Cuatro meses después del inesperado fallecimiento de Carlos Falcó a causa del coronavirus, el recuerdo del aristócrata sigue estando muy presente entre todos los que le querían. Esther Doña, la mujer que le hizo feliz en la última etapa de su vida, explicaba en exclusiva en las páginas de ¡HOLA! que el duelo está siendo "especialmente duro". Nos contaba que, como matrimonio, tenían muchos planes por hacer y sueños por cumplir porque ambos pensaban que el empresario era inmortal gracias a la vitalidad que le caracterizaba. Tras el duro golpe que ha supuesto perder a su amor, intenta poco a poco recuperar su rutina con la ayuda de sus seres queridos, quienes no la dejan sola en esta complicada etapa. Precisamente con una amiga ha acudido al que fue su hogar conyugal coincidiendo con una significativa fecha: su tercer aniversario de boda. Ambas se desplazaban hasta el palacio de El Rincón, un lugar lleno de recuerdos para la marquesa viuda de Griñón puesto que allí no solo convivió con su marido, sino que también lo eligieron como telón de fondo para pronunciar el "sí, quiero" y para su posterior celebración.
Esther Doña, la felicidad de Carlos Falcó en los últimos años
Con un vestido blanco, zapatillas deportivas, protegida por la mascarilla y conduciendo su propio vehículo, Esther Doña llegaba hasta el espectacular palacio del siglo XIV en el que el 22 de julio de 2017 vivía uno de los días más felices de su vida. No en vano, esa es la fecha que el padre de Tamara Falcó y ella elegían para formalizar su relación de amor y comenzar un nuevo capítulo como marido y mujer. Aquel verano, los magníficos jardines de la vivienda ubicada en la localidad madrileña de Aldea del Fresno servían como imponente escenario para su enlace civil, en el que contaron solo con la presencia de dos testigos y el oficiante. Exactamente dos meses después de esta ceremonia abrían las puertas de El Rincón para celebrar su unión con una gran fiesta a la que asistieron aproximadamente 150 invitados entre los que se encontraban rostros tan conocidos como Fiona Ferrer, Carmen Martínez-Bordiú, Juan Peña, Kalina de Bulgaria, Kitin Muñoz, Emiliano Suárez, Carola Baleztena, Javier Merino, Marina Castaño o Pitingo, que se encargó de amenizar la velada.
Tras el confinamiento, Esther Doña -que logró superar el coronavirus- abandonaba El Rincón por voluntad propia, sin realizar ningún tipo de negociación ni de alcanzar ningún acuerdo con los hijos de Carlos Falcó. La malagueña se instalaba en el piso que tiene en la localidad madrileña de Majadahonda, donde es frecuente verla salir a hacer la compra o pasear a su perrita Chloé, un bichón maltés que su marido le regaló hace dos años por Navidad. Por el momento se desconoce cómo ha sido el reparto de los bienes del marqués de Griñón entre sus cinco hijos (Xandra, Manuel, Tamara, Duarte y Aldara), pero, tal y como avanzaba ¡HOLA!, la familia ha decidido desprenderse del citado palacio y lo ha puesto a la venta. Una decisión inesperada, teniendo en cuenta que la propiedad era una de las favoritas del aristócrata. Una imponente vivienda rodeada por cinco hectáreas de campo, entre las que se encuentran algunos viñedos y zonas verdes cuidados con mimo como el Jardín de las Mimosas, el Jardín de los Perros o el Jardín de la Grava.
Unos meses muy difíciles
Lo cierto es que este último año no está siendo nada fácil para Esther Doña, quien ha tenido que enfrentarse a momentos tan complicados como el fallecimiento de su marido o el problema de salud por el que a punto estuvo de perder una pierna. El pasado mes de agosto se sinceraba en nuestra revista y hablaba por primera vez de este tema: .“Me diagnosticaron un tumor de células gigantes y tuve riesgo de amputación de la pierna”. Por fortuna, gracias a la intervención del doctor José Tabuenca, jefe del servicio de Traumatología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, pudo pasar página, aunque continúa aunque sometiéndose a revisiones periódicas.
Amante del campo y adelantado a su tiempo, repasamos la vida del Marqués de Griñón