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sarda javier gtres© Gtresonline

De su hermano Javier a su hijo Pol: la faceta familiar de Rosa María Sardá

Divertida, sincera... y siempre irónica, la actriz fue siempre muy reservada con su vida privada


Actualizado 2 de octubre de 2020 - 14:30 CEST

Rosa María Sardá, que acaba de fallecer a los 78 años víctima de un cáncer, era por encima de su profesión, una amantísima madre de su único hijo, Pol, nacido de su relación con Josep María Mainat, del grupo La Trinca y Gestmusic, un gran exponente del humor y el espectáculo en nuestro país. Aunque Rosa María no fue nunca dada a mostrar su vida personal, y evitaba hablar de su familia, las escasas veces que lo hizo no escatimó en halagos hacia ellos. Rosa María decía siempre lo que pensaba, y lo hacía, cómo no, con ironía, una característica innata de su personalidad que no la abandonó nunca. La actriz ha muerto rodeada de los suyos y su exmarido, Josep Maria Mainat, con quien mantenía una buena relación a pesar de estar separados desde hace años, ha querido dedicarle hoy una foto familiar con su hijo Pol de pequeño.

Rosa María Sardá y su hermano Javier© Gtresonline
Rosa María Sardá y su hermano Javier, en la entrega del Premio Feroz a Rosa María en 2016

La hermana de Javier Sardá, con el que siempre ha tenido una relación muy cercana, procedía de una familia de agricultores y sufrió en su juventud el fallecimiento de su querido hermano pequeño, Juan, que les dejó "cuando tenía 26 años víctima de una enfermedad casi desconocida en España que era el sida", según contó la propia Rosa en el programa La Sexta Noche a finales de 2019.

La relación con su hijo Pol ha sido, además de personal, también profesional. Él, que heredó de sus padres la pasión por el mundo del espectáculo y el entretenimiento, dirigió a Rosa María en la serie de televisión Dues dones divines (Dos mujeres divinas), protagonizada por su madre y por Verónica Forqué, que se emitió en la televisión autonómica catalana en 2011.

Rosa María Sardá  y su hijo Pol Mainat© Gtresonline
Rosa María Sardá  y su hijo Pol Mainat, en el funeral de José Ramón Mainat en 2004

Por encima de todo, la ironía

Si algo ha caracterizado la vida de Rosa María eso es la ironía. En la presentación de Un incidente sin importancia, el libro que publicó el pasado mes de diciembre, levantó un gran revuelo al difundirse la noticia de que, a sus 78 años, la actriz tenía ganas de morirse. Ella no daba crédito: «Tranquilos, amigos, que estoy la mar de bien», aseguraba entonces tratando de tomárselo con humor, con esa fina ironía que le ha caracterizado siempre. No tenía ganas de morirse, y le molestó que no se entendiera su ironía -algo de lo que siempre se quejó-, aunque lo cierto es que para entonces ya llevaba varios años luchando contra un cáncer y sabía que su tiempo se agotaba. Ahora, que acabamos de conocer la triste noticia de su fallecimiento, sí, a los 78 años, cobran de nuevo relevancia aquellas declaraciones de una mujer, una actriz que ha participado en más de 50 películas, ha ganado dos premios Goya, un feroz... y se ha ganado el cariño de los españoles desde hace décadas.

'La Sardá', como le gustaba denominarse a ella misma, ha formado parte de nuestras vidas desde sus inicios en el mundo artístico. Unos inicios autodidactas, que continuaron con una larga trayectoria en el cine, el teatro, los escenarios de todo tipo -no olvidaremos sus peculiares galas de entrega de los Premios Goya ni sus monólogos de humor, siempre con esa fina ironía-.

Rosa María deja un gran vacío en la profesión. "Era una persona y una actriz extraordinaria, alguien insustituible" ha dicho de ella el prestigioso director teatral Lluis Pascual en la cadena Ser. El perfil polifacético de la actriz le hizo tocar todos los registros, como actriz, humorista, presentadora y directora teatral. Y pasar de la tragedia a la comedia, en títulos como 'Airbag', 'La niña de tus ojos', 'Todo sobre mi madre', 'Ocho apellidos catalanes' o 'Sin vergüenza'.

El fino humor y la ironía de Rosa María quedarán para siempre en nuestro recuerdo, desde los divertidos gags que hizo junto a Enric Pous, el 'Honorato' con el que veía la televisión en los años ochenta con su programa televisivo Ahí te quiero ver hasta sus últimos trabajos. El Premio Feroz de honor, que recibió en 2016 fue una de sus grandes alegrías de los últimos años, todo un reconocimiento de su profesión.