Antonio Decaro se dirige a un pequeño grupo de jóvenes que se encuentra jugando al ping-pong en la costa. "No podéis jugar al ping-pong", les dice. "Id a jugar a la PlayStation a casa". Los chicos no saben de quién se trata y se encaran con él, a lo que responde que es el alcalde de la ciudad. Decaro se ha edicado a pasear las calles de Bari, la pequeña localidad italiana que gobierna, para abroncar uno a uno a los vecinos que se saltaban la cuarentena. "¡No es una serie de televisión, es verdad, están muriendo miles de personas!", reprocha a una mujer en el paseo marítimo. Aunque amenaza con llamar a la policía, parece que de momento le funciona increpar a las personas cara a cara.