El martes fue un día de lo más convulso para Edmundo Arrocet, que cerró definitivamente su historia con María Teresa Campos. Dos meses después de romper su relación, el chileno acudió a recoger sus pertenencias a la casa de la comunicadora. Después de menos de dos horas en el interior haciendo inventario y empaquetando sus objetos personales, el humorista se dirigió a un chalé en Valdemorillo (Madrid), donde depositó sus enseres. A última hora de la tarde y ya entrada la noche, se pudo ver cómo se descargaban cajas y cuadros de la furgoneta blanca que trasladó todo desde el domicilio de la presentadora malagueña hasta la casa ubicada al sur de la capital. Se trata de la residencia de un amigo de Edmundo, que le ha permitido dejar allí sus posesiones, posiblemente, por la falta de espacio en el piso de su propiedad.
La nueva vivienda del ex de María Teresa está ubicada en el centro de Madrid. El espacio del que dispone dista mucho de la superficie de la casa de la madre de Terelu Campos. Dónde vivirá ahora el showman es una incógnita. Por el momento Arrocet no se ha pronunciado al respecto. Tras su regreso de Londres hace un mes, en plena polémica por su separación, este apartamento se convirtió en su nuevo hogar, aunque en su día Edmundo ya explicó que era una vivienda familiar cuyos gastos compartía con sus dos hijos pequeños, Maximiliano y Estefanía. Ellos viven fuera de España, por eso prefieren quedarse allí siempre que viajan a España, por la comodidad que les ofrece frente a permanecer en un hotel.
A pesar del revuelo mediático que trajo consigo la esperada mudanza del humorista, el traslado tuvo lugar durante la tarde y transcurrió con total tranquilidad. María Teresa Campos decidió darle su espacio a quien ha sido su pareja durante 6 años por lo que decidió ausentarse de su casa poco antes del mediodía y así darle libertad para llevarse sus cosas y cerrar este capítulo de su vida en común. La comunicadora andaluza pasó las horas junto a su amiga Meli Camacho con quien compartió almuerzo en el restaurante La Giralda, situado en plena Milla de Oro. Cuando llegó de vuelta a su casa, no quiso dejar pasar la oportunidad de decir la última palabra atendiendo a los medios allí apostados. "Afortunadamente es un capítulo cerrado y deseo y espero que a partir de ahora no volváis a hablarme de este asunto", comentó. Para concluir con un "estoy feliz", eso sí, dejando claro que no quiere hablar más de "esta persona".