Belén Esteban y Fran Álvarez estuvieron casados durante dos años, entre 2008 y 2010. Se conocían desde mucho antes, habían sido amigos antes que pareja, aunque su matrimonio no fue tan apacible como su amistad y sufrió continuos altibajos, unas crisis que superaron en varias ocasiones hasta que finalmente su relación terminó en divorcio. Fran, al que todo su entorno define como un "hombre bueno", no atravesaba su mejor momento, se había sometido a un tratamiento médico y en las últimas semanas había mostrado un bajo estado de ánimo, según se ha sabido al conocerse su fallecimiento.
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Belén y Fran vivían, desde pequeños, en el madrileño barrio de San Blas. Allí se conocieron, y allí pasaron muchas horas juntos, incluso antes de ser pareja. La familia de Fran regentaba un bar, y era habitual verles allí, charlando mientras él estaba detrás de la barra trabajando de camarero. Poco a poco, esa relación de amistad fue dando paso al amor y la pareja ya no dudaba en mostrarse cariñosa en público. Eran tiempos felices en los que la colaboradora televisiva gritaba a los cuatro vientos su amor por Fran. Cuando decidieron casarse, también empezó para ellos una nueva vida lejos de su barrio: la pareja se mudó junto a Andrea, la hija de Belén, a un chalé en la madrileña localidad de Paracuellos del Jarama.
Cuando Belén y Fran se dieron el 'Sí, quiero', el 27 de junio de 2008 en la ermita de San Antonio del Palacio del Negralejo, en Madrid, un lugar idílico, todo parecía sacado de un cuento de hadas. Belén, radiante y sin perder la sonrisa ni un instante, se casaba con su gran amigo. La boda con su gran compañero, novio y confidente le hacía desprender felicidad por todos sus poros. Y así continuaron las cosas entre ellos durante los primeros meses de matrimonio.
Pero, poco a poco, las cosas se fueron torciendo. Lo que había comenzado siendo una relación ideal empezó a convertirse en un vaivén de emociones, una vida llena de altibajos, con momentos de felicidad seguidos de algunas discusiones, que se fueron haciendo cada vez más frecuentes. Así, antes de llegar a su primer aniversario de boda ya habían protagonizado varias crisis.
De esta forma, entre peleas y reconciliaciones fue evolucionando el matrimonio de Fran y Belén, hasta que finalmente, la colaboradora televisiva comunicaba en Sálvame, el programa en el que continúa trabajando, que ambos habían firmado los papeles del divorcio y que se trataba de una decisión definitiva.
Belén explicaba entonces que la decisión de divorciarse se había tomado de mutuo acuerdo: “Tenemos discusiones por tonterías. No estoy feliz sin él ni con él, aunque le quiero con locura". Belén se refería entonces al buen carácter y el buen fondo de Fran: "Quiero dejar claro que Fran es muy buena persona", y recordaba sus tiempos felices con añoranza: "Hemos vivido momentos muy buenos y, la verdad, le echo de menos porque antes, aunque discutiéramos, estaba en mi casa", decía tras el divorcio.
Desde el momento en que firmaron los papeles de divorcio, cada uno siguió su vida por su cuenta, aunque el amor que les unió un día hizo que mantuvieran hasta el final una relación cordial. La última vez que se encontraron públicamente, en un un juzgado al que ambos acudieron a testificar en un caso, hablaron con absoluta cordialidad.
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