Han pasado casi siete años desde que Robin Williams decidiera quitarse la vida aquel 11 de agosto de 2014, sin embargo, son muy pocos los que se han olvidado de aquel actor que nos hizo reír interpretando a la 'señora Doubtfire' o nos puso los pelos de punta dando vida al profesor John Keating en El club de los poetas muertos. La autopsia del intérprete reveló que se encontraba en la última etapa de una enfermedad denominada demencia con cuerpos de Lewy (LBD), un trastorno neurodegenerativo que se extiende por todo el cerebro y que convirtió sus últimos meses en un auténtico calvario,tal y como ha revelado su viuda, recientemente en una entrevista concedida al diario The Guardian, en la que también ha querido aclarar los numerosos malentendidos surgidos en torno a la muerte del actor.
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- Los últimos días de Robin Williams y su lucha por combatir la demencia que padecía
- Las conmovedoras revelaciones de la viuda de Robin Williams
Harta de las especulaciones surgidas en torno a los motivos que llevaron al intérprete a quitarse la vida señalando que sufría una profunda depresión o afirmando que había sucumbido a viejas adicciones, Susan se ha propuesto una misión: corregir todas estas falsas suposiciones y educar al mundo sobre la enfermedad cerebral tan poco conocida que sufría el actor y que llevó a su marido a sufrir pérdidas de memoria, paranoias, alucinaciones o ansiedad, sin que ninguno de los dos supiera que la padecía.
“Tras realizarle la autopsia los médicos me dijeron: '¿Le sorprende que su esposo tuviera cuerpos de Lewy en todo su cerebro y en el tronco cerebral? ' Ni siquiera sabía qué eran los cuerpos de Lewy, pero dije: 'No, no me sorprende'. El hecho de que algo se hubiera infiltrado en cada parte del cerebro de mi marido daba sentido a su comportamiento” ha afirmado Susan en declaraciones al ya mencionado periodico británico.
El mayor miedo de Robin Williams era perder su conciencia, pues si había algo que caracterizara al actor era su espontaneidad y su capacidad, no solo para cambiar un guión ya escrito, sino también para mejorarlo, tal y como han declarado aquellos que tuvieron la gran suerte de trabajar junto a él. Por eso cuando su cabeza comenzó a fallarle, la estrella de Hollywood no pudo soportarlo. Una de las primeras señales que le mando esta enfermedad fue cuando se encontraba rodando la tercera entrega de Noche en el museo en Vancouver, tal y como relataba su viuda en el documental El deseo de Robin, una pieza biográfica e íntima estrenada el pasado mes de septiembre en la que se narran los últimos días de vida del actor y su lucha contra aquella devastadora enfermedad que truncó una de las carreras más brillantes de Hollywood. "Recibí una llamada de Robin, y no podía calmarse. "Estaba sufriendo un ataque de pánico por no poder recordar unas líneas de guión; a veces, le costaba recordar siquiera una línea de diálogo. Ese no era un problema que hubiera tenido antes, y dado que era una personas con la mente más ágil que hayas conocido, puedes ver lo perturbador que debió haber sido " explicaba Susan. “Su mente no disparaba a la misma velocidad. Esa chispa disminuyó", añadía Shawn Levy, el director de Noche en el museo.
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Susan no es neuróloga ni cineasta, sino artista, sin embargo, tras vivir en primera persona la enfermedad de su marido, se ha visto en la necesidad de ayudar al mundo con su testimonio. "Si mi marido no fuera famoso no me haría pasar por todo esto", afirma la mujer del actor en la entrevista The Guardian "Pero aún hay muchos malentendidos sobre su muerte y sobre los cuerpos de Lewy, y creo que esto es lo correcto".
Al principio, Williams se quejó de dolores de estómago. Entonces su mano comenzó a temblar y tuvo un insomnio terrible. Aún más notable para Susan fue su creciente ansiedad. “Era muy extraño que Robin fuera tan paranoico. El problema de la enfermedad que padecía es que los síntomas no aparecen todos a la vez, sino que van cambiando. Por eso es tan confuso para el paciente y el cuidador ”.
Fue en mayo de 2014, tres meses antes de su muerte, cuando Robin fue diagnosticado con Parkinson. Sin embargo, el Parkinson no explicaba la paranoia, ni su depresión ni siquiera su ansiedad, que según Schneider, se tratan como "problemas satélites", en lugar de ser parte de un problema neurológico interconectado. Y es que el comportamiento de Williams se estaba volviendo tan extremo que tanto él como su esposa decidieron ir a un centro de pruebas neurocognitivas. Una semana antes de ingresar, Williams se quitó la vida. “Creo que no quería ir. Creo que pensó: 'Me encerrarán y nunca saldré’” ha confesado Susan con la voz entrecortada.
Tras su muerte, se especuló con que Williams había caído de nuevo en ciertas adicciones, lo que para Susan demuestra “cómo nosotros, como cultura, no tenemos el vocabulario para discutir las enfermedades cerebrales como lo hacemos sobre la depresión. La depresión es un síntoma de la demencia con cuerpos de Lewy y no se trata de psicología, tiene sus raíces en la neurología. Su cerebro se estaba desmoronando ". Es cierto que Williams había luchado contras sus adicciones en el pasado, pero Schneider dice que ese no fue el problema esta vez. Robin llevaba ocho años limpio y sobrio cuando falleció.