La gran final de Supervivientes se acerca y, aunque queda cada vez menos para conocer quién será el flamante ganador que se llevará el ansiado maletín, los concursantes se encuentran al límite de sus fuerzas. Los días pasan y ya son casi tres meses de supervivencia en los Cayos Cochinos que empieza a afectar seriamente a la salud, tanto física como psicológicamente, de los robinsones, quienes no pueden evitar reiterar en ciertas ocasiones su deseo de regresar a casa, como es en el caso de Rocío Flores. Las fuerzas de los supervivientes se están empezando a agotar y la cabeza comienza a pasar factura con bajones inesperado, la nieta de Rocío Jurado ha encontrado en Albert Barranco a su mayor confidente, a quien le ha llegado a confesar que se plantea abandonar el concurso porque no tiene fuerzas para continuar.
"Me he levantado súper pronto solo pensando en ir a pescar para hacer algo diferente", le comentaba Rocío Flores a Barranco mientras reflexionaba sobre el concurso. La superviviente ha confesado estar realmente agobiada y, a pesar de que su estancia junto a sus compañeros en la isla tiene las horas contadas, no consigue encontrar consuelo en nada. Las altas temperaturas, el cansancio, el hambre, las extenuantes pruebas, la convivencia y la falta de recursos suponen demasiados frentes abiertos para la hija de Antonio David Flores. "Ya no es lo mismo que al principio, está todo demasiado cuesta arriba. Yo sabía que esto iba a ser muy duro, me lo decían mis amigos, sobre todo por la comida, pero es lo siguiente. Hoy hacemos tres meses en la isla y eso no nos lo quita nadie. Esto es más que duro, es durísimo", coincidía Barranco con su compañera.
"Yo me quiero ir de aquí ya, hombre, pero ya, ya, ya… estoy amargada, estoy harta ya, te lo juro", aseguraba Rocío sin poder disimular el llanto de desesperación. Ambos supervivientes parecen haber llegado a su límite, y la presión a la que se encuentran sometidos ha llegado a minar sus fuerzas. Los concursantes se están enfrentando a sus últimas horas en Honduras, pero no parecen hallar consuelo alguno en ninguno de sus quehaceres, ya que los minutos pasan demasiado lentos y parecen horas y pasa una factura muy grande a estas alturas del programa.
Rocío Flores, alabada por todos sus compañeros por su optimismo y alegría, ya no puede más. Son muy pocos en la isla, la final está ya muy cerca y los nervios están a flor de piel, lo que está minando el estado de ánimo de los supervivientes. Por si fuera poco, la última prueba del reality pasó factura a los robinsones al enfrentarse al 'Puente de las emociones', donde tuvieron que sacar a relucir sus sentimientos más profundos mientras contaban sus intensos relatos. Para la hija de Rocío Carrasco fue una de las pruebas más duras y dolorosas a las que ha tenido que hacer frente emocionalmente, y no pudo evitar derrumbarse al recordar a su familia. La joven superviviente se abrió en canal como nunca antes para hablar de sus problemas familiares y, sin poder evitarlo, rompió a llorar al hablar de su madre.
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