Entre temporada y temporada de Cuéntame cómo pasó, Pablo Rivero aprovecha el tiempo para dedicarse a otros proyectos, como la escritura. De hecho, acaba de publicar su segunda novela, Penitencia, cuyo protagonista presenta algunas similitudes con el actor: trabaja en una famosísima serie de televisión y decide mudarse al campo en busca de tranquilidad. Eso sí, la vida de Pablo no tarda en alejarse de la trama de su nueva aventura literaria, que esconde muchas sorpresas dentro del género de la novela negra. "Es un thriller muy inquietante, con muchos giros que te dejan con la boca abierta", nos avisa el autor.
Con motivo del lanzamiento de Penitencia, Hola.com habla con Pablo. El actor nos hace varias confesiones: que tiene pareja, que compartió días universitarios con dos presentadores de informativos y que hace unos meses dejó el mundanal ruido del centro de Madrid para mudarse a las afueras de la capital. Además, el actor analiza el paso del tiempo a escasos meses de su cuarenta cumpleaños y nos avanza sobre la nueva temporada de Cuéntame: "Va a dar mucho que hablar".
Hay muchas similitudes entre el protagonista de Penitencia y tú. ¿Hay mucho más de ti en esta novela que en la anterior?
Creo que no. Pienso que esta es más personal y ha quedado más redonda… O eso dicen. Profundizo en algo más universal, que es la aceptación y la búsqueda de uno mismo, de saber quién eres y aceptar lo que intentas proyectar siempre, de la lucha que tenemos… Por mucho que quieras ser esto, tu naturaleza te lleva a lo otro. Entonces, en ese sentido, sí hay mucho de mí. No volveré a tener miedo tiene que ver más con mi infancia, aunque luego luego mi vida fuese más distinta. Creo que Penitencia es más disfrutona y más comercial, en el sentido de que todo lo que recreo es más lujo, es un personaje más cool…
Jon, el protagonista de tu nueva novela, busca un refugio en el campo para huir de su alter ego y tú también vives ahora a las afueras de Madrid.
Es muy curioso porque, cuando empecé a escribir la novela, yo vivía en el centro de Madrid. De hecho, parte de las vivencias que tuve con una vecina, que era muy negativa, me inspiró en el libro. No pensaba en irme a las afueras porque ni conducía, aunque tenía el carnet. Curiosamente, la primera parte de Penitencia, que es la parte en la que se va a vivir al campo y en la que yo lo describo con bastante precisión, vivía aún en el centro. Y la segunda parte de la novela es la que he escrito ya viviendo aquí. Pero no es que huyera de la fama, sino porque valoro otras cosas. Me gusta más con la naturaleza, estar más tranquilo, dar paseos, tener una bañera, una cocina amplia, un jardín… Y en Madrid, si quieres eso, tienes que gastarte muchísimo dinero. No es accesible para la mayoría de la gente.
¿Cuál es la penitencia de tu vida?
Depende. A lo mejor, como en el caso de Jon, la penitencia es cuando la gente te identifica sólo como una cosa. O como cuando has hecho algo tan significativo en tu vida que a la gente le cuesta verte en otra cosa.
¿Esto es un llamamiento a directores y productores?
No, no. Yo no lo vivo como una penitencia. Es casi como una ventana. A la hora de presentar los proyectos, siempre está por delante la imagen que la gente tiene de ti. La penitencia con la literatura es que he tenido que hacer un hueco y demostrar que, además de ser actor de Cuéntame cómo pasó, he estudiado Comunicación Audiovisual, he estudiado toda la vida y sé hacer esto. También tienes que justificarte porque haces teatro y eres televisivo. Hay una cosa que que, a veces, lo de "televisivo" es un poco la penitencia. Pero, en el fondo, no me atormenta. Al contrario. Es una ventaja, porque está muy bien que la gente te tenga bien situado porque la gente va a seguir tu trayectoria y porque se va descolocar cuando haces algo diferente.
Al tener la carera de Comunicación Audiovisual, ¿no te tienta la idea de ponerte detrás de las cámaras?
Claro. Tengo el guion cerrado de una peli e ideas trabajadas para cortos, pero me he enganchado a la novela negra y la he desarrollado desde la libertad porque no tenía esa presión. En los proyectos audiovisuales, veo lo que hay detrás, de producción, de lanzar el proyecto… Mi cabeza va a mil por hora y luego, ya tengo otra idea. Pero me encantaría. Una de las cosas que más me dicen de los dos libros es que imaginan todo el rato como una peli o una serie, porque son muy audiovisuales.
Estudiaste en la misma universidad que Elsa Pataky. ¿Coincidiste con ella en clase?
No, porque iba a un curso más. Coincidí con Elsa años después, haciendo el vídeo de Fangoria –Retorciendo palabras–. Pero sí he tenido compañeros que han presentado telediarios: Alejandro Barreiro y Álvaro Zancajo.
Hablemos de tu cuarentena. ¿Cómo la has pasado?
No me puedo quejar. Estando aquí, con jardín y al aire libre, aunque no pudiera salir a la calle… En la cuarentena se han visto mucho las diferencias y los medios que tiene cada uno. Ha sido terrible para el que no tiene ahorros y para el que vive con contratos basura o en malas condiciones. En mi caso, he tenido la suerte de que nadie de mi entorno se ha puesto enfermo y eso ha sido crucial. He sido muy afortunado, por las condiciones y porque no he tenido a nadie mal. Luego, he aprovechado el tiempo para terminar un nuevo libro.
¿Otro?
Sí. Me faltan las correcciones. Claro, es que estar dos meses encerraos en casa y retrasado el rodaje de la serie, pues he dicho: "Ahora o nunca". En cuanto empiezo con Cuéntame, tengo que retrasarlo un año. Y ahora que estoy tan motivado, me ha venido muy bien. Sobre todo, en lo profesional.
¿Has aprovechado para hacer alguna otra cosa pendiente?
He pintado una pared de casa, con unas formas un poco extrañas y ha quedado bastante bien. He empapelado una pared, que no me ha quedado nada mal. También cosas del jardín que tenía pendientes.
¿Te has mudado a la casa hace poco?
Hace un año y algo.
Supongo que, en la cuarentena, has agradecido más que nunca el haberte ido a una casa fuera de Madrid.
Mira, me he acordado de todos mis amigos que me decían que cómo me iba a ir del centro, necesitando el coche para todo… También estoy cerca de Madrid, no vivo en El Escorial ni un pueblo perdido. Son decisiones que te tienen que apetecer. Aquí lo he disfrutado un montón.
¿Y has pasado la cuarentena solo o acompañado?
Ah… (ríe) Soy muy familiar. Solo no estoy.
¿Cómo ha sido la vuelta con Cuéntame?
Hemos tenido lecturas de guion, pero por Zoom –se refiere a un programa informático de videollamadas–. No nos hemos visto. El rodaje empezaba en mayo, pero se ha retrasado a septiembre. La productora ha decidido trabajar más en los guiones, con este bonus extra de tiempo. Como nosotros hacemos mucha lectura y trabajamos mucho con los guionistas, pues hemos tenido muchos encuentros para compartir lo que pensamos, lo que vemos bien y lo que no, para intentar enriquecer todo. También en la productora han sido muy consecuentes por la incertidumbre de posibles rebrotes y, si no es necesario vernos y tenemos sólo la lectura de guión, cada uno está más seguro en su casa. Pero están siendo muy divertidas las conexiones.
Después de casi veinte años, ¿cuál es el sentimiento a la hora de volver una nueva temporada de la serie?
El sentimiento de abrir un guion y ver qué me toca, qué han pensado para mí, provoca la misma ilusión e incertidumbre. Al final, mantenemos todos mucha ilusión y ganas de poner mucha energía, al igual de devolver a la gente todo lo que nos da con su fidelidad. Además, te tengo que decir que los nuevos guiones están bastante bien y que van a dar mucho que hablar.
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¿No has tenido altos y bajos con tu personaje?
Las series de televisión son un trabajo. Por suerte, un trabajo que me gusta, que me apasiona y del que me siento afortunado por poder vivir. Pro no deja de ser un trabajo y pasa como en todos: a veces, te entiendes más, otras menos… O te encuentras cosas que no te esperabas… Otras veces te gustan tanto… La suerte es que nos conocemos todos mucho y tenemos la confianza para trabajar conjuntamente. Y cuando dejé la serie, era porque tenía el contrato del libro y me había comprometido a un plazo de un año, para poder respetar los plazos, llevar las correcciones de una manera sana… También me coincidió que tenía dos obras de teatro que tenía que hacer, una de ellas con gira internacional. Había un problema de agenda, no porque estuviera cansado, También coincidió con que aquella trama policíaca había llegado a un colofón final y no extrañaba que yo me fuera de repente. Estaba muy en alto el personaje. Pero he aparecido en todas las temporadas. En esa en concreto, estuve en cinco de los quince capítulos, pero estuve. Realmente, nunca me he llegado a ir de la serie.
¿Te cansa que te pregunten por Toni Alcántara?
No. Lo vivo de una manera natural. Además, es un proyecto que no ha terminado y con el que sigo conectado. Sigo con los guiones y tengo la ilusión de seguir trabajando. El problema es cuando alguien no sabe o no ha visto lo que estoy haciendo la margen: obras de teatro, pelis, libros… Sobre todo, me puede llegar a molestar cuando me hacen la pregunta del encasillamiento… Pues no, no me siento encasillado porque todo lo que hago es muy diferente a Toni Alcántara. Pero que me pregunten por un personaje que hago con mucho orgullo, no me molesta, ni mucho menos.
¿Cómo has llevado la popularidad, especialmente, al principio de la serie?
Al principio, sí que estaba sobrepasado. No nos esperábamos que iba a ser ese bombazo. Eso ha sido fundamental para el personaje de Jon, en Penitencia. Bueno, la sensación de que vayas donde vayas siempre hay alguien observando.
¿La sigues teniendo ahora?
No. Ni mucho menos. También lo vivo de otra manera. Ahí entra mucho el nivel de atención que tú le pongas a las cosas. Si tú te obsesionas y piensas que todos estás pendiente de ti, que es lo que le ocurre a Jon, pues te vuelves un poco loco. En mi caso, me da un poco igual.
¿Alguna vez has ayuda a ayuda terapéutica para digerirlo?
No, qué va. ¿Sabes lo que pasa? Que si tienes una base familiar fuerte y sabes lo que quieres, es muy difícil que se te vaya la pinza. Eso está muy retratado en el libro, que el personaje piensa que todo gira entorno a él y está obsesionado con que nadie sepa donde vive y lo que hace.
¿Es lo que te hubiera pasado a ti si hubieras perdido la cabeza?
Bueno, es un novela negra y está todo muy exagerado, pero es lo que me hubiera pasado a mí si fuera una persona súper mediática, que moviera tantísimo dinero, tuviera las carencias del personaje y hubiese interpretado a un asesino durante muchísimo tiempo. Yo eso no lo veo ni por asomo y este personaje es un poco ‘Black Mirror’, que venía muy bien para la historia.
¿Alguna vez se ha planteado realmente el final de Cuéntame?
Esto lo tendrían que hablar el creador y los guionistas. Sé que en algún momento se dijo, con la muerte de Franco o con el año 92… Nadie se imaginaba que iba a haber este nivel de enganche por el público.
Hablando de la serie, ¿cómo se encuentran Ana Duato e Imanol Arias después de unos meses complicados para ellos?
En las lecturas de guion, les veo con muchísimas ganas. Creo que tienen un temporadón. Ya los otros temas son muy delicados y muy personales.
Se conoce muy poco de ti. ¿Estás soltero?
No, tengo pareja.
No se sabe ese dato. ¿Esta relación tratas de llevarla con discreción?
Creo que a la gente le da un poco igual. Yo vivo mi vida totalmente normal, pero no me gusta saber de la gente ni de mis referentes… Hay algo de que si yo me tengo que creer y abstraer de alguien para creerme que pueda hacer muchos personajes… En las redes sociales, dejo de seguir a actores porque me dejan de gustar y no quiero saber lo que desayuna ni nada… Indirectamente, te vas haciendo una idea…
¿Pierde el misterio?
Totalmente. Y la neutralidad para poder hacer luego otros personajes. Conmigo me pasa igual. Igual que no me gusta saber la vida de nadie, cuanto se sepa menos de mi vida, mejor. Eso no significa que yo viva escondido, ni mucho menos. Al contrario.
¿Te consideras enamoradizo?
Sí… Enamoradizo de primeras, no. Pero sí disfruto de las relaciones.
¿Qué buscas en una pareja?
Sobre todo, confianza… Para que yo esté enamorado de alguien, tiene que haber respeto y admiración. Nunca podría estar con alguien que no admirara, profesional o personalmente. No tiene que ser igual, sino alguien a quien respete y admire.
En octubre cumples cuarenta años. ¿Cómo afrontas el paso del tiempo?
(Ríe) Con filosofía. Intentando aprovecharlo, siendo muy consciente que el tiempo pasa volando y disfrutando de mis familiares, sobre todo de los más mayores. Estoy muy volcado con la escritura, ganando tiempo… Pero muy relajado y muy agradecido. Me gusta cómo voy a llegar a mis cuarenta.