Un desgraciado 3 de agosto de 2017 Ángel Nieto fallecía en Ibiza, su ciudad de residencia y donde días atrás había sufrido un accidente de tráfico al ser embestido mientras conducía un quad. A los 70 años, el piloto español más laureado de la historia del motociclismo dejaba en su legado 13 campeonatos, o como a él le gustaba decir por el miedo al número, sus 12+1. Tres años después, Lazos de sangre repasa la vida del piloto, desde sus éxitos profesionales hasta su vida sentimental, en un debate que ha contado con la presencia desde sus respectivos hogares de sus tres hijos. Los mayores, Ángel y Pablo, fruto de su matrimonio con Josefa Aguilar, y el más joven, Hugo, de su relación con Belinda Alonso. Los tres hermanos han mostrado una unión total, mostrándose orgullosos de él, pero terriblemente apenados por su ausencia.
"Son tres años ya, pero él sigue muy cerca, en el pensamiento de toda la familia y del aficionado al motociclismo. Se le echa muchísimo de menos", ha asegurado el mayor de todos, también conocido como Gelete. "Él siempre ha sido mi inspiración, todavía me sigue dando muchos consejos", decía por su parte Pablo, antes de añadir: "Cada vez que se levanta un día nuevo hablo mucho con él". Los tres hermanos, han mostrado una tremenda emoción a la hora de hablar de su padre. "Hay muchos momentos difíciles en los que intentas buscar alguna solución, pienso en él y en qué haría él. Todos esos instantes complicados en los que más pienso en él", ha declarado Hugo, el más joven de los tres hermanos.
Gelete ha querido resaltar que Ángel Nieto vivió sus 70 años a toda velocidad, tanto en su carrera como piloto de motociclismo como en su vida personal. "Disfrutar de la vida, de sus amigos, de su familia... En Ibiza, viendo esa noche tan bonita, viendo el castillo que se ve desde su casa. Él era un disfrutón, se lo ha pasado estupendamente con sus carreras y sus viajes... Era un todoterreno. Se le echa mucho de menos", sentenciaba el hijo mayor.
Un comienzo humilde que enorgullece a sus hijos
Antes de ser considerado como uno de los pilotos de motociclismo más importantes de toda la historia, más allá de España, Ángel Nieto vivió una infancia humilde, pero llena de cariño. "Su madre lo era todo", han resaltado sus hijos, sobre la relación que tuvo el piloto con Teresa Roldán, que murió sin conocer que su hijo había fallecido por ese accidente de tráfico. "Mi padre es un ejemplo a seguir, un ejemplo de superación, desde abajo y con esfuerzo e ilusión consiguió lo que se proponía", ha asegurado Hugo Nieto, que después habló de la última velada que compartió con su padre, con motivo del cumpleaños de su madre: "La última noche fue preciosa. Le abracé como siempre y le dije que le quería". Lo que sí se le quedó en el tintero fue compartir más fiestas con él: "Me habría gustado disfrutar de alguna noche más loca con mi padre".
La importancia del deportista fue de tal magnitud que su propio hijo Gelete no quiere ser llamado por su nombre: "Ángel Nieto solo hay uno". Unas palabras de cariño que también han utilizado los tres cuando se han referido a su "cuarto" hermano, Fonsi Nieto, sobrino del motociclista que al igual que Pablo siguió su camino en el mundo de las motos. "Fonsi para mí es un hermano", ha sentenciado Pablo.
La llamada que presagiaba lo peor
Fue Pablo quien recibió la llamada que nunca quiso escuchar. "Me dijeron que llamase a mi padre, y me cogió el teléfono una chica que había visto todo el accidente", ha relatado el hijo mediano del piloto. Una chica cuya identidad ha permanecido en el anonimato fue la encargada de relatarle lo que estaba sucediendo. "Al preguntarle si tenía las pupilas dilatadas y decirme que sí, sabía que era símbolo de un traumatismo grave", explica en el documental de Lazos de sangre. Pablo inmediatamente llamó a su hermano Gelete, le pidió que cogiera un vuelo directo a Ibiza, donde pasaron juntos complicados momentos. Ángel Nieto permaneció ingresado durante 8 días, una semana en la que parecía mejorar. En apenas horas el pronóstico cambió de grave a crítico, y finalmente los médicos no pudieron hacer nada más por su vida.