En numerosas ocasiones, los actores acaban por mimetizarse con los personales a los que dan vida, más aún, si esto ha sido un proceso de años, como en el caso de Sarah Jessica Parker, a quien, en ocasiones, resulta realmente difícil diferenciar de Carrie Bradshaw. La inolvidable escritora adicta a los 'Manolos' y la ropa de firma a la que dio vida la actriz en Sexo en Nueva York durante 8 años se ha convertido en todo un icono de estilo cuya influencia pervive en la actualidad a pesar del tiempo transcurrido desde el fin de la serie- en 2004 y de sus dos secuelas cinematográficas, en 2008 y 2010, respectivamente. Un mito del que a la propia estrella le cuesta escapar, tal y como se ha podido comprobar en su última aparición pública.
Bajando las escaleras de su casa (muy similar en la que residía en la ficción) y ataviada con un espectacular vestido fucsia firmado por Zac Posen combinado con una sandalia de cada color, todos sus fans pudieron ver en ella el auténtico regreso de Carrie. Una 'aparición' que parecía evocar una escena de la serie y que inundó de color y fantasía las calles de la Gran Manzana. La protagonista de Novia por contrato se dirigía así de radiante a la gala de otoño del Ballet de Nueva York donde, sin duda, consiguió destacar de manera visible sobre el resto de invitadas, entre las que también se encontraba la actriz Brooke Shields.
El diseño en cuestión pertenece a la colección otoño/invierno 2019 del modisto estadounidense, también presente en el evento. Se trata de una voluminosa creación confeccionada en tafetán con corpiño ajustado, un generoso escote, mangas abullonadas y hombros al descubierto, de corte romántico y cierto aire gipsy. En cuanto a su beauty look, la actriz de 54 años se decantó por un maquillaje natural que acentuaba su mirada y un moño de bailarina de acabado impecable.
Sarah Jessica remató su estilismo con zapatos de su propia firma, SJP, un exclusivo sello en el que ha volcado toda su creatividad y pasión por la moda. Tan original y llamativa como de costumbre, la actriz eligió sandalias de tiras en colores distintos: una rosa, a juego con su indumentaria, y otra en amarillo mostaza, creando un interesante juego de contrastes. Todo un guiño a su alter ego en la ficción, en la que su colección de calzado era casi una protagonista más.