Diecinueve de diciembre de 1981. Bertín Osborne protagonizaba su primera portada en ¡HOLA!. Acababa, como quién dice, de irrumpir en el mundo de la canción y posaba con Sandra Domecq, su primera mujer y madre de sus tres hijas, y con la mayor de las niñas, Alejandra, que, por aquel entonces, tenía tan solo dos años. Nos recibieron en la casa familiar de Jerez de la Frontera, un lugar del que, con el paso del tiempo, Alejandra, Eugenia y Claudia han convertido en punto de encuentro familiar. Tanto es así que fue el lugar elegido por las dos primeras para celebrar sus bodas.
“Bertín Osborne y su esposa, Sandra Domecq Williams, en sus primeras declaraciones conjuntas, hablan para ¡HOLA!”, titulábamos. En el excepcional reportaje, Bertín revelaba muchos detalles de su vida, desconocidos hasta entonces, como, por ejemplo, de que forma él y Sandra se conocieron: “Nos conocíamos desde siempre, por nuestras familias. Siempre nos hemos visto, pero le descubrí en una fiesta que me dio una de las hermanas de Bertín. Ahí comenzó todo” , contaba Sandra, que nos dejó para siempre ,en agosto de 2004, tras una dura batalla contra el cáncer.
“Fue muy importante porque era la primera vez que posaba con Sandra y con Alejandra”, recuerda Bertín
Ambos jerezanos y de la misma edad -tenían entonces veintisiete- fueron novios tres años, “pero desde nueve antes yo ya tenía pensamientos de casarme con él. Lo que ocurre es que nunca se lo dije”, confesaba. Se casaron finalmente, en Jerez, en 1977. Por su parte, Bertín admitía que, por su recién estrenada profesión artística, robaba a su mujer y a su hija un tiempo que les pertenecía, “pero también se lo robaba antes cuando viajaba como representante: pasaba cerca de veinte días al mes fuera de casa y entonces vivíamos peor”.
Bertín ya aseguraba que prefería vivir en el campo a la ciudad, algo que no ha cambiado con el paso de los días, aunque ahora viva en Madrid con Fabiola y sus hijos, Carlos y Kike. “Estudié tres años de Ingeniero Agrónomo, pero en un principio no sabía que me gustaba del campo y traté de saberlo a través de mis estudios. Y me di cuenta de que lo que me gusta del campo es solo la tranquilidad, no como trabajador de él”. Bertín ya había comenzado a conocer la dureza de la profesión artística: “Ahora me parece que estoy viviendo muy deprisa con las galas, los viajes, ese estar hoy aquí y mañana en Alicante. Es un mundo de locos, pero yo he elegido este camino y tengo que aceptar los sacrificios”.