Aless Lequio ingresaba el pasado lunes en la clínica Ruber Internacional de Madrid y, auque no han trascendido los motivos exactos, todo apunta a que su estancia en el hospital obedece al tratamiento contra el cáncer que sigue desde 2018. En esta ocasión, como a lo largo de estos casi dos años que lleva enfrentándose a la enfermedad, el hijo de Ana Obregón y Alessandro Lequio, cuenta con el apoyo incondicional de sus padres. De hecho se ha podido ver a su madre abandonando centro hospitalario bien entrada la noche.
Alessandro Lequio, por su parte, acudía esta misma mañana a su cita como colaborador en 'El programa de Ana Rosa', donde nada se dijo sobre la salud de su hijo. Sin embargo, a la salida de las instalaciones de Mediaset, Alessandro era preguntado por cómo se encontraba Aless. "Está bien, está tranquilo" respondía. Lejos de aclarar si se trataba de una revisión o una recaída, el colaborador afirmaba: "No, no tiene nada que ver". En cuanto a cuando estaba previsto que le dieran el alta, Alessandro ha preferido no contestar y despedirse dando las gracias.
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Fue el pasado enero, la última vez que vimos al hijo de Ana Obregón acudiendo a una visita hospitalaria acompañado por su madre, después ha sido él mismo, quien con su particular sentido del humor, ha ido narrando cómo se encuentra explicando que en algunas ocasiones le toca hacer “arresto domiciliario”. “A veces tengo las defensas bajas y no puedo salir de casa” explicaba el empresario, que no ha dejado de hacer frente a sus compromisos profesionales al frente de su empresa Polar Marketing.
Como nuestros lectores recordarán, fue en marzo de 2018 cuando Aless Lecquio fue diagnosticado de cáncer. Durante seis meses, recibió tratamiento médico en un hospital de Nueva Jersey, en Estados Unidos, y después regresó a España, donde continuó su terapia, en Madrid. En todo ese tiempo, su madre, Ana García Obregón, nunca se separó de su lado. También su padre y sus amigos más cercanos hicieron piña con él, conocedores de que a esta enfermedad, como a cualquier otra, se la vence con las armas del cariño, el positivismo y sin dramatizar.