Falta poco para que se cumpla un mes del gran estreno de Supervivientes 2020, y las extremas condiciones meteorológicas están llevando a los concursantes al límite. No cabe duda de que la nueva edición del programa pasará a la historia por ser una de las temporadas más duras en la historia del reality. Así lo adelantó la organización antes del arranque del programa, al advertir que iba a tratarse probablemente de la entrega más difícil, en cuanto a las adversidades que los participantes iban a encontrarse. Pero ni la organización, ni los espectadores, ni los concursantes esperaban que la meteorología y el resto de factores a los que se iban a enfrentra iban a ser tan duros.
Los supervivientes están sufriendo los constantes y drásticos cambios de tiempo. Ya han hecho frente a lluvias extremas y fuertes ráfagas de viento. Una situación que recientemente obligaba a la organización del programa a evacuar a los concursantes de la isla. Aunque ya se encuentren de nuevo en las playas, las inclemencias meteorológicas no cesan. A todo ello, se suma la falta de comida por la escasez de peces: como recordaban Barranco y Nyno recientemente, en lo que va de edición solamente Ferre ha sido capaz de pescar un único pez.
Por si no fuera poco, la humedad ha hecho que los concursantes estén rodeados de una auténtica plaga de insectos, que les ha obligado a trasladar sus cabañas. Unos molestos visitantes que se han convertido en la peor pesadilla de los supervivientes y que ha tenido como principal consecuencia una ingente cantidad de picaduras, ya que los robinsones han sido literalmente acribillados por los mosquitos. El mayor afectado por la plaga de insectos ha sido Barranco, que asegura tener cerca de 300 picaduras en todo el cuerpo.
Además, el aire se ha convertido en uno de los peores enemigos de los robinsones: ha llegado a destruir sus cabañas, ha impedido que se resguarden del temporal y ha provocado un fuerte oleaje en las aguas hondureñas, lo que complica todavía más la actividad de la pesca. En este contexto, además de la continua lucha contra los insectos, los supervivientes se enfrentan a la lluvia, la falta de comida y de recursos. Y, por si esto fuera poco, han tenido que hacer frente a una de las pesadillas más grandes del programa: la falta de fuego, una realidad que les ha llevado a comer comida cruda para sobrevivir.
Ropa mojada, el tendero engullido por el mar, casi sin comida, sin fuego, sin lona y con centenares de picaduras de mosquitos… El temporal está causando estragos en los Cayos Cochinos, donde los supervivientes dedican la mayor parte de su tiempo y esfuerzo a hacer frente a los múltiples inconvenientes que, día tras día, amenazan su estancia en la isla. Un cúmulo de circunstancias que están pasando factura a los concursantes y su convivencia, creando un desánimo general y afectándoles también físicamente, ya que la falta de comida y energía es más que evidente.