Siempre fue muy sincero y no le importaba mostrar lo que sentía por su familia, a la que adoraba. Álex Lequio tuvo la suerte de querer y ser muy querido, un amor que se reflejaba en sus ojos siempre que dedicaba unas palabras a su madre, sus hermanos o sus primas. Para todos tenía ese guiño en forma de ocurrentes apelativos que desprendían ternura (a su hermana pequeña, Ginevra, a la que quería con locura, por ejemplo, la llamó “la criminal” un día que estuvieron jugando), para ellos siempre un lugar en el pensamiento. En las últimas semanas, Álex visitó esos rincones felices de la memoria para compartir esos instantes que le pintaban, si eso era posible, una sonrisa más amplia de lo habitual en el rostro.
Compartió un breve vídeo en el que era apenas un bebé, una tranquila jornada de piscina grabada por su madre Ana Obregón en la que se escuchaba eso de “preparados, listos, ¡ya!”, antes de que su padre Alessandro Lequio se zambullera ante su curiosa mirada. Quiso mostrar también a un personaje mítico de la serie manga Dragon Ball, Son Goku, al que presentaba frente a un enorme grupo de enemigos, dispuesto a iniciar la pelea. El símbolo de un guerrero que no se rendía. La última imagen que compartió con sus seguidores estaba dedicada a su infancia, a esos retazos de una etapa sin complicaciones, en la que el tiempo pasaba entre juegos y ratos con la familia.
Una relación muy estrecha con su prima
Se le ve en ella con ese gesto travieso, ya daba una pista de su personalidad bromista, junto a su prima Celia G. Vega-Penichet cuando tenían quizá unos tres años. “A través de la eternidad, brillaremos juntos” escribía. Dejaba así el reflejo Álex de la íntima relación que le unía a su prima, hija de la hermana de Ana Obregón, que se llama también Celia, y de Ignacio Vega-Penichet, a la que cariñosamente él llamaba Grazziela porque “le hacía gracia”, explicaba espontáneo. No es la primera vez que ambos abrían el álbum familiar para rescatar alguno de estos recuerdos. Lo hicieron en el verano de 2018, cuando Álex estaba en Estados Unidos siguiendo su tratamiento. “Foto de ayer, en la piscina” escribía él junto a una instantánea de los dos de pequeños. “Con mi amigo de la infancia... Love you bro” ponía ella en la otra. Celia fue una de las personas que, como contó Álex, fue a visitarle en Estados Unidos mientras estaba en la primera etapa de su tratamiento.
El verano pasado volvieron a reunirse en la casa de Costa de los Pinos, en Mallorca, lugar en el que Álex pasó todas las etapas estivales cuando era niño y que fue el refugio también en el último de su vida. El mismo aroma de inocencia y esa sensación de estar en un rincón seguro, arropado por el cariño de los suyos, se respiraba en algunas imágenes que mostró entonces. Junto a sus primas Marta y Celia, posó en el jardín, emulando una foto tomada 23 años antes en las escaleras que llevan a la piscina. También hizo otra con sus abuelos, padres de Ana Obregón, Antonio García y Ana María Obregón. “Verano 2019, celebrando el año en el bastión familiar” escribía.
Todos ellos eran las piezas con las que Álex construía su fortaleza, lo fundamental en su vida, que quedará en la memoria a través de las fotos que hacían sonreír a sus ojos.
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