así lo hicimos. De esta manera canalizamos mejor todas estas peticiones, además de tener nuestros propios proyectos con los que ofrecemos nuestra ayuda a niños y jóvenes desde 2008, año en que se constituyó la Fundación, aunque nuestros primeros proyectos arrancaron en 2010.
-¿Qué significó para usted?
-Para mi fue dar un paso adelante muy importante. Quería que la Fundación fuera un proyecto a largo plazo y con un impacto real. Diez años después, me siento orgulloso al ver que así ha sido. Actualmente tenemos cuatro proyectos en activo y atendemos cada año a unos novecientos niños y jóvenes, así como a sus respectivas familias.
-¿Cuáles son sus objetivos?
-Principalmente, promovemos la igualdad de oportunidades; es decir, les ofrecemos las herramientas y el acompañamiento necesario para que su situación económica, su origen o el hecho de tener una discapacidad, no sea un freno para su correcto desarrollo personal y social. Para lograrlo mi Fundación trabaja a través del deporte en tres ámbitos: integración social de menores vulnerables, atención a jóvenes con discapacidad intelectual y promoción del talento deportivo y académico.
-¿Qué principios y valores quiere inculcar?
-Principios como el de igualdad son para nosotros muy importantes, junto con valores positivos como el respeto, el esfuerzo, el compañerismo y la superación personal. A través de la práctica deportiva, transmitimos y potenciamos estas actitudes y comportamientos tan necesarios para el día a día de todos nosotros.
-¿Su madre, presidenta de la Fundación, y su mujer, María Francisca Perelló, directora, han jugado un papel fundamental en la realización de su sueño?
-Las dos tienen un papel muy importante, sin duda. Mi madre es la presidenta y ella fue una de las principales impulsoras de la Fundación. Siempre tuvo una gran sensibilidad hacia los más desfavorecidos y me inculcó estos valores desde pequeño. Y mi mujer es quien está en el día a día de la organización. Se encarga de que todos los proyectos salgan adelante con el máximo cuidado y calidad en la atención a los niños y jóvenes que participan en ellos, llevando la parte más estratégica y dirigiendo el resto del equipo.
En la actualidad, la Fundación Rafa Nadal tiene puesta en marcha la Escuela NETS (Nadal Educational Tennis School), en Anantapur (India), donde, en colaboración con la Fundación Vicente Ferrer, ofrecen entrenamientos de tenis, refuerzos de inglés e informática, así como cobertura sanitaria y una comida diaria; 21 escuelas Más que Tenis, repartidas por toda España y dirigidas a jóvenes con discapacidad intelectual, en las que se atiende a más de doscientos beneficiarios cada curso; el programa de becas Study and Play, con el que facilitan que jóvenes españoles, que practican un deporte con regularidad y plena dedicación, puedan compaginar los entrenamientos con los estudios universitarios en Estados Unidos; y dos Centros Fundación Rafa Nadal, ubicados en Palma de Mallorca y Valencia, donde atienden a niños, niñas y jóvenes en riesgo de exclusión social, ofreciéndoles un programa educativo complementario a su formación escolar.
-Estamos a punto de terminar el 2020, ¿qué planes de futuro tienen de ahora en adelante?
-A día de hoy estamos centrados en adaptar nuestra labor a la realidad actual y las necesidades surgidas a raíz de la pandemia. Hemos ampliado, por ejemplo, el área de atención psicológica que ofrecemos en los Centros de Palma y Valencia.
Solidarias palabras de un genio en las pistas pero también fuera de ellas. Nacido en Manacor (Mallorca) el 3 de junio de 1986, Rafa Nadal no pierde de vista sus orígenes ni tampoco unos intereses sociales realmente loables en un deportista de élite como él. Tiene mucho que aportar y no solo con una raqueta en las manos.