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Carlos Falcó falleció el pasado 20 de marzo a causa del coronavirus a los 83 años. Tras su muerte, su hijo mayor, Manuel Falcó, fruto de su primer matrimonio con Jeannine Girod, está llamado a herederar sus titulos nobiliarios, Marqués de Griñón y Marqués de Castel-Moncayo, y también a velar por la continuidad de los viñedos y olivares que creó su padre. Si alguien sabe de gestión empresarial, ese es Manuel, uno de los economistas más importantes de la City londinense que ha sido calificado por el Financial Times como uno de los 10 financieros más influyentes de Europa.
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El hijo primogénito del Marqués nació en 1964, en California; cursó sus estudios empresariales en el CEU y en la Universidad Complutense de Madrid e inició una exitosa carrera en las finanzas. En 2018, fue nombrado codirector global de banca de inversión del Citigroup. "Nunca me podía imaginar que un hijo mío llegaría tan lejos en un mundo tan competitivo", reconoció Carlos Falcó hace unos años en ¡HOLA!
En septiembre de 2018 fue nombrado codirector global de banca de inversión del grupo Citi y hasta entonces lideraba la misma división en Europa, África y Oriente Medio.
Si algo define a Manuel Falcó, además de su capacidad para los negocios, es la discreción. Desde 1999 está casado con Amparo Corsini Montero, miembro de la saga de constructores y fundadores del imperio Corsán, y tiene tres hijos: Carlos, Manuela y Mariana. Y aunque lleva más de dos décadas afincado en Londres, siempre estuvo pendiente de los negocios de su padre y ha heredado de él la pasión por el campo, la caza y los viñedos.
Manuel junto al resto de sus hermanos, Xandra, Tamara, Duarte y Aldara, hereda un legado único, que incluye no solo sus titulos nobiliarios, sino también propieades como el palacio de El Rincón, en Aldea del Fresno, rodeado de cinco hectáreas de campo; una parte del palacio de Mirabel, en Plasencia, uno de los monumentos civiles más importantes de la ciudad extremeña, y Casa de Vacas, la finca de la dehesa de Valdepusa, de trescientas hectáreas, en tierras de Toledo, propiedad de la familia desde 1292. Allí es donde el marqués inició, en los años sesenta, su industria vinícola. Cuando heredó la finca de su abuelo materno, Joaquín Fernández de Córdoba, este le dijo: "Te dejo la tierra con mejor suelo para vides y olivos, para que puedas realizar tu sueño". Ahora, una nueva generación podrá seguir haciendo realidad el sueño de Carlos Falcó.
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