Era su rincón favorito del mundo, el sitio donde encontraba la paz y donde Michael Jackson dejaba de ser un adulto para convertirse de nuevo en un niño, por eso lo bautizó como "Neverland" (el país de Nunca Jamás) en honor a la isla mágica de la obra "Peter Pan y Wendy" donde los adultos no pueden entrar. Instaló allí un parque de atracciones, un zoológico, un lago con cascada, una sala de cine, una piscina y hasta una estación de tren con temática de Disney.
Sin embargo, tras la muerte del rey del pop hace ya más de una década, aquel “paraíso en la tierra” perdió todo su esplendor y se volvió un sitio oscuro. Por este motivo, y por lo mucho que costaba mantener este rancho de más de 1.100 hectáreas, sus propietarios, la firma de inversiones Colony Capital de Thomas Barrack Jr. a la que el rey de pop se vio obligado a vendérselo para pagar sus deudas en 2008, decidieron ponerlo a la venta en 2015, aunque no ha sido hasta ahora, cinco años después de colgar el cartel de “se vende” cuando por fin han encontrado un comprador.
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El precio de salida de la propiedad, que cuenta con una residencia principal de estilo normando-francés y tres casas de huéspedes, fue de 82 millones de euros, sin embargo, los compradores no llegaban,y en 2017 los propietarios del rancho redujeron el precio de venta hasta los 67 millones. Después llegó el documental "Leaving Neverland", emitido por HBO y en el que se analizaron los supuestos abusos sexuales del cantante a menores, de los que fue absuelto en 2005, y su precio se rebajó de nuevo hasta los 25 millones de euros.
Sin embargo, finalmente el rancho no ha sido vendido ni por los 82 millones del principio ni por los 25 del final, sino por 18 millones de euros, lo que supone menos de una cuarta parte de su precio de venta original.
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Su comprador ha sido Ron Burkle, cofundador y socio gerente de Yucaipa Companies, LLC, una firma de inversión privada y cuyo patrimonio neto a 24 de diciembre de 2020 se estimó en 850 millones de euros. Para Burkle este lugar no era para nada desconocido pues en el pasado había trabajado para Jackson como asesor en asuntos comerciales, por lo que conocía de primera mano el potencial de esta propiedad. Según un portavoz de Burkle, la intención del comprador no es establecer su residencia donde un día vivió Jackson, sino una inversión inmobiliaria para poder venderla en un futuro.