El grandioso retorno de Renée Zellweger después de seis años desaparecida de Hollywood culmina este domingo sobre la alfombra roja de los premios Oscar, cuando la actriz texana vuelva al teatro Dolby 16 años después de ganar la estatuilla por Cold Mountain. Entonces llevaba una década trabajando en el mundillo y su película más característica, El diario de Bridget Jones, había triunfado tanto que estaba ya preparando la siguiente. Sin embargo, solo era cuestión de tiempo antes de que decidiera dejarlo todo atrás, arriesgándose a perder aquello por lo que tanto había trabajado, y se tomara un respiro alejada del ajetreo de la meca del cine.
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- Los 3 secretos de Renée Zellweger que rejuvenecen más que un tratamiento
Cold Mountain se estrenó en España en febrero de 2004, como tantas otras películas nominadas a los Oscar que esperan la llegada de los premios para llegar a los cines internacionales. Nadie puede negar el efecto que tienen estos galardones en la cartelera y las productoras lo saben. La trama se centra en un pueblo, llamado de la misma manera que el filme, durante la Guerra Civil estadounidense en donde una mujer (Nicole Kidman) busca refugio para esperar la llegada de su amado, que vuelve herido de la batalla. En este proceso se queda junto a Ruby (Zellweger), una pueblerina ruda y desagradable con quien acaba desarrollando una buena amistad. El director era el mismo que el de El paciente inglés y El talento de Mr. Ripley, Anthony Minghella, que murió en 2008, y de las siete categorías en las que recibió mención de la Academia, solo Renée se lo llevó.
Aquel ha sido, hasta el momento, su primer y único Oscar pero en la noche del 9 de febrero podría ampliar su colección gracias a su aplaudida interpretación en Judy, donde da vida a la legendaria actriz y cantante Judy Garland, considerada como una de las mejores artistas de la historia del cine. Este es su primer gran papel en el cine después de que en 2016 volviera sin hacer mucho ruido y cogiendo proyectos mucho más pequeños. Teniendo en cuenta el éxito de Bohemian Rhapsody en 2019 estaba claro que los biopics musicales iban a triunfar este año y, pese a que todo apuntaba a Rocketman (una nominación), Judy ha sido el caballo de Troya (con dos) de la gala.
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Eso sí, desde que ganara su Oscar sí que había vuelto a la alfombra roja. También desde su marcha de los rodajes tras haber participado en su última película, Nuestra canción de amor, en 2010 puesto que en 2013 estuvo entre los invitados porque fue una de las presentadoras. Se subió al escenario junto a Richard Gere, Catherine Zeta-Jones y Queen Latifah para entregar uno de los premios en medio de un parón que decidió tomar por motivos de salud. Tal y como revelaba en diciembre a la revista Deadline, "hubo muchos motivos pero la primera es que era obvio que necesitaba parar". "Mi agenda me había abrumado y no me estaba cuidando. Estaba agotada y tomando decisiones que no eran sanas", aseguraba en una sincera entrevista.
"Necesitaba probar otras cosas, cosas que no encajaban en el horario que tenía desde hacía tanto tiempo. Nunca es un buen momento para irse cuando te están surgiendo oportunidades creativas increíbles, pero necesitaba creer y retarme de un modo diferente", añadía, explicando que buscaba un propósito en la vida fuera de los sets de rodaje y las giras de promoción en las que había estado toda su vida.
Para Renée, interpretar a Judy en este gran regreso a la gran pantalla (el pasado año la vimos también en una serie de Netflix) ha sido un verdadero reto: "No podía creer que se hubieran fijado en mí para darle vida. Ha sido una de las artistas más importantes de todos los tiempos". Se preparó a conciencia y a base de mucho estudiar a través de vídeos y antiguas imágenes suyas: "Luego me ponía frente al espejo para emular sus gestos, sus movimientos una y otra vez y así interiorizar su lenguaje sin hablar". Y sin duda ha dado sus frutos. Ahora es solo cuestión de días ver si el sueño puede volver a repetirse para ella y poder llevarse a casa un compañero para su preciado Oscar.