Bibiana Fernández, sobre sus problemas con Hacienda: 'No paro de pagar y ya me lo han quitado todo'
La actriz y tertuliana tuvo que vender su chalet a Alaska y Mario Vaquerizo en 2017, pero también se ha tenido que desprender de los dos pisos que poseía en Málaga.
Después de El amor está en el aire y El amor sigue en el aire, Bibiana Fernández vuelve a subirse a los escenarios con La última tourné. En esta comedia que dirige Félix Sabroso y en la que comparte protagonismo con Manuel Bandera, Alaska y Mario Vaquerizo, la actriz y tertuliana televisiva regresa a sus orígenes dando vida a una vedette. Aprovechando la presentación de este nuevo espectáculo, que inicia su gira por toda España, Bibiana habla con HOLA.com de sus problemas con Hacienda, de la operación a la que se sometió en mayo por una rotura en su pie derecho y de su situación sentimental.
Háblanos de Miranda, tu personaje en ‘La última tourné’
Es muy divertida. Es una mujer excesiva que trabaja como vedette y, como lleva viviendo del género toda la vida, se resiste a cambiar. Su mundo se está cayendo a su alrededor porque ya tiene una edad, pero ella se niega a aceptarlo. Decirle adiós a una juventud, a un amor, a una madre, a los seres que uno ama… Todo eso nos cuesta. Si tu marido no te quiere, que le den por saco y que se vaya, pero no sabemos decir adiós ni a eso, ni a una profesión, ni a la juventud.
¿Qué tienes tú de esa Miranda?
Los recuerdos.
¿Eres nostálgica?
Nada. Pero sí tengo los recuerdos de esos personajes, mujeres y esas compañías, de cuando me fui a Barcelona. También me da referencias de cuando, con 17 años, iba a ver espectáculos a Málaga: a la compañía de Addy Ventura, Tony Leblanc, Juanito Navarro, Lina Morgan, Carmen de Lirio… Yo hice cabaret y revista también.
Vuelves a trabajar con Alaska y Mario en el teatro, que es como estar con amigos
Es que son amigos. Trabajar con ellos es trabajar en familia. Con Manuel también trabaje en ‘Una noche con Bibi’, que él era bailarín. Y con Marisol en el 85 y luego ellos se hicieron pareja.
¿Cómo llevas el paso de los años?
Muy bien. Tampoco tengo otra alternativa –se ríe–.
Sorprende que ahora lleves peluca
Es por comodidad. A las siete de la mañana, o viene un peluquero o no tienes quien te peine. En televisión sí, pero tenía que estar aquí muy temprano. ¿A qué hora tenía que ir a la peluquería? No la iban a abrir por mí. Entonces, entre llevar una cola de caballo y una peluca… La peluca fue una cosa accidental que llegó a mi vida. Yo fui a comprar una para la función. Entre las que me probé, vi esta y me hizo gracia. Pensé que me iba a sacar de más de un apuro. Y, mira, aquí estoy. Cuando veo que no tengo solución, me pongo la peluca. A las redes, les hace gracia que yo lleve una y me alegro porque también hay que ponerse las pelucas con alegría, porque hay mujeres que tienen que llevarlas por necesidad, por su tratamiento de quimioterapia –se toca el pie mientras habla–.
¿Cómo tienes el pie después de la operación a la que te sometiste en mayo?
Cuando el tacón es muy alto, se me hincha un poco. Ya me dijo el médico que tendría un mal retorno sanguíneo durante seis meses, ya que tras la rotura me pusieron una placa.
¿Todavía sigues con el pie así?
No he dejado de trabajar ni cuando me lo rompí. Ya les dije a los médicos que si los motoristas eran capaces de ponerse una placa en el pie y correr a 230 kilómetros… Si yo no iba a correr tanto, ¿por qué yo no iba a trabajar con mi placa?
¿Es tu único achaque? Estás más delgada
Hice un régimen, pero ya hace tiempo. Lo que sí he hecho es no recuperar peso. He vuelto a comer bien. Yo como muchas veces al día.
Además, has dejado de fumar
Por eso, hice el régimen.
¿Empezaste a coger peso después de dejar el tabaco?
No, porque, antes de empezar, hice el régimen –se ríe–. Yo la ansiedad la tengo por naturaleza.
¿Cómo está el tema de Hacienda?
Está igual porque no se acaba nunca. Yo no paro de pagar. Ya me lo han quitado todo. Como no me quiten las prótesis o los dientes, no sé qué me van a quitar. Yo sigo pagando. Sigo trabajando y me siguen quitando dinero.
Pensaba que saldarías la deuda con la venta de tu casa a Alaska y Mario
¡Yo pensaba también! Y también cuando también me quitaron las otras dos casas, los pisos de Málaga, también lo pensé. Pero me lo han quitado todo. El problema es que el Estado se ha convertido en una especie de tirano porque me tiene esclavizada. Yo he pagado el 240 por ciento. No es que yo haya pagado Hacienda, porque he pagado…
¿Has calculado lo que te queda por pagar?
No lo sé. Espero que algún momento se termine porque yo no paro de trabajar.
Ahora vives de alquiler
No tengo nada. Pero no me importa. El problema es que me van a quitar la alegría. Cuando tú te ves siempre en el punto de partida y tienes ciento cincuenta años y sigues trabajando para pagar a Hacienda. Si ellos te dijeran una cantidad, pides un crédito al banco y pagas un tres por ciento de interés, que está hecho con finalidad de que gane el banco. El Estado te cobra el veinte por ciento y no puede ser.
¿Cómo estás tú de amores?
Muy bien. Tengo tres perras. ¿Te parece poco?
¿Ya no buscas pareja?
No busco. De todas formas, aunque busques el amor, no lo encuentras.
¿No tienes ilusiones en ese aspecto?
Sí, claro. Si veo a alguien… Bueno, si lo veo no, que ya no estoy para carpetas. Pero muerta no estoy. Si aparece un tío que me gusta, claro. Pero tiene que aparecer alguien que realmente merezca la pena.
¿Hace cuántos años que no tienes pareja?
No te sé decir, no llevo la cuenta.
¿Y alguna alegría?
Las alegrías, a veces, cuestan mucho…
Cuestan un precio, ¿no?
Emocional. Es que tienen que surgir. Cuando surge, estoy abierta a cualquier cosa, pero tiene que venir.