En Supervivientes, cada recompensa se ve como un regalo caído del cielo. Aunque antes de llegar a las playas los concursantes son conscientes de lo que les espera, hasta que no lo viven en sus propias carnes realmente no son capaces de apreciar todas las comodidades y lujos de los que disfrutaban antes de llegar a la isla. En este sentido, los juegos de recompensa son para ellos una oportunidad irrepetible para disfrutar de nuevo de esos pequeños placeres. Durante la última prueba, celebrada el martes en el marco de la gala en directo Supervivientes: Tierra de Nadie, los beneficiarios fueron Hugo – en playa desvalida- y Ferre –en el grupo de los mortales-.
Tras hacer sus respectivas pruebas, en las que no dudaron en utilizar sus mejores estrategias para conseguir proclamarse vencedores del reto, el ex de Adara Molinero y el exparticipante de Super Shore 3 fueron premiados con una noche en una suite, con cama y sábanas de algodón, ducha, y un completo desayuno a la mañana siguiente. Todo un lujo, que ambos recibieron eufóricos.
Además, se trataba de la primera vez que los concursantes se veían tras el destierro de Hugo, por lo que la alegría fue doble. "¡Esto es un chalet! ¿Me puedo quitar las chanclas? Madre mía, Hugo, ¡la suite presidencial! ¡Madre mía de mi alma!", gritaba Jaime Ferrera tras contactar de nuevo con una pequeña parte de la civilización. El concursante se sorprendió gratamente de ver a su compañero, afirmando que haberse afeitado le hacía mucho más joven y que estaba más fuerte que cuando entró en la isla, algo ante lo que Hugo presumió mostrando su tableta de abdominales.
Antes de su encuentro ninguno de los dos sabía que iba a tener que compartir cabaña, puesto que Lara aseguró que la recompensa era individual, sin embargo, al haber dos grupos separados en las playas, hubo dos ganadores. El que consiguiera 'coronarse' como el primer 'Dios' de Supervivientes 2020 fue el primero en llegar a la cabaña, por lo que no dudó en elegir cama y en darse una buena ducha. No obstante, a pesar de haber perdido el privilegio de elección, Ferre estaba tan contento de poder dormir una noche en una cama, que no le importó no tener la mejor.