Disfruta formando parte de la Policía Nacional, pero la gran pasión de Saúl Craviotto siempre ha sido el piragüismo, modalidad en la que tiene un brillante palmarés: tres campeonatos europeos, tres campeonatos mundiales y dos Olimpiadas. Su ilusión no es otra que poner fin a su carrera deportiva consiguiendo el oro en los Juegos Olímpicos de Tokio, y para conseguirlo pidió una liberación de servicio en su trabajo que le permitiera prepararse a fondo para esta cita que finalmente ha sido pospuesta y no tendrá lugar hasta verano de 2021. Este cambio de planes, unido al momento que se vive en España, ha hecho que regrese antes de lo previsto al trabajo. "He vuelto a mi trabajo ante la necesidad de la situación que vivimos", ha explicado.
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- EXCLUSIVA: Saúl Craviotto y su padre, dos campeones del piragüismo unidos por un mismo sueño
Esta misma semana Craviotto se reencontraba con sus compañeros, quienes le han recibido con los brazo abiertos según ha comentado en El Comercio, donde ha explicado cómo es ahora su día: "Controlamos un poquito el tráfico en la ciudad y, como es lógico en este momento, preguntamos a las personas el motivo de su desplazamiento". Está dispuesto a seguir al servicio de la ciudadanía "hasta que mis superiores lo necesiten", pero no ha dejado de lado su disciplina y cada tarde sigue haciendo en su domicilio la tabla de ejercicios que le marca su entrenador para llegar lo mejor preparado posible a las olimpiadas, en las que además podría ejercer como abanderado. "Tenemos que centrarnos toda la humanidad a nivel mundial en sobreponernos a este virus. Seguro vamos a poder con él. Como deportista tenemos que resetear, cambiar el chip, borrar la fecha que teníamos en la cabeza y centrarnos en agosto del año que viene", relataba en Radio Marca.
Cuando el Comité Olímpico Internacional anunció que estaba estudiando el aplazamiento de esta esperada cita deportiva, Saúl Craviotto, de 35 años, se puso inmediatamente en contacto con el comisario jefe de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Gijón, Dámaso Colunga, para ofrecerse a colaborar. "Le comenté la situación, que los Juegos Olímpicos peligraban, y que si necesitan hombres, gente, que cuente conmigo, que me pegue un toque, anulo la liberación de servicio y me pongo al servicio de la Policía para lo que haga falta. Tenemos que arrimar todos el hombro, estaría encantado de ayudar en la calle", explicaba. Escasos días después de la conversación volvía a ponerse el uniforme y a situarse en primera línea para ayudar en esta pandemia.
- El gran momento de Saúl Craviotto más allá de los fogones
Un hombre familiar y polifacético
Tanto en las decisiones profesionales que toma como en las personales, Saúl cuenta con el incondicional apoyo de su mujer, la diseñadora y arquitecta de interiores Celia García Álvarez, con la que se casó en septiembre de 2013 tras pedirle matrimonio al ganar la medalla de plata en Londres 2012. El matrimonio tiene dos hijas, Valentina y Alejandra, de cinco y dos años, respectivamente. A pesar de que su vida se desarrolla lejos del foco mediático, su popularidad creció a raíz de la participación del deportista en la segunda edición de MasterChef Celebrity, de la que se proclamó vencedor, y eso que antes de su paso por el programa dice que solo sabía hacer "cocina de supervivencia".
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Este talent culinario marcó fue un punto de inflexión en la vida de Craviotto. Su rutina cambió y dejó de estar en la calle como policía porque la gente le reconocía y comenzó a dar charlas en colegios e institutos. Además, ha protagonizado alguna campaña publicitaria de moda y publicó el libro 4 años para 32 segundos e incluso hizo sus pinitos como presentador de Ultimate Beastmaster, un programa emitido por Netflix en el que compartía plató con Paula Vázquez, con quien estuvo rodando en Los Ángeles.