Este miércoles por la noche, Blanca Suárez y Javier Rey acudían juntos a promocionar su última película, en la que se enamoraron, El verano que vivimos, al programa El Hormiguero. Lo hacían a pesar de que el largometraje ha sufrido un retraso en su estreno de aproximadamente un mes -se podrá ver en cines, previsiblemente, el próximo mes de diciembre-. Llegaban a plató dispuestos a pasar un buen rato y, sin saberlo, a conocer un poquito más el uno del otro, pues Pablo Motos, el presentador, les tenía preparado junto con las hormigas un juego de lo más divertido.
Blanca Suárez cuenta qué pensó Javier Rey de ella cuando se conocieron
Se trataba de una sucesión de preguntas y respuestas sobre uno de ellos, mientras que el otro debía intentar dar con la opción correcta. Así, Javier Rey ha descubierto, por ejemplo, que Blanca Suárez quería ser zoóloga maquilladora cuando era pequeña. Ella, por su parte, no sabía que el intérprete trabajó de vendedor de pescado online antes de dedicarse en cuerpo y alma a la interpretación.
Blanca Suárez y Javier Rey, amor y trabajo en San Sebastián
Uno de los momentos más sorprententes llegaba cuando Rey tenía que acertar qué papel de Juego de tronos podía haber interpretado Blanca, Lo cierto es que, tal y como le trasladaron las hormigas, la actriz pudo ser Missandei en la exitosa serie, dado que quedó la segunda en el casting y era la siguiente opción, por detrás de Nathalie Emmanuel, quien finalmente fue la elegida. Tras descubrir que la habilidad secreta de Rey era imitar el sonido del cerdo y que una de sus comidas favoritas era la ensaladilla rusa con cebolla, él averiguaba el trabajo que había tenido Blanca antes de convertirse en actriz.
"Repartía propaganda vestida de Papá Noel con patines", espetó casi sin dudar. Tampoco le costó acertar que, durante la recogida de un Premio Ondas, Blanca terminó llorando y quien la consoló no fue otro que Alejandro Sanz, quien curiosamente pone la banda sonora al filme protagonizado por ambos. Por su parte, la intérprete de El barco no fue capaz de adivinar el sofisticado sistema con el que él copiaba en los exámenes: se los pasaban resueltos por debajo de la mesa. "Nos colocábamos cerca de la puerta, en la cafetería los de otro curso nos los pasaban, pero nos pillaron y empezaron a marcar los folios, así que intentábamos conseguir los sellos. Nunca estudiábamos. era una espiral de copiar, y claro luego estábamos en deuda con la otra clase", comentaba entre risas, dando por finalizado el divertido juego.