Lola Herrera se vio obligada a abandonar el escenario por culpa de un teléfono móvil que no paraba de sonar. Ocurrió el pasado domingo en el Teatro de las Esquinas, de Zaragoza, donde desde el día 30 y hasta el 16 de febrero está programada Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. Según publica El Heraldo de Aragón, la actriz, de 84 años, llevaba media hora de monólogo cuando tuvo que hacer un alto en la obra para pedir silencio. "Apáguelo, por favor. Así no se puede trabajar", le espetó Herrera a una espectadora. Testigos de lo ocurrido explican a este medio que la actriz dijo basta "cuando sonó ese móvil, que lo hizo durante tanto rato que llegué a pensar que formaba parte de la música de la obra, pero lo cierto es que hasta ese momento ya se habían oído más ruidos de móviles, sobre todo, notificaciones de mensajes".
Tras esta interrupción, la gran dama del teatro volvió a escena y continúo con la obra. "No tuve más remedio que parar porque te vuelves loca con ese ruido; te destroza la cabeza", ha dicho Herrera en declaraciones a Efe. "Sonó insistentemente, muy insistentemente, un móvil que nadie apagaba. La señora se fue muy enfadada por lo visto porque sus vecinos de butaca se enfadaron con ella pero no sé más", ha añadido.
- Lola Herrera sufre un desmayo sobre el escenario
El gesto de la vallisoletana ha sido muy aplaudido por el público y también por sus compañeros de profesión. Joaquín Kremel, Jaime Cantizano, Hugo Silva o Dani Rovira, entre otros, han apoyadado a la actriz a través de sus redes sociales.
El actor Ricardo Gómez, el inolvidable Carlos Alcántara de Cuéntame, ya denunció el uso de teléfonos móviles en el teatro. "Después de 85 funciones de Rojo, la obra que he estado representando junto a Juan Echanove durante siete meses, me gustaría comentar un dato que no solo me tiene preocupado e inquieto, sino que además me parece muy grave: desde el mismo día del estreno hasta la conclusión de la gira no ha habido una sola función en la que no haya sonado al menos un teléfono móvil. Ni una. Luces que se encienden iluminando el patio de butacas, llamadas, mensajes o alarmas. O todas juntas", denunció a través de una tribuna escrita en El País. Y lanzó al aire la siguiente pregunta a modo de reflexión: "¿De verdad hemos llegado al punto en que no podemos estar una o dos horas sin comunicarnos con el mundo exterior? ¿Nos han robado el presente?".