Aunque no sabe nadar a la perfección, esto no le ha supuesto un impedimento a Ana María Aldón, para lanzarse a pescar en Supervivientes 2020. Ahora que ha cambiado de grupo tras la última unificación, la mujer de José Ortega Cano ha querido disfrutar de una jornada de pesca junto a sus compañeros del equipo de los 'mortales'. La diseñadora acudió, junto a José Antonio Avilés, Rocío Flores y Albert Barranco, a una zona rocosa donde parece que se encuentran los mejores ejemplares de peces, y así tener comida para la cena. A pesar de que el día parecía que iba a ser tranquilo, todo cambió en cuestión de segundos cuando Ana María gritó "¡tiburón!", zambullida en el agua.
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"¡Un tiburón!", gritaba mientras empezaba a nadar hacia la orilla. Los primeros segundos fueron de auténtica confusión. Avilés no entendía lo que decía, y Rocío y Barranco, desde las rocas, pensaban que tenía problemas para nadar. "¿Tiburón?", preguntaba Avilés, que nada más encontrarse con la respuesta afirmativa emprendió la huida. El periodista no se lo pensó dos veces y, sin reparar en si su compañera de faena necesitaba ayuda, comenzó a nadar tan rápido como pudo preso del pánico.
Mientras, la nieta de Rocío Jurado y el extronista de Mujeres y hombres y viceversa observaban la escena. "¡Ve a ayudarla!", le decía la concursante pensando que su compañera se ahogaba. Pero en seguida escuchaban la palabra "tiburón" y sus expresiones cambiaban, aunque no había pistas del escualo, salvo lo que atestiguaban desde el agua. A su llegada a las rocas, el colaborador de Viva la vida no podía dejar de reir: "Yo he salido corriendo. Lo siento, pero soy muy joven. Para que nos coma a los dos, no", decía mientras Ana María aún nadaba hacia las rocas. Una reacción que también provocaba la carcajada de los robinsones, incrédulos ante lo que acababan de vivir. "Yo no vuelvo a venir a pescar", sentenciaba la hija de Antonio David Flores.
Horas después, y algo más tranquilos, los protagonistas contaban cómo habían vivido esta inesperada 'visita'. La primera recordaba impresionada el tamaño del escualo: "No era uno de los chiquititos que pasea normalmente por la orilla, era uno de los grandes". Sin poderse creer aún lo ocurrido, añadía: "Madre mía, qué miedo, he pensado: 'voy a morir en Honduras'", confesaba. Por su parte, el comunicador ponía el contrapunto a la anécdota y a la sensación de terror de su compañera. "Ana María está muy delgadita, si le muerde tiene poca carne, pero si nos pilla a los dos somos más golosos y ya no nos suelta", explicaba entre risas.