La expectación era máxima en el plató de 'Sálvame'. Este lunes se preveía una auténtica bomba y Jorge Javier Vázquez, el presentador, llevaba horas avisando. Pasadas las ocho de la tarde, se desvelaba el misterio y Kiko Hernández regresaba a la televisión. Lo hacía caracterizado como si fuera la muerte: guadaña en mano, con túnica negra y careta. Cargaba, además, con una caja de madera en la que almacenaba al parecer varios secretos nunca antes desvelados en la pequeña pantalla.
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Los colaboradores comenzaban a especular y, aunque en un principio pocos intuían que debajo de la máscara se encontraba Hernández, minutos después mostraba su rostro ante el aplauso emocionado de sus compañeros. El presentador, antes de conocer estos secretos, quería saber cómo había pasado el colaborador el confinamiento junto a sus dos hijas. "Lo he pasado muy mal. Los guantes me han salvado la vida. Me ponía tanto gel que me acababan sangrando", empezaba diciendo, antes de desvelar que había estado hasta cuatro días seguidos sin dormir del pánico y el miedo que ha experimentado a raíz de la pandemia de COVID-19.
Kiko Hernández confesaba que incluso se había llegado a desmayar y que en un momento determinado llegó a pensar que había una invasión extraterrestre, después de comprobar que su teléfono móvil no le funcionaba. "Iba a comprar lo menos posible. A veces me iba y volvía sin nada. No era capaz de salir del coche. Notaba hormigas en la cara. He llorado mucho de impotencia, sentía que no servía para nada". El colaborador ha compartido estos duros y difíciles episodios del confinamiento, sin destacar apenas lo positivo, algo que sí hizo el pasado mes de abril, cuando durante una conexión virtual, reconoció a Jorge Javier Vázquez que sí había sacado algo bueno de la situación.
"Podemos pasar más tiempo con nuestros hijos y poder disfrutar de ellos", explicaba entonces. "Tienen tres años y nunca había podido estar tanto con ellas. La gente lo está pasando muy mal. Tengo la suerte de que tengo una casa grande y puedo entrar y salir, pero todos los días pienso en las familias que tengan que vivir en pisos de 40 m etros cuadrados y sean muchos y tiene que ser terrible", confesaba en aquel momento.