Desde que se conocieron viven en una permanente luna de miel y, en ocasiones, comparten ese amor que les une con todos sus seguidores. Lo hicieron el pasado mes de julio, cuando Eugenia Martínez de Irujo y Narcís Rebollo hicieron pública una imagen en la que aparecían juntos en un restaurante. Pero no estaban solos en aquella ocasión. Les acompañaba Tana Rivera, la hija que la duquesa de Montoro tuvo con Francisco Rivera. La joven, además de testigo de excepción de esta relación, ejerció de perfecta fotógrafa para la pareja.
Este jueves, hace apenas unos minutos, Narcís Rebollo ha vuelto a presumir de amor hacia Eugenia Martínez de Irujo y lo ha hecho en otro escenario y con otra persona detrás de la cámara: Hubertus de Hohenlohe, hijo de los príncipes Alfonso de Hohenlohe e Ira de Füstenberg y un asiduo de Marbella. Precisamente en este punto de la Costa del Sol es donde el matrimonio ha querido mostrar su lado más romántico y presumir de su historia de amor, la misma que iniciaron hace más de tres años y que culminó en boda secreta y sorpresa.
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En la instantánea en cuestión aparece la pareja muy sonriente y feliz, mirando a cámara mientras Narcís sostiene entre sus brazos a la duquesa de Montoro. Esta, por su parte, luce un vestido color coral y escote hálter y un enorme y larguísimo collar blanco. "Con mi @eugeniamartinezdeirujo photo by @hubertushohenlohe #casitadelprincipepop #marbella", escribía el presidente de la discográfica Universal, sin dejar ninguna duda de dónde, cuándo y de qué manera había sido tomada la fotografía. Por su parte, su esposa le ha contestado con una auténtica declaración de amor: numerosos corazones rojos y un "tq" ("te quiero").
Eugenia Martínez de Irujo y Narcís Rebollo se encuentran de vacaciones en el sur de España junto a Tana Rivera. Aquí se han dejado ver con un estilo muy relajado y cómodo, marcado por los caftanes 'boho chic', sandalias, vestidos y bolsos de rafia. Ahora disfrutan del aire libre, al contrario de lo que sucedió en el confinamiento, cuando la duquesa de Montoro quiso sorprender con su faceta más artística y dejar claro que había heredado de su madre, la recordada Cayetana de Alba, su afición por la pintura.