Ni ha nacido del streaming ni todavía ha llegado a las plataformas, aunque seguramente aterrice pronto en una. Perdida tiene su origen en la televisión convencional, en Antena 3, aunque tiene elementos claros para convertirse en un éxito allá donde vaya —Netflix, a juzgar por el acuerdo que tiene con Atresmedia—. De momento, puede verse completa en Atresplayer.
No es una ficción de grandes y jóvenes estrellas a las que le sobran los seguidores en Instagram. La base de Perdida es la de actores con largas trayectorias, que por separado brillan con luz propia y en conjunto deslumbran. De hecho, la pareja formada por Daniel Grao, el protagonista, y Adriana Paz es una retahíla de escenas sublimes.
Cuenta la historia de unos padres que pierden a su hija pequeña y que lo dan todo para encontrarla. Y todo es todo, hasta jugársela para acabar en una prisión de Colombia llena de acción acelerada. No es el único lugar donde la hay: fuera de ella, la corrupción, el narcotráfico y la vida es tan trepidante como dentro.
Los elementos para que Perdida triunfe en, supuestamente, Netflix y encima lo haga como una serie valorada son muchos: actores consolidados que se comen la cámara, su vocación internacional al estar rodada en España y Colombia, una buena historia bien contada y, a fin de cuentas, un trabajo muy buen hecho. Hay escenas que incluso, dentro de su crudeza, son bonitas de ver. Los planos y la fotografía lo han conseguido: imposible separarse de la pantalla.
A Adriana Paz ya se la intuía como una actriz veterana en Vis a vis, y en Perdida ha terminado de demostrar (en España) su capacidad para conseguir que el espectador se crea lo que está contando, empatice con el personaje y sufra con él. Logra esa conexión propia de la madurez actoral.
Por su parte, Daniel Grao no es una superestrella internacional, aunque es de esos actores que fideliza a sus seguidores. Si se le ve una vez en pantalla, se le quiere ver en todo lo que hace en otras ficciones y se le sigue allá donde va. Es de esos actores que van creciendo paso a paso, año a año, y que con la sensatez de la edad va potenciando la lealtad de su público.
Los espectadores son exigentes con el thriller. No es lo mismo ver una comedia para despejar la mente o una serie con rasgos telenovelescos para hacer maratones que una serie que te obliga a estar despierto para seguirla. Si no se consigue un buen resultado, el thriller está abocado al fracaso, a que se abandone al tercer capítulo (y eso ya son demasiadas oportunidades). Perdida es un thriller para ver de principio a fin y con el corazón en un puño. El resultado de la serie no puede ser más potente. Ojalá, al llegar al streaming consiga algo, aunque sea parecido, a lo que ha logrado La casa de papel. Otra que nació en la televisión convencional.