Hace pocas semanas, Michael Douglas celebraba su 30 aniversario como 'mallorquín'. El popular actor es propietario de S’Estaca, una increíble villa del siglo XIX ubicada en Mallorca que adquirió hace tres décadas junto a su primera esposa, Diandra Luker, con la que estuvo casado desde 1977 hasta el año 2000. La estrella estadounidense siempre ha manifestado su entusiasmo por la isla balear y allí ha pasado veranos inolvidables, motivo por el que el medio local Última Hora quiso obsequiarle con una tarta. Una pasión que ha transmitido a sus tres hijos, Cameron (fruto de su unión con Diandra), Dylan y Cerys, y su esposa, Catherine Zeta Jones, quien también se ha declarado una enamorada del lugar. La protagonista de La máscara del Zorro así lo hacía saber en una reciente entrevista concedida a la edición española de la revista Vanity Fair, a la que ha revelado sus increíbles relaciones sociales en la zona.
"He conocido a algunos miembros de la Familia Real española", ha asegurado a la publicación. Desde que contrajeran matrimonio en el 2000, Catherine y Michael se convirtieron en anfitriones de lujo en Mallorca, celebrando exclusivas fiestas en su residencia que reunían a todo tipo de celebridades del panorama nacional e internacional. Además, también es frecuente verlos en el Club Náutico, jugando al golf o cenando en prestigiosos restaurantes, lo que les ha puesto en contacto con importantes personalidades de diferentes ámbitos. No obstante, la actriz ha confesado echar en falta conocer a alguien muy especial para ella: "No he coincidido con la reina Letizia, pero soy una gran fan".
Una sorprendente revelación que pone de manifiesto que la esposa de Felipe VI ha conseguido conquistar a un público muy amplio alrededor del mundo. Incluso, la intérprete galesa ha desvelado otra increíble anécdota de su marido al explicar que, en 2001, el protagonista de Wall Street estuvo con el entonces príncipe de Asturias disfrutando de un concierto de Van Morrison.
A principios del pasado mes de julio, Catherine y su familia disfrutaban de unos días de relax en su particular refugio mallorquín en lo que puede que sea su último verano en la isla. En 2014, Douglas puso la finca en el mercado por valor de 50 millones de euros, una cantidad que se ha visto obligado a rebajar a 28,5 ante la ausencia de posibles compradores. De hecho, en su afán por promover la operación, él mismo se ha encargado de locutar el anuncio promocional de la propiedad para Engel & Völkers, la inmobiliaria encargada de la venta.