Hace tres meses que Supervivientes daba el pistoletazo de salida con 17 concursantes que dejaban las comodidades de su día a día en España para poner rumbo a Honduras. Rocío Flores era una de los fichajes estrella del concurso y una de las participantes más inesperadas debido a su actitud reacia con respecto a salir en la televisión. Si algo había caracterizado siempre la hija de Antonio David Flores es su discreción y deseo de mantenerse lo más alejada posible de los focos televisivos. Sin embargo, desde su nacimiento la vida de la superviviente siempre ha estado en el punto de mira de las cámaras por ser la nieta de Rocío Jurado. Con cierto recelo al mundo del espectáculo, decidió dar un paso más allá y convertirse en la defensora de su padre en su paso por GH VIP 7. Desde entonces, se convirtió en el gran reclamo de la cadena y en el fichaje más deseado de la edición. Dejando a un lado su aversión por el mundo de la televisión, la hija de Rocío Carrasco decidió poner rumbo a los Cayos Cochinos en una aventura que, sin saberlo, supondría uno de sus mayores retos de superación y un camino para convertirse, a día de hoy, en una de las máximas candidatas a llevarse el gran premio.
El romántico reencuentro entre Rocío Flores y su novio Manuel
Han sido tres meses bastantes complicados para Rocío durante su estancia en la isla, donde ni siquiera ella misma hubiese pensado llegar tan lejos. "He superado mi propia mente", ha asegurado. La hija de Antonio David Flores ha tenido que enfrentarse a numerosos desafíos tanto físicos como emocionales. Pero antes de sufrir las inclemencias y adversidades de la isla, una lluvia de conflictos con Yiya empañó el comienzo de su concurso. La exconcursante de Un príncipe para tres princesas se convirtió durante semanas en la peor pesadilla de la benjamina de la edición, llegando incluso a provocar el abandono de Rocío en una de las galas y la nominación directa de la modelo extremeña. Uno de los peores capítulos a lo largo su reality que, además, la alejó de uno de sus grandes apoyos en la isla, Ana María Aldón. En el desarrollo de la convivencia, han sido numerosas las ocasiones en las que la sobrina de Gloria Camila ha reprochado a la mujer de José Ortega Cano su falta de apoyo y defensa en cada uno de los ataques hacia su persona por parte de sus compañeros. Un duro golpe emocional que complicó su concurso y al que se sumó el distanciamiento con el que creía que era su mejor amigo en la isla, José Antonio Avilés, con quien protagonizó una sonada ruptura.
Pero el gran reto de Rocío Flores ha sido enfrentarse a sus miedos y la distancia con sus seres queridos, algo que ha sido recurrente a lo largo de los tres meses en los Cayos Cochinos. Las duras condiciones a las que ha estado expuesta han favorecido que la hija de Rocío Carrasco dejase atrás sus miedos y se abriese en canal como nunca sobre su situación familiar. Uno de los temores de la joven, de los que poco a poco se ha ido deshaciendo a medida que pasaban los días, han sido los relacionados con su físico. Durante las primeras semanas no se quitaba la camiseta pero poco a poco ha ido cogiendo seguridad en ese aspecto. Ahora, mucho más delgada y morena, Rocío se ha mostrado feliz y contenta al comprobar frente al espejo que ha perdido más de 15 kilos.
A medida que el concurso ha ido avanzando, las cosas han mejorado para la nieta de Rocío Jurado. Se ha enfrentado a las adversidades climatológicas, ha aprendido a pescar y ha se ha superado así misma tanto emocional como físicamente dejándose la piel en las extenuante pruebas. Además, ha podido forjar amistades que desde el principio parecían imposibles, como la suya con Albert Barranco. A pesar de múltiples situaciones que le han llevado al extremo, incluso llegando a plantearse el abandono, Rocío Flores se ha coronado como una de las grandes supervivientes que han sabido hacer frente a cada uno de los obstáculos de la isla, ganándose el cariño de la mayoría de sus compañeros.