Hace una semana que Supervivientes estrenaba la prueba de 'El puente de las emociones' con la participación de Ivana Icardi, Hugo Sierra y Albert Barranco. Anoche durante la emisión de Tierra de nadie fue el turno del resto del grupo encabezado por Jorge, seguido de las tres únicas mujeres que aún participan en el reality, Rocío Flores, Elena Rodríguez y Ana María Aldón. El puente, que volvía a colgar sobre las aguas del concurso, sacó a relucir las emociones de cada superviviente con sus intensos relatos, con los que la propia Lara Álvarez llegaba incluso a llorar. Los concursantes revivían algunos de los momentos más duros de su vida. Ana María Aldón dejaba a un lado su carácter divertido y sorprendía pisando cada peldaño -culpa, arrepentimiento, distanciamiento y perdón-, confesando los episodios más duros de su niñez y contó cómo su infancia estaba marcada por un padre autoritario: "Mi padre torturó a mi madre durante años".
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Aunque el orden de los peldaños para cruzar el puente venía establecido, Ana María Aldón eligió empezar por el 'perdón' para poder olvidar lo que vivió con su padre. "Tengo la necesidad de perdonarle porque era un hombre muy duro, a veces inhumano con su propia familia, pero especialmente con mi madre", confesaba entre lágrimas. "Fue una bestia con ella y nosotros lo veíamos día tras día, los seis hijos", explicaba sin poder contener las lágrimas. El momento más emotivo de la mujer de José Ortega Cano llegó al recordar cómo ella y su hermano se escondían debajo de la cama: “Mi hermano Fermín y yo nos agarrábamos de la mano y nos metíamos debajo de la cama mientras esos episodios sucedían día tras día. Desde que tengo uso de razón he querido tener un cuchillo en la mano para matar a mi padre". Unas palabras que acabaron una Ana María desvastada.
Su padre falleció hace 20 años y la concursante confirmaba que su estancia en Honduras ha sido una ayuda para superar esta etapa de su vida tan difícil. "Creía que le había perdonado, pero no es así. Ahora que he estado aquí me he dado cuenta de que es el momento de hacerlo, de librarme de esa carga", decía mientras confirmaba que "ya está perdonado". Pero el perdón de Ana María también iba en otra dirección, ya que su rebeldía afectó a su madre y a sus hermanos de quienes estuvo distanciada. Por eso necesitaba también su perdón: "Me escudaba detrás de una niña prepotente haciendo sufrir a mi familia, me arrepentía, pero no era capaz de disculparme".
"Hice barbaridades y quiero que mi familia me perdone", continuaba mientras avanzaba entonces hacia el peldaño del 'distanciamiento'. También se derrumbó al contar cómo al llegar a la adolescencia todos los sentimientos que se había guardado durante años, la hicieron una joven rebelde, separándose de los suyos. "Sé que me quieren muchísimo, pero quiero que entiendan que lo que pasé en aquella infancia quizá no era la misma que vivieron ellos, pero fue mi vida y lo que pasaba por mi cabeza cada vez que ocurría". Así terminaba Ana María Aldón su puente de las emociones y, llorando, encontraba consuelo en el abrazo que le daba Lara Álvarez.