En sus últimas apariciones públicas, que se remontan al pasado mes de agosto, Jaime Ostos se dejaba ver apoyado en unas muletas que le ayudaban a caminar. Delicado de salud, el extorero, de 88 años, ha visto cómo su rutina se frenaba en seco debido a una preocupante lesión en la espalda que le limita muchísimo el movimiento y cuyos dolores son tan fuertes que se encuentra ingresado en la clínica de la Zarzuela de Madrid desde hace casi una semana.
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“Son los dolores más fuertes que he tenido en mi vida. Esto me ha recordado que hay cosas más fuertes que las cornadas de los toros” declaraba recientemente Jaime Ostos en un entrevista para el diario ABC. "El dolor te aparece cuando menos te lo esperas: subiendo la escalera, cuando vas al baño y tienes problemas con los movimientos que acentúas un poco más bruscamente” añadía el extorero.
A pesar de que su estado de ánimo es bueno, su familia estaría muy preocupada, asegurando que temen que ya no vuelva a ser el mismo de antes. Jaime sufre un pinzamiento en los lumbares que sumado a la osteoporosis que padece desde hace años le obliga a guardar un reposo casi absoluto.
Acompañado en todo momentos de su mujer, María Ángeles Grajal, y por sus seres queridos, el torero está esperando la respuesta de una pruebas para ver si le pueden infiltrar y paliar así esos dolores que se han convertido en un verdadero calvario y que le ha obligado en los últimos meses a utilizar un andador.
Su última aparición pública fue el pasado verano, momento en el que se le vio acompañado de su mujer, María Ángeles Grajal, en un acto de la Asociación Española contra el Cáncer. Ya en ese momento se pudo ver los problemas que tenía para desplazarse a pesar de ir apoyado en unas muletas. Presumido y valiente como es él, Ostos ha preferido no aparecer en público durante estos meses, pues, al parecer, se ha negado a moverse de su casa hasta que pueda caminar por sí solo.