Si algo ha quedado de manifiesto en los últimos años ha sido la habilidad de Melania Trump para comunicarse sin palabras. Gestos, expresiones y sobre todo su elección de vestuario han sido las armas de comunicación más utilizadas por la hasta ayer primera dama para expresar sus pensamientos pues, dado que están sujetas a interpretación, siempre podría haber dicho que su intención era diferente a la que se le atribuía. En su marcha de la Casa Blanca, de nuevo envió claros mensajes, al menos así se ha percibido, a la opinión pública, que se pregunta ahora si estos serán las claves de la nueva vida que planea. Fue durante el vuelo que la llevó a Florida junto a su marido cuando se fraguó el cambio, al menos el de vestuario, que da una idea de su estado de ánimo ahora que dejará de estar encorsetada por la agenda pública.
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Un adiós cargado de simbología: Donald y Melania Trump abandonan la Casa Blanca
El adiós de Melania Trump, la primera dama que 'hablaba' con los gestos
Se subió al avión con unos altísimos tacones de Christian Louboutin y un Birkin de Hermès, de negro riguroso, a juego con el conjunto de Chanel de la colección Metiers D'Art 2019, que constaba de una falda lápiz y una chaqueta corta de manga francesa en tweed. Un luto para pasar el duelo por esta etapa de su vida, “lamento” que duró unas dos horas, el tiempo que tardó en llegar de Washington al estado del sol. Allí Melania aterrizó como una mujer nueva: con zapatos planos y un vestido suelto de Gucci con un print de figuras geométricas, una imagen que, a juicio de muchos, significaba liberación. No tiene agenda de actos públicos ni el escrutinio constante que supone el cargo, por lo que se abre ante ella un mundo de posibilidades.
Algunas apuntan, como no podía ser menos, a su situación personal. A los desplantes tan comentados que ha tenido en los últimos cuatro años con su marido, se unió uno más, quizá el preludio de lo que espera en el futuro a su matrimonio. Mientras Donald Trump se detenía para saludar a los pies de la escalerilla del Air Force One, Melania se soltaba de su brazo para continuar su camino hacia el coche. Sin esperar a su marido y sola, entraba en el mismo. ¿Impaciencia por llegar a Mar-a-Lago o demostración de la independencia que quiere? No ha sido esta la única ocasión en la que ha tenido comportamientos semejantes, que han desatado muchas especulaciones sobre su relación con el expresidente.
Desplantes públicos
Su rostro serio, las veces en las que se ha soltado la mano de Donald o le ha desairado (incluso con algún ligero manotazo) cuando él ha querido coger su mano o acariciarla han hecho correr ríos de tinta, poniendo en duda su felicidad marital. Uno de los últimos episodios tuvo lugar el pasado octubre, durante el segundo debate entre Trump y el entonces candidato demócrata Joe Biden, en el que Melania parece que tira de la mano de Trump para soltarse. Cuando se conoció la derrota de Donald Trump en las elecciones, algunas voces apuntaron a que para ella había sido un resultado liberador, pues su intención sería separarse de Trump, no sin antes asegurar el futuro de su hijo Barron, el único ausente en la jornada en que se traspasaron los poderes (y que tampoco ha formado parte apenas de la fotografía presidencial durante el mandato que finaliza).
Quizá es eso lo que quería decir Melania a su llegada a Florida, que va a hacer un cambio radical en su vida, un capítulo que podría formar parte del libro de memorias que, se dice, está negociando. En su despedida, Donald Trump dejó en el aire la idea de que no ha terminado aún su carrera política: “Volveré de alguna manera”. La pregunta que suscitan sus palabras, de momento sin respuesta, es si lo hará acompañado de Melania.
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